Cuando el abuelo pidió que comenzara con el plan de pedir a Fiorella Cavalli en matrimonio, nadie sospechó mis crueles intenciones, toda su familia estaba desesperada por un matrimonio convencional, empezando por su madre.
La idea es hacerla caer hasta estar completamente enamorada de mí y, al final, aplastar su inocencia y amabilidad con la fuerza de mi maldad y el odio que corría por todo mi ser, con implacable ferocidad. Romperla me costaría algo de esfuerzo, pues no vi reacción de emoción o algo parecido en su rostro cuando le anunciaron el compromiso.
-Debes vengar la muerte de tus padres. Jamás lo olvides -recuerda el abuelo.
Eran las únicas palabras que penetraban mi mente desde que era joven, las que se pronunciaban constantemente en mi cerebro cuando algo se trataba de los Cavalli, y precisamente cuando la tengo cerca de mí.
-No te preocupes por eso, es algo que vive siempre en mi cabeza. Sabes que el odio hacia los Cavalli es demasiado grande, no es algo que se pueda borrar con facilidad -agregué con desprecio-. Ellos pagarán caro haber matado a mis padres -siseé entre dientes.
Debo recordarme todo el tiempo cuál es mi tarea, por qué estoy haciendo todo esto. Solo espero que el camino sea corto, llegar pronto hasta donde quiero y lograr mi objetivo de inmediato.
-Pero aun así, recuerda eso -indica-. No te enamores de una Cavalli, y mucho menos de la hija de Antonio Cavalli -su tono es rígido y autoritario-. ¿Entendido?
No era un simple comentario, era una orden, una advertencia.
-No hay necesidad de preocuparse por ello -afirmé-. El amor no existe para mí; el odio no me permite conocer otro sentimiento que no sea ese.
-Bien, no está de más recordarte a lo que hemos venido hasta aquí. Quiero recuperar lo que es de los De Luca, lo que nos pertenece -decretó firmemente-. Así que no pierdas mucho el tiempo enamorándola, haz lo que tengas que hacer y que te firme esos papeles, pronto.
Una vez que Fiorella se enamore de mí, haré que firme su parte de la herencia que heredó de su abuela. De esa manera, me haré cargo del manejo de sus acciones en la empresa Cavalli, la exportación petrolera más grande del país.
Pero primero debo hacerla confiar en mí para que después termine enamorada y así pueda darme toda la autorización de sus acciones.
-Cuenta con eso -aseguré-. En menos de lo que crees, tendré esos documentos firmados en mis manos.
No es algo que les iba a robar; solo les iba a arrebatar lo que en algún momento fue nuestro. Años atrás, gran parte de los negocios del petróleo, cuando el abuelo y mi padre vivían, fueron dueños de las exportaciones. Pero los Cavalli se los quitaron al mismo tiempo que los echaron del país.
Y después de nuestro regreso, para enfrentar a los Cavalli, me vi en la necesidad de quitarme mi primer apellido para que no me reconocieran, pues ellos solo recordaban a De Luca y no el apellido Ferrari, el de mi madre.
Y en efecto, los De Luca fueron desterrados de Roma y de todo territorio cercano. Marcello, mi abuelo, me dijo que ellos habían traicionado a mi padre y a él, quitándoles todo lo que tenían y dejándolos en vergüenza ante la sociedad, diciendo que mi familia había hecho un fraude. Eso era mentira, un cruel plan formado por Antonio Cavalli.
Después de que asesinaron a mi padre, ya habían hecho todas esas falsas acusaciones sobre él y nuestra familia. No se quedaron tranquilos; después de que lo asesinaron, decidieron hundir más el apellido De Luca, algo que no iba a seguir permitiendo.
Recordar cada parte de eso hacía que el fervor aumentara excesivamente. Y no es algo que deje mi mente; siempre está ahí. Solo que al recordarlo, eso provoca que mi sangre hierva de coraje.
Ahora debía pensar en cómo tratar de enamorarla, cómo convencerla para que después me firme esos documentos. Mis planes ya estaban en marcha, pero tenía que ser más rápido si quería que esto terminara pronto. El abuelo tenía otro plan después de este; nunca me opuse a ninguno. Si debía pagar alguien por la muerte de mis padres, debía ser ella. ¿Qué importaba?
Pero... por una parte, no sé por qué me dio remordimiento. En cuanto la conocí, me di cuenta de que era demasiado joven e ingenua. Que su inocencia iba a ser aplastada, y eso lo iba a hacer yo. Pero no sé por qué eso me dejó pensando.
Yo no tenía remordimientos, sentimientos gratos o algo que se le pareciera.
Negué, haciendo a un lado cualquier anormalidad en mi mente. Debo concentrarme solo en el plan, en lo que quiero conseguir. Por eso debo seguir pensando fríamente y no desviarme.
-Cuando consigas el objetivo, seré yo quien se encargue de lo demás -anunció Marcello-. Tú seguirás con lo tuyo. No quiero que te distraigas en cualquier otra cosa que no sea recuperar los negocios de la familia De Luca. Es por eso que yo haré lo último -asentí, mientras lo miraba con una fría mirada-. Antes de eso, encárgate de deshonrarla y dejarla en evidencia, para así exponerla ante todos. Eso será el principio de su sufrimiento, y ya con los documentos firmados terminaremos con ella, dejándola en el completo derrumbe.
-Tenlo por seguro, todo eso se hará -afirmé con rigidez.
No sentí ninguna conmoción, solo asentí a todo lo que había dicho. Ese era el plan, uno que se creó desde hace tiempo, y ahora debía cumplirlo. Di mi palabra, y quería vengar la muerte de mis padres, sin importar que una inocente pagara por los pecados de los demás.