Mycalyna - La reina del Este
img img Mycalyna - La reina del Este img Capítulo 5 Soy una entrometida
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Capítulo 8 Ofensa img
Capítulo 9 Solo te veo como amigo img
Capítulo 10 Somos amigos img
Capítulo 11 Una profunda conversación img
Capítulo 12 Una muerte dolorosa img
Capítulo 13 No eres mi tipo img
Capítulo 14 Invitación de Jerónimo img
Capítulo 15 Mi primer beso img
Capítulo 16 ¿Qué sucede entre los dos img
Capítulo 17 No tienes nada con él img
Capítulo 18 ¿Salida al cine img
Capítulo 19 No contesto sus llamadas img
Capítulo 20 Otra vez en la clínica img
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Capítulo 5 Soy una entrometida

Sharon realizó movimientos de hombre grandote, haciéndome sonreír ante su mala imitación.

-No estoy de acuerdo, solo le gusta llamar la atención, además esa cantidad de aretes por su rostro no se le ven nada agradable. -Fue mi respuesta.

-Hablo de que es muy atractivo.

Mordió un trozo de manzana verde, me miró con cara dé; «era nuevo, puedes hacer amistad».

-Aparte de compañero, también es mi vecino.

Además, ya intenté ser amable y no resultó. Quise decirle, pero preferí quedarme callada.

-¡Qué bien! -Me dio un codazo-. Está como quiere, ya todas las mujeres se le quieren meter por los ojos.

-Eso parece.

Sharon era mayor unos meses y somos amigas desde que llegué al barrio después de la muerte de mis padres. Nos conocimos en el cementerio. Cuando la conocí, prometió quedarse siempre a mi lado, además tiene una sutileza para manipular increíble, sabe convencerlos a la gente. Era una linda pelirroja, más sociable y amigable, de ojos verdes claros.

» La abuela dice que la tienes olvidada, como ahora tienes novio, ya no visitas. -También realizaba el comentario por mí.

-Me daré una pasadita para comer esos deliciosos mofles de caramelo. -Le sonreí-. El jueves sin falta me iré contigo a pasar la tarde a tu casa.

-Perfecto. Ya debo regresar a clase. -dije con una desagradable mueca en la cara.

-¿Siguen molestándote? -suspiró.

-Ya me he acostumbrado, además mi gran amiga no siempre estará ahí para protegerme, debo salir del cascarón ¿no lo crees?

Nos despedimos, caminé de nuevo en dirección a la clase de historia. Al entrar, el nuevo compañero esperaba sentado. No lo miré, me senté en el centro de nuevo y saqué mis notas. Espero nada más vuelva a pasar. Ese joven me hizo sentir más insignificante que nunca. En total compartía cuatro clases con el vecino, no cruzamos palabra después de lo ocurrido en la mañana. Regresé caminando a casa, al llegar él se bajaba de su imponente auto con Katrin Stevan, una compañera. -¡Por Dios!, si solo tienen horas de conocerse y ya... ¿Se besan en esa forma?

Ingresé a casa, pasaré sola la tarde. En la nevera había una nota donde decía, qué después de la floristería, pasaría por el supermercado. La cena la había dejado en el horno por si se demoraba. -A veces me pregunto, ¿dónde se meterá dos veces por semana?- No comí, preferí bajar al sótano para despejarme un poco de la rabia reprimida. Practicando lograba canalizar la energía, era lo que necesitaba.

Me puse con mis piernas cruzadas la una sobre la otra, relajé mis siete puntos energéticos para intentar sentirme liviana. Fue una tarea complicada al principio, pero una vez la dominas, tu cuerpo crea una armonía con el mismo entorno y te conviertes en parte de ello. Como resultado obtienes el peso de una pluma y así, como dice mi entrenadora, lograrás levantarte.

Cerré mis ojos, recreé el espacio del sótano con mi tercer ojo, era como verlo con gafas nocturnas, lograba mirar el campo magnético de los objetos a mi alrededor, gracias a las ondas de energía que emitía. Al tener el cuerpo relajado, me ordené volar, de forma automática floté, recorrí la habitación, solté mis piernas. El cuerpo se desplazaba de un lado al otro, lo había logrado por fin, sentí felicidad por ello. Abrí los ojos para confirmar si podía mantenerme así y mover los objetos. Al hacerlo la abuela me miraba con una señora de unos cuarenta años, delgada, vestida de blanco, con el cabello gris. Ambas observaban. En sus ojos vi la ilusión de un logro alcanzado.

-Lo lograste muy rápido.

Comentó sorprendida. Yo le sonreí, alcé mis brazos para que los objetos se alzaran, cuando bajé ellos también lo hicieron.

-¿No te demorarías?

-Se presentó algo. -sonrió, miró a su compañera, me crucé de brazos.

-¿Cuándo comenzamos con la siguiente clase? -Se acercó con su acompañante-. ¿Otra profesora de magia?

-¡Yelena! -No pude evitar reírme, bajé la mirada en señal, dé lo siento.

-¿Magia? -La señora le preguntó.

-Bueno... -Se encogió de hombros-. Es un concepto... después te lo explico, basta con decirte que los humanos no tienen nuestras habilidades, si te ven realizando ciertas maniobras nos tildarán de magos hasta pueden llamarnos brujos. -Se miraron-. Sinónimo de hechicero.

-¡Si ese es el caso, nosotros somos buenos! -respondió ofendida-. Jamás hemos practicado... bueno, solo los del Norte se han entregado la vida a las artes oscuras.

-Los humanos no han evolucionado.

Puse mis ojos en blanco, en parte tenía razón. La especie humana estaba atrasada en cuando a su evolución en desarrollar al máximo su cerebro al máximo, desperdiciamos. -Me incluyo en el montón-. El tiempo para desarrollar la capacidad telepática, nos encontramos atrapados en el consumismo y no nos detenemos a pensar: ¿Qué alimentación nos conviene?, solo queremos mantener el estómago lleno. ¿Qué era lo que en verdad necesitamos? Nos venden un estilo de vida fuera de la realidad.

A este punto ya la humanidad se ha perdido, nos absorbieron por completo. Tan lavado nos tienen el cerebro que, si no tenemos auto, somos infelices, si no tenemos la casa grande jamás construiremos una verdadera familia, si no viajamos por el mundo carecemos de cultura. Cuando la vida se disfruta de pequeñeces, de momentos, de gestos amables, sonrisas sinceras y lealtades.

-Hija, te presento a Milnay. -arrugué la frente, ¿Qué clase de nombre era ese? Le ofrecí la mano.

-Mucho gusto Milnay. Yelena. -Me presenté.

-El placer es mío... -Sus ojos brillaron-. Tu energía es genuina.

Puse el escudo, fue la primera enseñanza de la abuela, los del Norte pueden detectarme. Cuando niña no le presté atención, solo cuando pasaron varios sucesos ilógicos lo comprendí. Para muchos mi energía era atrayente, yo lo veía escalofriante.

Recordé la noche en... bueno, ella no quiere hablar del tema, fue la primera vez que la vi luchar, mató a ese hombre de manera tan fría y sin remordimiento, no fue la mujer amable o la tierna abuelita.

Ese individúo intentó embrujarme. No recuerdo muy bien lo sucedido, pero tenía el cuchillo listo para hacerme daño yo misma. Esa fue la prueba definitiva, desde ahí tomé en serio sus enseñanzas.

-¿No me creíste? -comentó la abuela mientras se dirigía a las escaleras.

-Virginia... -Se encogió de hombros-. Jamás había sentido esa clase de energía. La recuerdo un poco más baja.

-Ya sabes, es nuestra emperatriz y regresó en el mismo nivel de nuestro rey. -¿De qué hablarán?- Es la misma energía, la misma con más fuerza. -Siguen con el mismo cuento.

-Por ella desapareciste por todos estos años, nadie sabía de ti. Después de la última reunión de la élite. -¡Vaya! ¿Tenemos élite y toda esa parafernalia?

-Ya sabes el motivo.

La abuela alzó la voz mientras subía las escaleras. La seguimos, era un poco incómoda su mirada. Cerré la puerta del sótano.

» Siempre he estado al tanto de lo que sucede en Alma, no he descuidado mis responsabilidades, además quedaste al frente día a día.

-Nos costó ubicarte. ¿Cuándo entrará?

¿A dónde me van a llevar?, Sería bueno echarle un vistazo a ese mencionado mundo Alma.

-Cuando se encuentre lista, aún falta, debe permanecer en la Tierra hasta la mayoría de edad terrícola. -Se miraron mientras me movía impaciente, detesto el que hable de esa forma de mí.

-¿Pueden ponerme al tanto? -intervine agitando las manos para hacerme notar.

-Aún no.

Contestaron al tiempo, volví a poner mis ojos en blanco. Cenamos juntas. Milnay resultó ser la mano derecha de la abuela en la sociedad del mundo Alma, nada más y nada menos. Veo cuán importante era.

-¡Vaya!, hasta ahora me entero de que eres la maga mayor. -Se miraron desaprobando el comentario.

-¡Yelena! -abrió mucho sus ojos. Solté la risa.

-¡Perdón!

Tomé el plato y los llevé a la cocina. Esto era lo mejor de ser parte extraterrestre, era no hacer nada, con solo desearlo, los platos se limpiaban o ensuciaban por arte de magia.

» ¡Voy a mi recámara!

Les dije mientras subía las escaleras del segundo piso.

-Puedes irte y dejar los platos lavándose ¿sin supervisión? -La miré, arqueé una de mis cejas con una leve sonrisa.

-Se nota abuela la poca atención que has depositado en mí. -Se mordió el labio, parecía enojada.

-Mejor termina de hacer tus tareas.

Ingresé a la habitación sonriendo. Escuché el motor de un auto, al asomarme era Milnay con despidiéndose de la abuela, hice lo mismo desde la ventana, correspondió el gesto. Cerré las cortinas, al dirigirme a la otra ventana; la que quedaba frente a la habitación de Jerónimo para cerrarla, él se encontraba sentado en el techo. ¿Qué hace ahí?, en vez de cerrar lo que hice fue salir al balcón y como si fuera su hermana lo regañé.

-¡Disculpa!, ¿quieres matarte?

Su mirada inexpresiva, pasé saliva de manera brusca, sin embargo, no me importó, en un tono más suave le volví a decir.

» No es un buen lugar para meditar.

Katrin salió de su cuarto al pequeño balcón igual al mío, su habitación era similar a la mía.

-¿Ya terminantes de fumar? -¿Fumar?... No olía a ninguna hierba o cigarro-. ¡Baja, ya debo irme!

Se levantó con una seriedad en su rostro, estaba triste, sí, era un chico muy solitario, sentí pena por él. Era el típico humano el cual esconde su dolor, sus temores, sus demonios internos y se pone una máscara para encarar al mundo. Me sentí identificada.

Con mucha agilidad cayó al balcón, le ofreció una seductora sonrisa. Los vi besarse frente a mí, fue tan sucia la forma en como ella lo besaba. Suspiré, di la vuelta, no quiero ver un espectáculo, la muy tonta realizó un comentario y eso voló mis casillas, ¿por qué siento rabia?

» ¿Jamás has besado verdad simplona? -giré para quedar frente a ellos, él esperaba una respuesta.

-No me interesa lo que creas, jamás seré una mujerzuela si a eso te refieres.

-¡¿Cómo me dijiste?!

            
            

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