Vidas Compradas
img img Vidas Compradas img Capítulo 4 La tentación
4
Capítulo 6 UNA DECISIÓN img
Capítulo 7 Lo prohibido img
Capítulo 8 La entrega img
Capítulo 9 Una mancha imborrable img
Capítulo 10 El nuevo img
Capítulo 11 El nuevo profesor img
Capítulo 12 Otra cita img
Capítulo 13 Choque de placeres img
Capítulo 14 Dominio img
Capítulo 15 Reglas img
Capítulo 16 Fuera de control img
Capítulo 17 El club img
Capítulo 18 ¡No eres mi padre! img
Capítulo 19 ¡Su mundo! img
Capítulo 20 ¡Mia! img
Capítulo 21 Prisionera img
Capítulo 22 Su ropa img
Capítulo 23 23 img
Capítulo 24 24 img
Capítulo 25 25 img
Capítulo 26 26 img
Capítulo 27 27 img
Capítulo 28 28 img
Capítulo 29 29 img
Capítulo 30 30 img
Capítulo 31 31 img
Capítulo 32 32 img
Capítulo 33 33 img
Capítulo 34 34 img
Capítulo 35 35 img
Capítulo 36 36 img
Capítulo 37 37 img
Capítulo 38 38 img
Capítulo 39 39 img
Capítulo 40 40 img
Capítulo 41 41 img
img
  /  1
img

Capítulo 4 La tentación

La cena transcurre en un juego de miradas y palabras medidas. Alexander Wolfe es un hombre que sabe controlar una conversación, sabe exactamente qué decir y cuándo decirlo. Su presencia es envolvente, su voz una especie de caricia oscura que me arrastra más y más dentro de su órbita, me tiene descontrolada el simple hecho de estar bajo su mirada.

Cada vez que sus ojos se posan en los míos, siento que el mundo a mi alrededor se desvanece. Es peligroso, y lo sabe.

El camarero retira los platos, dejándonos con nuestras copas de vino a medio terminar. Me recuesto ligeramente en la silla, tratando de analizar lo que ha sucedido en la última hora. ¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué sigo aquí?

-Pareces pensativa ¿hay algo que te incomode o que pueda resolver por ti?-comenta Alexander, apoyando los codos sobre la mesa, entrelazando los dedos como si estuviera evaluando cada una de mis reacciones.

-Supongo que lo estoy, pero no es nada que necesite de su intevension, es que a veces es complicado creerse las cosas, nunca pensé que estaría con un hombre como tu, sentada en un restaurante sintiéndome el postre de la cena

-¿Por qué?

Muevo la copa de vino en mi mano, observando el líquido rojo girar dentro del cristal.

-Porque no entiendo qué haces aquí conmigo.

Su expresión se mantiene serena, pero hay un brillo en sus ojos que me dice que mi respuesta lo divierte.

-¿De verdad quieres saberlo?

-No me gusta jugar con incógnitas.

Alexander esboza una media sonrisa, unas de esas que te dicen peligro, pero que prefieres esperar lo peor que dejar de verla.

-Lo curioso es que yo sí.

Cruzo los brazos, sintiéndome ligeramente frustrada.

-¿Siempre eres así de misterioso?

-No soy misterioso. Solo soy reservado.

-Eso es lo mismo.

-No del todo. -Se inclina un poco hacia adelante, reduciendo la distancia entre nosotros-. No oculto quién soy, Valeria. Solo elijo qué partes mostrar.

Su tono es grave, y por alguna razón, un escalofrío me recorre la piel.

-¿Y qué partes has decidido mostrarme?

-Las suficientes para mantenerte intrigada.

Su sinceridad me desarma. Este hombre no es como los demás. No juega siguiendo las reglas, él las crea.

Desvío la mirada hacia la mesa, tratando de encontrar un punto de anclaje.

-No sé qué quieres de mí.

Alexander no responde de inmediato. Se limita a mirarme, a sostener el aire entre nosotros hasta que la tensión se vuelve casi insoportable.

-Quiero conocerte.

Sus palabras son simples, pero llevan un peso que me resulta imposible ignorar.

-¿Por qué?

-Porque hay algo en ti que me interesa.

Me muerdo el labio, sintiendo cómo su mirada se desliza hacia el gesto antes de volver a mis ojos.

-No soy tan interesante como crees.

-Eso es lo que tú crees.

Bebo un sorbo de vino, intentando ignorar el hecho de que mi cuerpo reacciona ante su cercanía de una forma que no puedo controlar.

-Y dime, Alexander... -digo con un tono más ligero-, ¿siempre invitas a mujeres a cenar y les dices que pueden consumirse en lo que sea que tienes en mente?

Se ríe, un sonido bajo y oscuro que resuena en mi pecho.

-No. Como te dije antes, eres la excepción.

Lo miro con suspicacia.

-Eso suena a que dices lo que una mujer quiere escuchar.

Alexander ladea la cabeza, estudiándome con interés.

-Te sorprendería saber cuántas mujeres no quieren escuchar eso.

Me quedo en silencio, sin saber cómo responder a eso.

-No soy un hombre sencillo, Valeria. No pretendo serlo.

Apoya un brazo en el respaldo de su silla y deja la otra mano sobre la mesa, cerca de la mía. No me toca, pero la proximidad es suficiente para que sienta el calor de su piel.

-Y sin embargo, aquí estás -añade con una sonrisa apenas perceptible.

-Tal vez debería irme.

-Tal vez.

No insiste en que me quede. No me detiene. Pero tampoco se aparta, dejándome con una opción que no parece opción en absoluto.

-Si te quedas -continúa con voz calma-, significa que aceptas que este no es un encuentro común.

-¿Y qué tipo de encuentro es?

-Uno que no olvidarás. Puedes estar segura de eso.

Su tono es una advertencia y una promesa al mismo tiempo.

Mi instinto me dice que huya. Que me levante y salga de aquí antes de que sea demasiado tarde. Pero otra parte de mí... una parte que no sabía que existía... quiere quedarse.

Porque sé que Alexander Wolfe es un peligro.

Pero, por primera vez en mi vida, quiero correr directo hacia el peligro.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022