Capítulo 3 Negociaciones y Condiciones

Emily pasó el resto de la mañana en un estado de confusión absoluta. Después de su conversación con Alexander, se encerró en el enorme baño de la suite, con la esperanza de que una ducha caliente pudiera aclarar sus pensamientos. No funcionó.

El agua resbalaba por su piel, pero su mente no dejaba de girar en círculos. ¿Cómo había llegado a esto? Un viaje a Las Vegas para celebrar su nuevo trabajo había terminado en un matrimonio accidental con un CEO multimillonario. Y ahora él quería que se quedaran casados por seis meses, como si fuera la cosa más normal del mundo.

Al salir de la ducha, envolvió su cuerpo en una toalla esponjosa y se miró en el espejo. Su reflejo le devolvió la mirada con el ceño fruncido. ¿De verdad estaba considerando esto?

Claro, el acuerdo tenía beneficios evidentes: estabilidad financiera, comodidad, e incluso un poco de aventura en su monótona vida. Pero también significaba estar bajo el ojo público, fingir estar enamorada y vivir con un hombre que apenas conocía.

Tomó una bocanada de aire y salió del baño, encontrándose con Alexander sentado en el sofá de la suite, con su teléfono en una mano y una taza de café en la otra. Se veía impecable, como si la resaca no lo hubiera afectado en absoluto. Llevaba una camisa blanca abierta en el cuello y un par de pantalones oscuros que acentuaban su postura relajada pero dominante.

Él levantó la vista cuando ella entró en la habitación.

-¿Has tomado una decisión?

Emily se mordió el labio, todavía insegura.

-Tengo preguntas.

Alexander asintió, como si hubiera esperado eso.

-Adelante.

Ella respiró hondo y se sentó en una de las sillas frente a él.

-Si acepto, ¿cuáles serían las reglas?

Alexander dejó su café en la mesa y se inclinó ligeramente hacia adelante.

-Primero, estableceríamos un contrato legal. Todo quedará por escrito para que ninguno de los dos se sienta atrapado en esto.

Emily asintió lentamente.

-Bien... ¿Y en cuanto a la convivencia?

-Viviremos juntos en mi casa, al menos cuando estemos en la misma ciudad. Pero tendrás total libertad para seguir con tu vida y tu trabajo.

-¿Trabajo? -preguntó, arqueando una ceja-. ¿Crees que podré mantener un trabajo normal mientras la gente me sigue con cámaras?

Alexander sonrió ligeramente.

-Si decides trabajar, puedo asegurarme de que tengas la privacidad necesaria. Mi equipo de relaciones públicas manejará la narrativa. No estarás prisionera, Emily.

Emily. Era la primera vez que él decía su nombre con tanta naturalidad, y por alguna razón, un escalofrío le recorrió la espalda.

-Bien. ¿Y en cuanto a... lo físico?

Los ojos de Alexander brillaron con diversión.

-¿A qué te refieres?

Emily sintió el calor subirle al rostro. Genial. Ahora suena como si estuviera preguntando si vamos a dormir juntos.

-Me refiero a si habrá algún tipo de demostración pública de afecto.

Alexander se apoyó en el respaldo del sofá, cruzando una pierna sobre la otra.

-Tendremos que parecer convincentes. Así que sí, puede que haya tomas de manos, abrazos y, en eventos importantes, besos.

Emily tragó saliva.

-¿Y en privado?

Alexander sonrió de lado.

-En privado, todo dependerá de nosotros. No tienes que hacer nada que no quieras.

Ella sintió que su rostro ardía aún más, pero asintió.

-Está bien... Y, ¿qué pasa si uno de los dos quiere terminar antes de los seis meses?

Alexander pareció considerarlo.

-Si alguno de los dos decide que no puede continuar, hablaremos antes de hacer algo público. Pero lo ideal es cumplir con el tiempo establecido para evitar rumores innecesarios.

Emily se quedó en silencio un momento, procesando todo. Era una locura. Una completa locura.

Pero una parte de ella-la parte aventurera que casi nunca dejaba salir-le decía que tal vez esto no era tan malo. Era solo un acuerdo temporal, y al final, volvería a su vida normal.

Además, no todos los días una chica corriente termina casada con un millonario guapo.

Finalmente, suspiró y miró a Alexander a los ojos.

-De acuerdo. Acepto.

Alexander no mostró sorpresa. Simplemente tomó su teléfono y marcó un número.

-Tracy, prepara el contrato. Mi esposa y yo pasaremos por la oficina más tarde.

Emily parpadeó.

-¿"Mi esposa y yo"?

Alexander le dedicó una sonrisa encantadora.

-Tenemos que empezar a acostumbrarnos.

Emily soltó un suspiro. ¿En qué demonios se había metido?

            
            

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