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Hannah estaba besando a Damián, justo allí, al frente de mis narices, no dije nada, no grité, no protesté, simplemente salí corriendo lo más rápido que pude, huyendo de ese dolor tan abismal que mis ojos contemplaban, nunca pensé vivir lo que todos me advertían. Mi novio, el hombre con el que he pasado mis mejores y peores momentos, me estaba engañando con mi mejor amiga...la mujer que pensé que me era leal tanto como yo a ella, una hermana, o al menos, es así como yo la consideraba.
Mis ojos estaban nublados, subí a mi auto y cerré la puerta fuerte, comencé a llorar, soltando cada lágrima con mucho pesar, me dolía mi pecho, me dolía cada parte de mí. ¿Cómo pudieron hacerme esto? ¿Cómo se han atrevido a jugar conmigo de ésta manera?
Inclino mi cabeza hacia atrás y lloro con un dolor inmenso, lo mejor es irme de aquí, se suponía que hoy pasaríamos una noche agradable, entre copas, amigos y buena música, pero, ya me di cuenta que el Universo se las ha arreglado para hacerme saber lo podridos que ellos están, lo mejor es regresar a mi apartamento, acurrucarme entre mis cálidas sabanas y apagar el teléfono.
Cuando llegué, mi pequeño Tomás me recibió, mi gato, al parecer, mi verdadero y único amigo.
"Hoy ha sido un día horroroso" Dije en un susurro, tomándolo en mis brazos y sonriendo "Damián resultó ser un maldito perro, todas las promesas que me hizo se han ido directo al caño".
Tomás parecía entenderme, cuando me senté en el sofá, empezó a acariciarme, y yo, gustosa le regreso las caricias.
Mi teléfono suena, miro la pantalla y se trataba del traidor más vil que he conocido hasta ahora, Damián, el rufián y déspota Damián.
¿De verdad se atreve a llamarme como si nada? ¿Cómo si no se estuviese revolcando con mi mejor amiga" ¡Que mal nacido es!
No sé si deba responderle, no sé si quiero que escuché mi voz llena de angustia y dolor, pero, siempre he sido buena cuando se trata de fingir que estoy bien, la vida desde que era muy pequeña se ha encargado de hacerme saber que todo para mí no será fácil, y por ello, soy una experta en fingir que nada malo me ocurre, que todo está perfectamente bien, y que, al final de cuentas, no necesito a nadie más que a mí misma.
"Dime, ¿sucede algo?" Respondo tomando el teléfono, mi tono de voz sale totalmente neutro, no es dulce como usualmente suelo hablarle, pero, tampoco es cruel, como me gustaría serlo con él en éste momento.
"Uh... amor, ¿no vendrás? Pensé que ya venías en camino"
Su voz sale frenética, como si estuviese nervioso, pero, ¿qué patán en su lugar no lo estaría?, debe ser muy difícil tratar de ocultar lo mierda que puedes llegar a ser, mientras tu novia estaba terminando una jornada, tú te divertías con su mejor amiga. Vaya, sí que es difícil.
"No, no tengo ánimos de ir, me siento mal, es todo"
Quería llorar, quería reprocharle ahora lo que vi y todo el infierno por el que me está haciendo pasar, pero, sé que no es el momento, quiero decírselo a la cara.
"¿Dónde estás?"
Sé que vendrá, él siempre viene, pero, no quiero verlo ahora, quiero estar sola, quiero premeditar todo lo que le diré y cómo darle un fin a toda ésta mierda.
"Pasaré una noche distinta, es todo, quiero estar sola."
Antes que tuviese el tiempo de responder, corté la llamada. Sabía que se dirigiría para hacia acá, lo conozco muy bien, así que cerré la puerta con llave, y caminé hacia mi habitación.
Escuché mi puerta tocar un par de veces, al igual que mi teléfono. Su voz aterciopelada me llamaba con ímpetu, pero, yo no quería verlo a la cara, sabía que me iba a romper en mil pedazos, y después de unos segundos más, decidí ser fuerte, sea hoy, mañana o la otra semana, igual tendríamos el mismo desenlace, esto ya tiene un final, y por mucho que intente justificarse, mi veredicto ya está tomado. Lo nuestro ya acabó.
Me levanté y fui a abrir la puerta, sus ojos se iluminaron al verme, pero, no hice nada, me sentía apagada, tan rota como una muñeca de porcelana al caer de la estantería más alta.
"Vaya, luces bien, creí que no saldrías"
Caí en cuenta que no me quité la ropa, de hecho, hoy me vestí como a él le gusta, lástima que estaba muy ocupado divirtiéndose con los labios de Hannah.
"Iba a salir, ya te dije, no estoy de ánimos"
Ésta vez mi voz salió cortante, él se quedó parado allí, no hice gesto para que entrará, a pesar de tener casi un año de pareja, no nos hemos establecido como pareja, él siempre anda viajando y yo en mis asuntos. Acordamos vivir juntos cuando cumpliéramos el año.
"Estás actuando raro Ciara, ¿qué te pasa?"
Solté una risa un tanto ácida, ¿de verdad está siendo cínico conmigo justo ahora?
¡Tiene que ser un hijo de perra!
Negué de un lado a otro con mi cabeza, mi paciencia se estaba agotando, quería golpearlo, quería gritarle lo mucho que me ha dañado, quería decirle que pensé que era el amor de vida, pero, resultó ser el hombre más idiota que he conocido.
"¿De verdad vas hacerme esa pregunta ahora Damián?"
Su ceño se frunce, y en él noto tanta confusión, pero a la vez miedo, ¿por qué tendría miedo? Es decir, el que nada debe, no tiene por qué temer.
"No te entiendo, sabes que los juegos de palabras a mí no se me dan muy bien"
Entonces sonrío, y en un tono inexpresivo respondo:
"Pero jugar con Hannah se te da muy bien, ¿no es así?"