Divorciada, Luego Esposa Mimada de un CEO
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10
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Capítulo 10 Capítulo 10

Queitán rugió con rabia y le rasgó la blusa con ambas manos. Se oyó el sonido de botones cayendo al suelo.

Le quitó la blusa con su manaza y Charlize, d*snuda, sintió un poco de frío.

Se sintió humillada y avergonzada. Levantó la mano y trató de defenderse. "¡Ay, me duele!".

Al levantar la mano derecha, sintió un dolor intenso.

"No te muevas".

Queitán la agarró fuerte por los hombros y le lanzó una penetrante mirada de advertencia.

Charlize se sintió un poco culpable cuando él la miró así. Se miró su brazo derecho por el rabillo del ojo y vio una mancha de sangre en su blusa blanca.

Debió de haberse herido cuando se echó a Caín sobre el hombro. Usó demasiada fuerza y estaba sangrando por su vieja herida.

Con su manaza, Queitán le acarició la herida. Se había cortado con fragmentos de vidrio en la casa de la familia Herández. A pesar de que ya hacía una semana y de que la habían suturado, la herida era tan profunda que era difícil de sanar.

Estaba sangrando nuevamente. La sangre, de un color rojo oscuro, descendió por sus hermosos brazos, lo cual fue un poco aterrador.

"¿Dónde está la caja de medicinas?", preguntó Queitán con voz fría.

Charlize no se atrevió a moverse. Señaló un viejo botiquín que estaba en el extremo opuesto. "Allí".

Queitán se irguió y la miró, advirtiéndole que no se moviera.

Charlize bajó la vista y se sonrojó ante la mirada de Queitán.

Ella sabía que él estaba buscando una caja de medicinas para detener el sangrado, pero la había desnudado y su pecho quedó solamente cubierto por el sostén, por lo que se sentía realmente avergonzada de mirarlo.

Queitán no quería ser indelicado con ella. Tomó una gasa y peróxido de hidrógeno en el pequeño botiquín y le puso vendas.

Como la herida era un poco profunda, Charlize no pudo evitar fruncir el ceño cuando él le aplicó el peróxido de hidrógeno.

Queitán la miró. Estaba distante y callado, pero se volvió mucho más gentil.

Finalmente, se dio la vuelta para guardar el botiquín y Charlize volvió a ponerse la blusa de inmediato.

Cuando Queitán puso todo en orden y volvió a mirarla, ella ya se había puesto el abrigo. Lo miró con nerviosismo y cortedad, y le dio las gracias.

Queitán la ignoró, pero estuvo un rato mirándola, como si estuviera pensando en algo.

"Regresa", dijo súbitamente, y caminó en dirección a la puerta.

Pero Charlize no fue tras él. Cuando Queitán llegó a la puerta, la miró con cierta insatisfacción y le repitió que volviera con la familia Herández.

Charlize se sentó en la silla de madera con una expresión extraña, enigmática. "Oh, tengo que esperar a que mi tía regrese. Tengo algo que decirle". Sentada en la silla, se mostró un poco reacia a moverse.

"Tu tía ha estado probando un medicamento nuevo recientemente. Todavía está en el sanatorio y no podrá regresar por el momento", le dijo Queitán con una voz inexpresiva.

Charlize se sorprendió un poco al ver que él sabía eso.

Ya no tenía ninguna excusa, y se miró el tobillo. Entonces se mordió los labios con fuerza, se preparó y se puso de pie. Lo siguió de mala gana.

Queitán parecía estar pensando en otra cosa. Cuando la vio venir, no le prestó mucha atención.

Iba uno delante y el otro atrás. Como no había ascensor en este antiguo edificio de apartamentos, Charlize tenía que bajar las escaleras desde el quinto piso.

Sentía un dolor punzante en el tobillo a cada paso que daba. Aguantó, pero estaba pálida.

Queitán caminaba más rápido que ella a causa de sus piernas largas. Cuando salió del edificio de apartamentos, se dio la vuelta y no vio rastro de Charlize.

Frunció levemente el ceño y se quedó parado allí, mirando con impaciencia hacia las escaleras.

Al levantar la cabeza, quedó impactado. Con el semblante lóbrego, subió la escalera de dos en dos peldaños y la vio sentada en los escalones del segundo piso.

"¿Eres tonta? ¿Por qué no me dijiste que te dolían los pies?". La frígida voz de Queitán ahora transmitía mucha ira.

A Charlize le dolían mucho los pies y, por alguna razón, se sintió mal cuando él le gritó.

¿Por qué la reprendía? "No es asunto tuyo".

A Queitán se le ensombreció el rostro. Miró con impaciencia su expresión tenaz y se inclinó para levantarla.

Charlize se sintió muy incómoda cuando él, de pronto, la abrazó. Inconscientemente luchó. "Bájame, puedo andar sola".

"¿Puedes andar sola?". Queitán repitió sus palabras y la miró fijamente con sus ojos esquivos.

Parecía estar completamente enojado, y se paró en seco.

La dejó en el suelo y ella se apoyó en la barandilla oxidada del apartamento de la derecha.

Queitán estaba a su lado, mirándola, como si estuviera viendo una obra de teatro.

Con indiferencia, la instó a que bajara.

'Charlize, ahora baja tú sola'.

Estaba un poco timorata. Se sintió atemorizada y vulnerada cuando oyó la voz lúgubre de Queitán.

Empero, era tan obstinada que lo fulminó con la mirada, se mordió los labios, estiró el pie izquierdo y dio un paso. No podía permitir que él la menospreciara. Tenía que andar sin ayuda.

De hecho, tenía un esguince en el tobillo y, después de bajar desde el quinto piso, lo tenía magullado e hinchado.

Estiró el pie izquierdo, pero el derecho estaba demasiado débil para sostenerla. Perdió el equilibrio y cayó hacia delante.

Soltó un "ay", cayó y golpeó el suelo con la rodilla.

Rápidamente se aferró a la barandilla del lado derecho de la escalera. La lesión no era grave, pero ella parecía estar muy incómoda.

"Párate. Te estoy diciendo que te levantes. Dijiste que podías caminar sola, así que hazlo".

Queitán se quedó mirándola sin la menor intención de ofrecerle ayuda. Solo continuó instándola con su voz fría.

Charlize sintió ganas de llorar debido a la indiferencia en la voz de él.

Se agachó y no tuvo fuerzas para volver a ponerse de pie.

Su tobillo derecho palpitaba de dolor y bajó la cabeza. Con ambas manos, se sujetó fuertemente del pasamanos de las escaleras, y aguantó.

Realmente quería demostrarle a él que ella podía valerse por sí misma.

Pero de veras le dolió.

"Estoy radiante", dijo jadeante.

La mirada de Queitán se hizo más penetrante mientras la observaba. "¿Qué dijiste? Habla más alto", gritó con voz fría y severa.

"Estoy radiante".

Charlize levantó la cabeza y le lanzó una mirada que revelaba su gran tenacidad, ella no podía sucumbir.

Queitán la miró a los ojos y, por alguna razón, se compadeció de ella.

La advirtió con sequedad: "Será mejor que te portes bien en lo sucesivo". Dio un paso al frente y la levantó.

Esta vez, Charlize no luchó, pero todo su cuerpo se tensó cuando él la llevó cargada escaleras abajo.

El pecho de Queitán era grande y robusto. Ella se acurrucó en sus brazos, sin atreverse a moverse. Sentía los fuertes latidos del corazón de Queitán, así como su singular aliento, frío y suave. Era realmente difícil llevarse bien con este hombre.

"Señorito".

En la parte de fuera, el conductor de la familia Herández estaba a punto de subir las escaleras para buscar a Charlize. Cuando vio que Queitán la llevaba cargada, se sorprendió.

"Abre la puerta", ordenó Queitán con voz fría.

Metió a Charlize en el auto. La expresión de ella era de incomodidad.

Cuando él se inclinó para abrocharle el cinturón, quedaron tan cerca el uno del otro que Charlize se avergonzó. Se giró instintivamente.

"Charlize".

El rostro de Queitán se ensombreció e inmediatamente levantó la cabeza. Su voz grave gritó su nombre con enojo y con calidez.

Charlize se quedó paralizada. Se inmovilizó maquinalmente.

No se explicaba su sonrojo cuando, de repente, este hombre la llamó por su nombre.

"Llévala con la familia Herández y pídele al mayordomo que se ocupe de su pie".

Queitán fue categórico con el chofer. Luego, cerró la puerta del auto con fuerza y ​​miró a la mujer que estaba dentro, su mirada era ambigua. "No quiero muchos tullidos".

Le dio una lección a Charlize, que frunció los labios, sin atreverse a refutar.

El coche se fue a gran velocidad, la cual se mantuvo durante todo el trayecto. Queitán se quedó parado allí, mirando al coche que se esfumaba, y reflexionando.

"Queitán, ¿la hubieras mutilado en un ataque de ira si la hubieras sorprendido en pleno acto de adulterio?".

De repente, Ciriaco se acercó sonreído. Se sorprendió, viendo a Queitán bajar con la mujer en sus brazos. ¿Cuándo aprendió Queitán a tratar a una mujer con ternura?

"¿Cómo va la foto?". Queitán ignoró sus bromas y preguntó con severidad.

Ciriaco no se atrevió a seguirlo molestando cuando vio su expresión. Le respondió con la verdad: "Nada. Es de un número no identificado".

Mientras Ciriaco hablaba, miró la pantalla del teléfono de Queitán.

Había una foto, tomada desde un ángulo específico, donde se veían un hombre y una mujer abrazados; eran Charlize y Caín.

Ciriaco señaló un monitor encima del condominio: "El monitor tomó algunas fotografías".

"Caín llegó aquí antes de que recibieras la foto, pero no pueden haberse abrazado como se ve en la foto", dijo Ciriaco. Luego, se volvió y miró a Queitán con una sonrisa siniestra. "Porque tu primo Caín no salió solo, lo llevaban".

El semblante lóbrego de Queitán se transformó al oír esto.

Ciriaco se desternilló de la risa. "No puedo creer que un tipo tan grande como Caín fuera arrojado al suelo y terminara en el hospital. Charlize es muy fuerte".

Queitán tenía una sonrisa imperceptible en los ojos, y parecía tener frío. Se dio la vuelta y entró al auto.

"Descubre la relación entre Ceres y Charlize", dijo con una voz apenas perceptible y con los ojos casi cerrados por la somnolencia.

Ciriaco estaba un poco sorprendido. Queitán de veras se preocupaba por Charlize.

Sin embargo, Ciriaco, que empatizaba con ella, murmuró: "Debes de haberla asustado hace un momento". Queitán había ido a sorprenderla en el acto de adulterio, con una expresión lóbrega que le daba un aspecto realmente aterrador.

"¿Asustarla?".

Queitán abrió repentinamente los ojos y el rostro se le ensombreció.

Recordó cómo Charlize intentaba ser fuerte después de su lesión en el pie. Estaba enojado. "Dijiste que la asusté".

Ciriaco se sorprendió. No sabía qué le pasaba a Queitán, pero sentía que estaba de mal humor.

¿Quién lo enojó?

"Yo estaba muerto de miedo hace un momento".

El conductor de la familia Herández llevó a Charlize de regreso y, en cuanto el auto se detuvo, ella no pudo evitar tocarse el pecho, y suspiró.

Hace un momento, Queitán parecía estar muy enfadado y dijo que no quería casarse con una tullida. Charlize pensó en eso e inmediatamente se preocupó. "Es realmente difícil llevarse bien con Queitán".

Cuando Pedro se enteró de que ella se había lastimado el tobillo, llamó a un médico. Una criada ayudó a Charlize a sentarse en una silla de ruedas.

"Señora, aceptamos dejarla salir, pero, estando embarazada, debe prestar más atención a su propia seguridad, especialmente en los primeros tres meses del embarazo. Si ab*rta, todos seremos castigados". Era la primera vez que el mayordomo la sermoneaba de manera tan seria.

"No volverá a suceder". Charlize bajó la cabeza y se disculpó.

Era su primer embarazo y no sabía mucho de estas cosas. Además, se enfadó tanto con Caín y Ceres que no pensó mucho en las consecuencias.

Al verla así, el mayordomo no quiso seguirla amonestando. Después de que el médico trató cuidadosamente las heridas en sus tobillos y en sus brazos, la criada la llevó a su habitación para que descansara.

A la hora de cenar, el mayordomo le envió la comida a su dormitorio. Charlize, la mujer temporalmente discapacitada, estaba en cama y no podía ir a ninguna parte.

Si se sentaba en la cama durante mucho tiempo, se le entumecía el trasero. Por otra parte, no podía conciliar el sueño porque era demasiado temprano.

Además, dado que Queitán había regresado de un viaje de negocios, podría volver a casa esta noche.

Charlize se puso alerta al instante y miraba hacia la puerta de vez en cuando.

Se preguntó si Queitán la regañaría cuando regresara.

Él no quiere dormir en esta habitación y parece que me desprecia. Se sentó en la cama, pensativa y nerviosa. De repente, sonó su teléfono.

            
            

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