Sus pasos eran silenciosos sobre la tierra húmeda. Llevaba consigo el brazalete de plata que había pertenecido a su abuela Iris. Cada luna llena, el metal parecía vibrar, como si reconociera la importancia de esa noche. Laura sentía que estaba cerca de descubrir algo crucial. Su obsesión con la luna y los cuentos de hombres lobo se intensificaban con cada ciclo lunar.
-¿Por qué me atraes tanto? -susurró al cielo plateado, con la mirada perdida en el resplandor de la luna.
De repente, un crujido resonó entre los árboles. Laura se detuvo en seco. Su corazón latía con fuerza, pero no era miedo lo que sentía, sino expectación. De entre las sombras emergió una figura.
-No deberías andar sola en el bosque, Laura -dijo una voz suave, casi un susurro.
Laura se sobresaltó. Frente a ella estaba un joven de cabello oscuro y ojos dorados que parecían brillar con luz propia. Su presencia era enigmática y magnética. Vestía ropas sencillas, pero su porte transmitía fuerza y seguridad.
-¿Quién eres? -preguntó Laura, entrecerrando los ojos con desconfianza, aunque algo en su interior la impulsaba a confiar.
-Mi nombre es Xaqui -respondió él, con una sonrisa misteriosa-. He estado esperándote.
-¿Esperándome? -Laura frunció el ceño-. ¿Cómo sabes mi nombre?
Xaqui dio un paso hacia ella, y la luz de la luna iluminó su rostro. Había algo salvaje, casi indomable, en su mirada. Laura sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no retrocedió.
-Sé mucho más sobre ti de lo que imaginas. La sangre de uno de nosotros corre por tus venas, y el destino de la manada está entrelazado con el tuyo -dijo Xaqui, su voz cargada de un significado que Laura no podía descifrar.
-¿Manada? ¿Qué estás diciendo? -preguntó Laura, con el corazón desbocado.
Xaqui se acercó aún más, hasta quedar a pocos pasos de ella. Laura notó que, pese a la cercanía, no sentía temor. Al contrario, una extraña sensación de pertenencia la envolvía.
-Todo a su tiempo, Laura. Pero debes saber que las desapariciones en la aldea son solo el comienzo. La luna ha marcado el inicio de un cambio, y tú eres parte esencial de él -susurró Xaqui, con una intensidad que le heló la sangre.
Laura buscó respuestas en sus ojos dorados, pero lo único que encontró fue un misterio aún más profundo. En ese momento, un aullido lejano rompió el silencio de la noche. Xaqui desvió la mirada hacia el bosque y, con un último vistazo a Laura, murmuró:
-Nos volveremos a ver.
Antes de que Laura pudiera responder, Xaqui desapareció entre los árboles, tan silenciosamente como había llegado. Laura se quedó sola, bajo la luz de la luna, con el eco de sus palabras resonando en su mente.
El encuentro había dejado una marca indeleble en ella. Xaqui sabía cosas que nadie más podía saber. La conexión que había sentido en su presencia era innegable. Pero, ¿quién era realmente? ¿Qué quería decir con que el destino de la manada estaba unido al suyo?
Mientras regresaba a la aldea, con el brazalete ardiendo levemente en su muñeca, Laura supo que su vida acababa de cambiar. El encuentro con Xaqui no había sido una coincidencia. Era el comienzo de algo mucho más grande, un camino lleno de secretos, peligros y revelaciones que la llevarían a descubrir la verdad sobre sí misma y el vínculo que compartía con la luna y los lobos.