Capítulo 8 La Cara Oculta de la Verdad

La presencia de Carmen en su oficina dejó a Alejandro sin palabras. Su postura erguida, su mirada fría y calculadora, lo hicieron sentir una extraña incomodidad, como si de repente todo el aire en la habitación se volviera más denso. Ella era un enigma, una pieza clave en este rompecabezas que parecía estar a punto de desmoronarse. Si alguien conocía todos los secretos, esa persona era ella.

Carmen cerró la puerta detrás de sí con un suave crujido y se acercó lentamente al escritorio de Alejandro. No parecía tener prisa, cada paso estaba medido, como si estuviera consciente del poder que emanaba de cada uno de sus movimientos. Alejandro la observaba con desconfianza, su mente trabajando a toda velocidad, intentando conectar las piezas del rompecabezas, pero no lograba obtener respuestas claras.

-¿Qué estás haciendo aquí, Carmen? -preguntó, intentando ocultar la tensión en su voz. Aunque su tono fue firme, no podía evitar la sensación de que algo en sus entrañas se revolvía ante la cercanía de esa mujer.

Carmen sonrió con una leve curvatura en sus labios, pero en sus ojos no había rastro de amabilidad. Era una sonrisa fría, calculada, como si supiera algo que Alejandro aún no comprendía.

-Lo que has estado buscando, Alejandro, no es tan sencillo como crees -respondió, y sus palabras resonaron en la sala como una amenaza implícita.

Alejandro se levantó de su silla, irritado por la evasiva de Carmen. -¿Qué quieres decir con eso? ¿Por qué no me lo dices de una vez? ¿Qué estás ocultando?

Carmen se detuvo frente a él, sin mostrar signos de incomodidad, ni siquiera ante la evidente rabia de Alejandro. Se cruzó de brazos y lo miró fijamente a los ojos.

-Lo que estás a punto de descubrir no solo cambiará tu vida, sino que podría destruirlo todo. No solo tu empresa, Alejandro. La fundación, tus inversiones, tus relaciones... todo. Y no es algo que se pueda arreglar con un par de documentos o un discurso bien elaborado.

La amenaza implícita de Carmen hizo que Alejandro se sintiera vulnerable por primera vez en mucho tiempo. Por años, había estado en control de todo lo que sucedía a su alrededor, pero en ese momento, frente a Carmen, sentía que las piezas de su vida estaban fuera de su alcance. Sus instintos le decían que algo mucho más grande estaba en juego, algo que escapaba a su comprensión.

-Te estás refiriendo a Rodrigo, ¿verdad? -preguntó con voz baja, casi como si lo dijera consigo mismo. -¿Tú sabes lo que le pasó? ¿Sabes quién está detrás de su muerte?

Carmen guardó silencio durante un largo momento, lo que aumentó la presión sobre Alejandro. Él la observaba, esperando alguna respuesta, alguna pista que lo guiara hacia la verdad, pero Carmen no era tan fácil de leer.

Finalmente, Carmen dio un paso atrás, separándose de su escritorio, y dejó escapar un suspiro.

-No es solo Rodrigo, Alejandro. No es solo uno de tus empleados. Es toda una red, una red que ha estado creciendo a tu alrededor, y tú has sido ciego ante ella. Tienes enemigos más cercanos de lo que imaginas.

-¿Y tú qué sabes de eso? ¿Por qué no me lo dijiste antes? -preguntó Alejandro, sus manos apretando los bordes del escritorio.

Carmen lo miró fijamente, como si estuviera evaluando si debía confiarle más detalles. Finalmente, con una calma calculada, habló.

-Porque no todo está claro, y no quiero que te precipites. La verdad sobre Rodrigo no es simple, y mucho menos lo es lo que está pasando dentro de tu empresa. No soy la única que sabe lo que está en juego aquí, Alejandro, y hay fuerzas mucho más poderosas que las que estás acostumbrado a manejar. Si no actúas con cautela, serás el siguiente.

Alejandro no podía creer lo que escuchaba. Por un momento, estuvo a punto de estallar, pero algo en el tono de Carmen lo detuvo. No era solo una advertencia, sino una declaración de guerra. Algo mucho más grande que un simple conflicto laboral o empresarial. Esto era personal.

-¿Quién más sabe de todo esto? -preguntó finalmente, sintiendo cómo el miedo comenzaba a infiltrarse en su mente. -¿Quién está detrás de todo esto?

Carmen no respondió de inmediato, y Alejandro sintió como si el tiempo se detuviera por completo. El suspenso llenaba la habitación, cada segundo se estiraba como una cuerda a punto de romperse. Finalmente, Carmen se acercó a él, bajando la voz.

-Alguien de dentro de tu círculo. No es solo un enemigo externo, Alejandro. Es alguien que tiene acceso a tus secretos más oscuros, alguien que te ha estado manipulando desde las sombras. Pero, aún no está claro si esta persona tiene suficiente poder para destruirlo todo, o si solo está jugando contigo.

La revelación fue como una explosión dentro de la mente de Alejandro. La idea de que alguien dentro de su círculo cercano pudiera estar involucrado en todo esto lo desestabilizó. Sabía que sus colaboradores más cercanos no eran perfectos, pero jamás había imaginado que alguien pudiera estar dispuesto a ir tan lejos para socavar su imperio.

-¿Qué quieres que haga? -preguntó Alejandro, ya cansado de los juegos de palabras.

Carmen lo miró fijamente, su expresión ahora mucho más seria.

-Tienes que actuar rápido. Pero no puedes hacerlo solo. No puedes confiar en nadie aquí dentro, ni siquiera en los más cercanos a ti. Si sigues buscando por tu cuenta, te arriesgas a ser descubierto, y entonces perderás todo lo que has construido.

Alejandro se quedó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. Su vida entera, la empresa, la fundación, todo lo que había logrado en años de trabajo, podría desmoronarse en un abrir y cerrar de ojos si no tomaba las decisiones correctas. Pero la duda comenzaba a sembrarse en su mente. ¿De verdad podía confiar en Carmen? ¿Era ella una aliada, o parte del juego que había comenzado a descubrir?

Finalmente, después de unos segundos de incertidumbre, Alejandro habló con voz firme.

-¿Qué propones que haga?

Carmen se acercó un paso más, y le ofreció una sonrisa que no llegó a tocar sus ojos. Era una sonrisa peligrosa, una sonrisa que le transmitió el mismo temor que había sentido al escuchar sus palabras.

-Jugar el mismo juego que ellos. Pero ten cuidado, Alejandro. Las reglas de este juego no son las mismas que las que has jugado hasta ahora.

Con esas palabras, Carmen se dio la vuelta y salió de la oficina, dejándolo solo con su mente llena de preguntas y su corazón marcado por la incertidumbre. Alejandro sabía que ya no podía confiar en nada, ni en nadie. La verdad estaba más cerca de lo que pensaba, pero también lo estaba la caída.

Y en algún lugar, en las sombras, alguien lo estaba observando.