Capítulo 5 Entonces, hagamos una apuesta

Por otro lado, Collin regresó a Villa Vista y se dirigió directamente a su estudio.

Aunque la sociedad lo consideraba un inútil discapacitado, en ese momento estaba parado y erguido, sin rastro de su anterior desaliento. Se colocó frente al ventanal, con una expresión fría e ilegible mientras observaba el mundo que se extendía abajo.

De repente, sonó su celular; le estaba marcando Dustin Wade, su amigo de la infancia.

"Hola, Collin", empezó este, casualmente. "Ya investigué a tu esposa y no hay nada sospechoso en ella: sus antecedentes están limpios. Además, el día de la boda se casó contigo porque su novio la dejó plantada en el altar".

"Tú mejor que nadie sabes que las jóvenes ricas de la ciudad te evitan como a la peste, porque piensan que eres un discapacitado repudiado por su familia, es decir, un perfecto paria. ¿Pero Linsey? Ella tuvo el coraje de acercarse a ti y casarse contigo. Debo decir que es una mujer muy valiente", agregó, en un tono juguetón.

Tras una pausa, añadió en un suspiro: "Sin embargo, no puedo evitar preguntarme... ¿cómo reaccionará cuando descubra la verdad?".

"No tendrá la oportunidad. Apenas se enteró de mi identidad, inventó una excusa y se fue. Probablemente no la vuelva a ver", respondió Collin, en un tono firme y sin emoción.

Honestamente, no se sorprendió, pues desde el accidente, el rechazo y el desprecio se habían convertido en parte de su vida. Y el hecho de que su posición fuera muy baja al interior de la familia Riley solo contribuyó a su aislamiento, lo que había terminado por insensibilizarlo ante todo.

De hecho, la gente solía decir que cualquier mujer que se casara con alguien como él, un hombre sin futuro, estaba tirando su vida a la basura.

Por otra parte, Dustin no compartía su opinión.

"No creo que ella sea así", replicó con una sonrisa. "Solo piénsalo: ¿cuántas mujeres se atreverían a cambiar de novio el día de su boda. Mi instinto me dice que ella no es de las que salen huyendo. Como ya se casó contigo, no creo que desaparezca así como así".

Siguió hablando; su interés cada vez era más grande y su entusiasmo más evidente en su voz. "¿No me crees? Entonces, hagamos una apuesta. Apuesto a que Linsey volverá pronto. Si gano, me darás el terreno a las afueras de la ciudad. ¿Trato?".

"¿Y si pierdes?", pronunció Collin, alzando una ceja, en un tono tranquilo y calculador.

"No voy a perder, ¿de acuerdo?", expresó su amigo. No logró decir más, pues sintió que el aura helada de Collin se filtraba por el celular, causándole un escalofrío, así que rápidamente se retractó. "Bien. Si pierdo, puedes pedirme una propiedad de valor similar. ¿Trato?".

Collin no creía que Linsey fuera a regresar, así que soltó un frío bufido, que su interlocutor interpretó como un acuerdo tácito.

Justo cuando él estaba a punto de colgar, el mayordomo tocó su puerta y le avisó: "Señor Riley, la señora Riley está aquí".

...

Linsey, arrastrando su maleta tras ella, entró en la villa y escaneó el lugar con la mirada. Le parecía que todo estaba silenciosamente extraño; además, sentía que el aire estaba desprovisto de cualquier calidez o comodidad.

Tras un rápido vistazo, se percató de que había muy pocos muebles. En realidad, la casa tenía tan pocas cosas que parecía vacía; el sitio era muy diferente al que uno esperaría de un joven de una familia adinerada.

Reflexionó en silencio que, como ahora estaba casada con Collin, ¿no debería tener derecho a ocuparse de todo aquí?

De todos modos, no viviría en un lugar tan frío y falto de vida. Definitivamente, necesitaba hacer algunos cambios.

Mientras pensaba en las remodelaciones que quería hacer, su esposo apareció de repente, maniobrando su silla de ruedas.

Collin se le quedó viendo con sus ojos oscuros e inescrutables. La verdad, no esperaba que su amigo tuviera razón: Linsey había regresado.

Aunque estaba sorprendido, logró ocultarlo y mantuvo su expresión imposible. Luego, sus ojos se posaron en la maleta que estaba detrás de ella y le preguntó: "¿Te tardaste tanto para empacar tan poquito?".

'Por supuesto que no. También me tomé un tiempo para darles una lección a Felix y Joanna', consideró ella con amargura, aunque se guardó eso para sí misma.

"Este lugar está un poco lejos y yo nunca había venido, así que me perdí y deambulé un rato hasta que lo encontré. Por eso tardé tanto", respondió ella simplemente, con un tono suave y neutral.

Collin asintió, manteniendo su expresión inescrutable, mientras se daba la vuelta en su silla de ruedas. "Sígueme", indicó.

Linsey lo siguió rápidamente, con pasos ligeros pero vacilantes. Tenía la mirada fija en la silla de ruedas, mientras se debatía en si debía ayudarlo o no. Antes de que tomara una decisión, él se detuvo.

La habitación estaba en el primer piso. Ella se asomó al interior y recorrió con la mirada las paredes desnudas y la decoración minimalista. Al igual que el resto de la villa, esa recámara no irradiaba calidez, pero estaba limpia y ordenada.

"¿Me quedaré aquí esta noche?", inquirió, con la voz teñida de incertidumbre.

"Sí, te quedarás aquí, conmigo", respondió él con frialdad y una ligera sonrisa en la comisura de sus labios, pues había visto su expresión de reojo.

Linsey se congeló y sintió que su corazón latía violentamente. Con los ojos muy abiertos por el shock, volteó a verlo e, incapaz de comprender sus palabras, soltó: "¿Qué... acabas de decir?".

'¿Acaba de insinuar que dormiremos juntos esta noche?', se preguntó, con el pulso acelerado.