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El reloj marcaba las siete de la mañana cuando Sofía entró en su oficina. A pesar de las pocas horas de sueño, se mantenía erguida, con la mirada fría y calculadora. Sabía que el golpe que había dado a Ferrer & Asociados no quedaría sin respuesta.
Andrés llegó poco después, con el teléfono en la mano y una expresión de preocupación.
-El daño está
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