Me Quemo por Ti
img img Me Quemo por Ti img Capítulo 5 Mentiras a la Luz
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Capítulo 6 El Misterio de Gabriel img
Capítulo 7 Revelaciones Cruzadas img
Capítulo 8 El Viaje img
Capítulo 9 Confesión de Medianoche img
Capítulo 10 Regreso al Accidente img
Capítulo 11 Una Propuesta Inesperada img
Capítulo 12 Valeria en la Sombra img
Capítulo 13 Gabriel y Sebastián img
Capítulo 14 La Fiesta que Cambió Todo img
Capítulo 15 Engaños Descubiertos img
Capítulo 16 Planes de Fuga img
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Capítulo 5 Mentiras a la Luz

Las luces del hotel parpadeaban en la penumbra, creando sombras inquietantes en las paredes. El sonido bajo de la lluvia golpeaba los cristales de las ventanas, pero en la habitación, el aire estaba cargado de tensión. Sebastián estaba de pie cerca de la ventana, mirando al vacío, su rostro tenso, como si intentara reunir sus pensamientos. Frente a él, Valeria se mantenía firme, los brazos cruzados, su mirada fija en él como si estuviera esperando una respuesta que ya sabía que no sería fácil.

- ¿Cómo se enteró Ana? - la pregunta de Valeria rompió el silencio con una claridad cortante. Su voz, aunque calmada, escondía una amenaza latente que solo se hacía más evidente a medida que las palabras se deslizaban entre ellos. La incomodidad entre ambos era palpable, un abismo de mentiras y secretos que parecían tragarlos cada vez más.

Sebastián giró lentamente hacia ella, un destello de culpabilidad cruzando sus ojos antes de que pudiera controlarse. No dijo nada de inmediato, como si las palabras se le atragantaran, como si temiera que cualquier respuesta empeorara la situación.

- ¿Cómo se enteró Ana? - repitió Valeria, esta vez con un tono más urgente, más insistente. Había algo en sus ojos que reflejaba no solo frustración, sino también miedo. Como si el hecho de que Ana hubiera descubierto la verdad pusiera en peligro todo lo que habían construido en secreto.

Sebastián apretó los labios, dando un paso hacia ella. Su mente parecía estar a punto de estallar. ¿Qué podía decir? No podía contarle a Valeria que había sido su propia culpa, que él mismo había alimentado esa mentira durante tanto tiempo. Que había dejado que el fuego de su engaño creciera hasta volverse incontrolable.

- No lo sé... No sé cómo lo descubrió -su voz sonó más quebrada de lo que pretendía. Pero estaba claro que, aunque no comprendiera todos los detalles, sabía que el daño ya estaba hecho. Y, lo peor de todo, no había forma de arreglarlo.

Valeria lo miró fijamente, un brillo de desdén cruzando su rostro. Se acercó un paso más, sus palabras marcadas por una fría furia.

- ¿En serio? ¿Después de todo lo que hemos pasado juntos, no sabes cómo se enteró? - Sus palabras eran venenosas, llenas de una ira contenida, una rabia por ser puesta en una situación tan comprometida. Valeria nunca había sido tonta. Siempre había sospechado que el control de Sebastián sobre la situación se estaba desmoronando, pero nunca imaginó que Ana, su esposa, llegaría a enterarse.

Una explosión de frustración estalló en el interior de Sebastián. Se pasó una mano por el cabello, claramente agitado, como si estuviera intentando buscar una solución mágica que no existía.

- ¡No lo sé! Pero ahora todo está fuera de control... o está fuera de mis manos. No sé qué hacer -las palabras salían de su boca como una avalancha, su voz llena de desesperación. La situación se había salido completamente de su control. El amor por Ana, la atracción por Valeria, y la mentira que había ido tejiendo durante tanto tiempo se estaban apretando como una cuerda al cuello.

Valeria no parecía impresionada. Se acercó aún más, de forma que sus rostros estaban ahora tan cerca que la respiración de ambos se mezclaba en el aire cargado de tensión.

- ¿Crees que te va a perdonar, Sebastián? - la pregunta era tan directa como una daga. Las palabras resonaron en el aire, llenas de una dureza que hizo que el corazón de Sebastián se detuviera por un segundo. Había algo en la mirada de Valeria, una mezcla de arrogancia y miedo, como si también estuviera al borde de perderlo todo.

- No lo sé... - Sebastián suspiró, derrotado. La verdad lo golpeaba con fuerza, y por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente vulnerable. Había mentido, había traicionado, pero nunca había pensado en las consecuencias de sus actos.

El sonido de un teléfono móvil interrumpió la conversación, el timbre estridente llenando la habitación. Sebastián lo miró, como si ese sonido fuera una señal de su destino inminente. Sabía que, en cuanto contestara, todo lo que había intentado ocultar se desmoronaría aún más. Valeria se tensó, notando la creciente incomodidad de Sebastián. Pero no dijo nada.

Él se acercó a la mesa donde el móvil descansaba. Miró el nombre en la pantalla: Ana. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral. No tenía idea de lo que ella quería, pero no podía evitar sentirse atrapado, como si el peso de la culpa lo estuviera aplastando. ¿Qué respondería? ¿Sería capaz de mentirle de nuevo?

Miró a Valeria, y luego volvió la vista al teléfono. Su respiración se hizo más pesada. Finalmente, suspiró y aceptó la llamada.

- ¿Ana? - dijo con voz tensa, temiendo lo peor.

Al otro lado de la línea, la voz de Ana sonó clara, pero había algo en ella que lo dejó helado. Un tono frío, firme, como si no fuera la misma mujer de antes.

- Sebastián, tenemos que hablar. - Ana, apenas hizo una pausa antes de continuar-. Te vi esta mañana. Sé lo que has estado haciendo. Y no te voy a permitir que sigas mintiéndome.

La llamada terminó abruptamente. Sebastián se quedó mirando el teléfono, completamente congelado, mientras una oleada de pavor lo invadía. Ana sabía. La mentira había llegado a su fin. Ya no había marcha atrás.

Valeria observaba en silencio, sus ojos brillando con una mezcla de rabia y satisfacción, como si el destino de Sebastián ya no fuera tan importante para ella.

- Esto es solo el principio, Sebastián. - murmuró, con una sonrisa sombría, mientras se retiraba de la habitación.

                         

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