Me Quemo por Ti
img img Me Quemo por Ti img Capítulo 4 La Carta Oculta
4
Capítulo 6 El Misterio de Gabriel img
Capítulo 7 Revelaciones Cruzadas img
Capítulo 8 El Viaje img
Capítulo 9 Confesión de Medianoche img
Capítulo 10 Regreso al Accidente img
Capítulo 11 Una Propuesta Inesperada img
Capítulo 12 Valeria en la Sombra img
Capítulo 13 Gabriel y Sebastián img
Capítulo 14 La Fiesta que Cambió Todo img
Capítulo 15 Engaños Descubiertos img
Capítulo 16 Planes de Fuga img
img
  /  1
img

Capítulo 4 La Carta Oculta

El día estaba en sus últimas horas, con la luz dorada del atardecer filtrándose a través de las cortinas de la sala de estar. La casa estaba silenciosa, el tipo de silencio que solo se puede encontrar en los hogares, donde la rutina y la falta de palabras han reemplazado las conversaciones cotidianas. Ana había pasado toda la tarde en su estudio, con la mente dividida entre las tareas cotidianas y los pensamientos que, desde hacía días, no la dejaban tranquila. Su mente, atrapada entre la niebla del cansancio y la inquietud, se sentía más pesada que nunca.

Había algo en el aire, algo que la acosaba, una sensación de que las piezas de su vida se estaban desmoronando y que nada podría devolverles la forma correcta.

Mientras revisaba unos papeles en su escritorio, un objeto diferente llamó su atención entre los papeles esparcidos. Una carta. Una carta simple, sin remitente, sin ningún indicio de quién la había dejado allí. Estaba doblada con cuidado, como si alguien hubiera tomado su tiempo para asegurarse de que permaneciera oculta, de que no fuera vista. Ana frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda al mirarla. Había algo inquietante en ese sobre, algo que la hacía sentirse expuesta, como si de alguna forma estuviera a punto de descubrir un secreto enterrado, una verdad demasiado peligrosa para ser revelada.

Tomó la carta con manos temblorosas, respirando con cautela antes de abrirla. Al hacerlo, sus ojos recorrieron las palabras con rapidez, como si su cuerpo intentara adelantarse a su mente, temerosa de lo que pudiera encontrar. Pero cuando leyó el primer mensaje, algo en su pecho se congeló.

"Si supieras lo que ocurrió aquella noche, no seguirías a su lado."

El golpe fue directo, implacable. Ana dejó la carta caer sobre el escritorio, su mente se desbordó en un torbellino de pensamientos. La "noche", ¿a qué noche se refería la carta? ¿Era la misma noche que había marcado un antes y un después en su vida, la noche del accidente? ¿O había algo más que se le había escapado hasta ahora?

La carta era críptica, ambigua, pero la amenaza de sus palabras era clara. ¿Qué sabía esa persona? ¿Qué se escondía en la sombra de su matrimonio, algo tan oscuro que podría destruirlo todo si se conociera? Un sudor frío recorrió su frente mientras intentaba asimilar el contenido.

¿De qué "noche" hablaba? ¿Qué había sucedido que ella no sabía?

Los recuerdos empezaron a volverse más vívidos, más inquietantes. Pensó en Sebastián, pensó en Gabriel, pensó en la extraña tensión que siempre había estado en el aire cuando ambos se encontraban, esa especie de corriente eléctrica no visible que parecía unirlos de alguna forma. ¿Había algo más entre ellos de lo que ella había podido percibir? ¿Había algo que Sebastián le había ocultado, algo que no quería que ella supiera?

Una oleada de dudas la invadió. Se levantó de su silla y comenzó a caminar por la habitación, de un lado a otro, sin encontrar descanso. ¿Quién había dejado esa carta? La caligrafía era desconocida para ella, no era la letra de Sebastián, ni la de Gabriel, ni de nadie que pudiera imaginar. Pero había algo en su contenido que la perturbaba de una manera visceral. El miedo a enfrentarse a la verdad era lo único que la mantenía inmóvil, aunque, al mismo tiempo, su necesidad de respuestas la empujaba a la acción.

- ¿Qué pasó esa noche? - susurró, casi en un murmullo, al sentirse atrapada entre el amor que todavía sentía por Sebastián y el abismo de posibilidades que se abría ante ella.

Ana sabía que no podía ignorar lo que había encontrado. La carta, con su mensaje ambiguo, le había dado un golpe directo, pero también le había ofrecido una pista, un indicio de que algo estaba profundamente mal. No podía seguir adelante sin respuestas. Pero, ¿a quién confrontar? ¿A Sebastián, su esposo, quien siempre había sido su roca, pero que ahora parecía esconder algo? ¿A Gabriel, el enigma que había resurgido en su vida con una fuerza peligrosa?

Decidió que no podía tomar ninguna decisión sin entender lo que realmente había sucedido, sin poder juntar las piezas del rompecabezas. Si la carta hablaba de una "noche", debía ser una noche crucial, algo que había quedado enterrado en el tiempo, pero que ahora comenzaba a resurgir como una sombra, dispuesta a desvelar secretos que tal vez nadie estaba preparado para escuchar.

El sonido de los pasos de Sebastián por el pasillo la hizo detenerse en seco. Él había llegado, probablemente tras una larga jornada de trabajo. Ana levantó la carta con manos firmes, escondiéndola rápidamente entre las hojas de un cuaderno que tenía sobre el escritorio. La mente de Ana estaba en caos, pero su rostro mostraba calma. Necesitaba tiempo. Necesitaba respuestas, pero no podía enfrentarse a Sebastián sin estar preparada.

Cuando Sebastián entró al estudio, su mirada inmediatamente se posó en ella. Parecía exhausto, pero no tan agotado como para no notar su tensa quietud.

- ¿Todo bien, cariño? - preguntó, sin sospechar lo que rondaba en la mente de Ana.

Ana lo miró a los ojos, y por un instante, su mente pasó rápidamente por todas las posibles respuestas, por las mil preguntas que aún no se atrevería a hacer. Pero algo en su interior le dijo que este momento no era el adecuado. No ahora.

- Sí, todo bien. - Respondió con una sonrisa tensa, casi imperceptible, que ocultaba la tormenta interna que la sacudía.

Sebastián la miró fijamente, como si quisiera decir algo más, pero se detuvo. La incertidumbre flotaba entre ellos, una presencia incómoda que ninguno de los dos se atrevía a abordar.

Ana sabía que pronto enfrentaría la verdad, pero aún no estaba lista para conocerla. Algo en su corazón le decía que lo que fuera que ocurrió esa noche cambiaría su vida para siempre. Y tal vez, también cambiaría para siempre a Sebastián.

Mientras él se retiraba a la sala, Ana no pudo evitar pensar que no importaba cuánto se esforzara en ocultarlo, el misterio estaba en el aire, y cada vez más, lo sentiría envolviéndola.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022