Capítulo 4 Verdades Reveladas

La madrugada se cernía sobre la aldea, y el resplandor plateado de la luna comenzaba a desvanecerse. Laura despertó en su cabaña con el eco de sueños extraños: un bosque bañado en luz lunar, aullidos en la distancia y un brazalete de plata que brillaba con fuerza. El encuentro con Xaqui la noche anterior seguía fresco en su mente. Sus palabras, su mirada... algo en él despertaba preguntas que Laura ya no podía ignorar.

Con el brazalete de su abuela Iris ajustado en la muñeca, Laura decidió buscar respuestas. Había algo que Iris le había ocultado, lo sabía. Xaqui parecía conocer partes de su historia que ni ella misma comprendía. ¿Por qué la luna la llamaba cada noche? ¿Qué significaban los símbolos grabados en el brazalete?

Esa mañana, cuando el sol apenas tocaba las copas de los árboles, Laura se dirigió al desván de la cabaña, un lugar que Iris le había prohibido explorar. La madera crujió bajo sus pies mientras empujaba la puerta. El aire estaba impregnado de hierbas secas y cera. En un rincón, encontró un viejo baúl cubierto de polvo.

Con manos temblorosas, lo abrió. Dentro, había cartas, dibujos y un libro de tapa de cuero adornado con símbolos similares a los del brazalete. Abrió el libro con cuidado, mientras sus dedos rozaban las páginas amarillentas. Una inscripción en la primera página hizo que su corazón se detuviera.

"Para Iris, protectora de la última heredera. Aurora y Elio."

Laura sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies. ¿Aurora y Elio? ¿Quiénes eran? Las páginas siguientes contaban una historia que le pareció sacada de los cuentos que su abuela solía narrarle.

El Linaje Oculto

Aurora, una mujer humana de la aldea, se había enamorado de Elio, un hombre lobo que lideraba una manada que vivía oculta en las profundidades del bosque. Su amor fue un secreto prohibido. Cuando Aurora quedó embarazada, el Consejo de Ancianos temió que la unión trajera el caos. Decidieron separar a la pareja. Aurora, herida y traicionada, fue maldecida, obligada a transformarse en loba bajo la luna llena.

Iris, una curandera de gran poder, se encargó de proteger a la hija de Aurora y Elio. Laura.

Laura dejó que el libro se cerrara lentamente. Cada palabra ardía en su mente. Iris no era su abuela. Había sido su protectora. Su verdadera familia estaba ligada a la sangre de los hombres lobos. ¿Era por eso que la luna le hablaba? ¿Por eso sus ojos brillaban con ese tono violeta inusual?

Un crujido en la puerta la sacó de sus pensamientos. Xaqui estaba allí, con su mirada intensa.

-Sabía que lo descubrirías -dijo Xaqui, entrando en la habitación. La luz del amanecer se reflejaba en sus ojos, que parecían ocultar siglos de secretos.

-¿Sabías? -Laura lo miró con desconfianza-. ¿Qué más sabes de mí?

Xaqui suspiró, acercándose al libro.

-Sé, quién eres realmente. Tu sangre lleva el legado de Aurora y Elio. Tu madre fue una de las pocas que pudo amar a un lobo y sobrevivir a la maldición. Tú eres su esperanza... y su amenaza.

Laura dio un paso atrás.

-¿Qué quieres decir? ¿Por qué ahora?

Xaqui bajó la mirada.

-Porque la luna llena se acerca otra vez, y con ella, vendrá la manada del norte. Ellos no creen en la paz. Buscan sangre. Y si descubren quién eres, te querrán de su lado... o te destruirán.

Laura sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Todo su mundo se desmoronaba. Pero algo dentro de ella se encendió: determinación.

-Entonces, tendré que descubrir cómo enfrentar lo que soy. Y a ellos.

Xaqui asintió, con una media sonrisa.

-Te ayudaré. Pero recuerda: cuando la luna llena se alce, deberás elegir de qué lado estás.

Esa noche, la luna volvió a brillar. Pero los hombres lobo no estaban fuera de sus cuevas. Permanecían ocultos, esperando el momento adecuado para aparecer. Laura, con el brazalete de plata brillando en su muñeca, supo que su verdadero viaje apenas comenzaba.