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Samuel revisaba su teléfono con una mezcla de ansiedad y resignación. Desde que había aceptado ser el "coach del amor" de Laura, cada mensaje suyo era una pequeña puñalada.
Esa mañana, ella le había enviado un audio corto:
-Sammy, hoy es el día. Voy a aplicar lo que me dijiste. ¡Deséame suerte!
Y él, como el masoquista emocional que era, le había respondido con entusiasmo fingido.
-Vas a brillar. Mantenme al tanto.
Ahora, horas después, estaba en su oficina con una taza de café ya fría y el teléfono en la mano, esperando un mensaje de actualización. No debería importarle tanto. Tenía reuniones importantes, un contrato millonario que cerrar, decisiones que tomar. Pero nada de eso tenía el poder de afectar su estado de ánimo como lo hacía un simple mensaje de Laura.
Finalmente, el teléfono vibró.
Laura: "¡Funcionó! ¡Dios, Sammy! Me miró diferente hoy. Notó mi ropa, me hizo un cumplido y hasta se rió más de lo normal con mis chistes. ¿Sabías que tiene una risa adorable? 💕"
Samuel exhaló lentamente, tratando de ignorar la presión en su pecho.
Samuel: "Te lo dije. Solo necesitabas un empujoncito."
Laura: "¡Eres el mejor! ¿Cuándo tengo mi siguiente lección?"
Samuel: "Cuando quieras. Coach disponible 24/7."
Era una mentira. No estaba disponible. No quería estarlo. Pero decirle que no significaría alejarse, y no estaba listo para eso.
Más tarde, esa noche, Laura lo llamó por videollamada.
-Sammy, tienes que ayudarme con algo más.
Él se acomodó en el sofá de su departamento, su laptop aún abierta con pendientes que claramente iba a ignorar.
-Dime.
-Mañana vamos a salir en grupo después del trabajo. Incluyendo Andrés. ¿Cómo hago para que note que no soy solo su amiga?
Samuel se masajeó las sienes. Era irónico. Ella preguntándole cómo evitar la friendzone cuando él llevaba atrapado allí más de una década.
-Ok, escucha bien. -Se inclinó hacia la cámara-. Tienes que marcar la diferencia entre cómo interactúas con los demás y cómo lo haces con él.
-¿Cómo así?
-Con los demás, sé la Laura de siempre: simpática, relajada, con esa energía que siempre has tenido. Pero con él... hazle sentir que es especial. Míralo de manera distinta. Mantén el contacto visual por más tiempo del que normalmente lo harías. Si se acerca a ti, no te apartes. Y cuando hables con él, asegúrate de que note que le prestas más atención que a los demás.
Laura asintió, tomando notas en una libreta como si él estuviera dándole instrucciones de negocios en lugar de enseñarle a enamorar a otro hombre.
-¿Y si no reacciona?
Samuel tragó saliva.
-Si no reacciona, entonces él no merece tu esfuerzo.
-Uy, qué filosófico, Sammy. Pero tienes razón. Voy a intentarlo.
Él sonrió débilmente.
-Vas a estar increíble.
-Siempre sabes qué decir. -Laura apoyó la cabeza en una mano-. No sé qué haría sin ti.
Samuel se rió suavemente, pero el dolor era real.
Si supieras lo que haría yo sin ti, Laura...
Al día siguiente, Samuel trató de concentrarse en su trabajo, pero su mente estaba en la salida de Laura con Andrés. Imaginársela riendo, mirándolo con esa chispa de interés, tocándole el brazo tal como le había enseñado... era un tormento.
Pero la peor parte llegó cuando ella le envió otro mensaje cerca de la medianoche.
Laura: "Sammy, creo que esto está funcionando. Hoy pasamos más tiempo juntos. Me invitó a caminar un rato después de la salida. Fue genial. Me sentí... diferente. Como si realmente me estuviera viendo."
Samuel soltó una carcajada amarga.
Samuel: "Me alegro. Es un avance."
Laura: "Lo es. ¡Gracias! No sé qué haría sin mi mejor amigo."
Y allí estaba la palabra maldita otra vez. Mejor amigo.
Samuel dejó el teléfono a un lado y cerró los ojos.
Había aceptado este juego con la esperanza de que, en el proceso, Laura pudiera darse cuenta de que quien realmente la amaba era él.
Pero en cambio, estaba consiguiendo exactamente lo contrario. Estaba entrenándola para enamorarse de otro.
Y no tenía idea de cómo detenerlo.