Capítulo 6 Capítulo 6

Después de una cena de tres horas, Matthias mandó a dormir a su hija y él se dirigió a su estudio, donde volvió a repasar el plan de Avery.

El primer punto de la agenda era un gran banquete para darle la bienvenida a Darya a casa y presentarla ante la sociedad.

"Asegúrate de que inviten a los Cavanaugh", le recordó Matthias a su hijo.

"¡Por supuesto!". Avery intercambió una sonrisa aterradora con su padre.

Dos minutos antes de las seis de la mañana siguiente, Darya se despertó sobresaltada por el estruendoso rugido de un motor que subía por la vereda hacia la entrada de la mansión.

Y cinco minutos después, la puerta de su dormitorio se abrió de par en par.

"¡Dolly!". Bianca Zimmermann irrumpió en la habitación, saltó a la cama donde Darya estaba sentada y aplastó a su mejor amiga en un feroz abrazo de oso.

Mientras tanto, ella luchó por respirar con el rostro enterrado entre los impresionantes senos de su amiga. "No puedo... No puedo jalar aire".

Bianca se echó hacia atrás, la agarró por los hombros y recorrió con sus ojos color avellana el rostro de Darya, en ese momento, totalmente arrugado por el sueño. "Te ves como el infierno".

"Yo también te he echado de menos, amiga". Darya sonrió. "¿Cómo supiste que regresé?".

"Bill me envió un mensaje de texto", dijo clavando su dedo de uñas rosadas en el pecho de Darya. "Lo cual es algo que tú deberías haber hecho en el momento en que le diste una patada en el culo a ese tal Cavanaugh".

"Si somos precisas, yo no pateé a nadie. Simplemente me fui".

"¡Déjame verlos!".

"¿Mirar qué?".

"Los papeles del divorcio, si no los veo, no creeré que sea verdad".

"Está bien", contestó Darya sacando el documento de su bolso, que estaba sobre la mesita de noche. "Aquí los tienes".

Bianca se sentó en la cama con las piernas cruzadas, leyó el documento y asintió con cara de seriedad. "Parece que todo está en orden".

Luego lo tiró a un lado y volvió a abrazar a Darya. "¡Entonces, finalmente has regresado!".

"Aunque no lo creas".

"El encantamiento finalmente desapareció, ¿eh? Tenías que darte cuenta de quién era él en realidad".

"Sí, lo hice", contestó Darya estirándose mientras abría la boca con un gran bostezo.

Bianca fue una de las más vociferantes opositoras a su idea de casarse con Micah Cavanaugh usando un nombre falso.

Hizo todo lo posible por disuadir a su amiga, argumentando que solo estaba encaprichada con ese tipo.

Sin embargo, la obstinada Darya, quien juraba estar locamente enamorada, se negó a escuchar.

"Ahora volverás a estar bien". Bianca se acercó al armario y empezó a elegir la ropa para Darya. "Quiero decir, entiendo que el hombre es guapo como el pecado y tiene un cuerpo asesino. Era fácil ver cómo las chicas babeaban por él. Pero como te dije, deberías haberte acostado con él solamente y sacarlo de tu sistema. ¡Qué necesidad tenías de casarte!".

"Lo sé". Darya entró en el baño y dejó la puerta abierta mientras se cepillaba los dientes.

De pronto, Bianca entró para mostrarle el minivestido blanco de Dion Lee y sacudió la cabeza. "Necesitarás ropa nueva. Has perdido peso".

Una vez que dijo eso, ella salió y regresó dos minutos después con un minivestido de terciopelo arrugado y un par de botas hasta la rodilla. "Deberíamos celebrar. Vamos a Pangea. ¡Es tiempo de fiesta!".

Daria levantó una ceja. "No voy a salir a la discoteca a las seis de la mañana".

"¡Vamos! Eres joven, hermosa, rica y finalmente soltera. Es hora de ir a festejar, para examinar los peces en el mar, por así decirlo".

Darya hizo gárgaras, escupió y se rio. "Mi papá me dijo lo mismo anoche. No lo de la fiesta, sino de los peces".

Bianca se golpeó la sien con un dedo. "Las grandes mentes piensan igual!".

"Puede que todavía no esté de humor para andar de fiesta, pero me vendría bien tu ayuda".

"¡Claro! ¿Qué necesitas?".

Darya caminó hacia el armario, eligió un vestido a mitad de pierna de punto acanalado con espalda descubierta y se lo puso. "Necesito obtener el certificado con la sentencia definitiva del Tribunal de Familia, para que el divorcio sea oficial. Probablemente ya haya sido enviado por correo a la casa de los Cavanaugh. Además, hay un par de cosas que me gustaría recoger".

"¡Así que quieres volver a la guarida del león!", comentó Bianca, frunciendo el ceño.

"Solo para recoger mis cosas. No nos llevará más de cinco minutos".

"Está bien, iré contigo. Y si tu exesposo está allí, te ayudaré a patear su trasero bien tonificado".

Después de un desayuno rápido, Darya se subió al asiento del Porsche 911 Carrera 4S color amarillo canario de Bianca y le indicó cómo llegar a la casa de Micah, la cual estaba al otro extremo de la ciudad.

Casi dos horas más tarde, el automóvil entró en Hyacinth Park, una comunidad privada de lo más exclusiva.

En la caseta, uno de los guardias de seguridad anotó sus nombres y les dio instrucciones para estacionarse en los lugares reservados para los invitados.

Darya caminó hacia la residencia de tres pisos, donde pasó los últimos tres años.

Afortunadamente, Micah no estaba, pero Judy Cavanaugh sí. Su belicosa exsuegra la veía acercarse desde los escalones de la entrada, con los brazos en jarras.

"¿Dónde diablos estuviste toda la noche? No terminaste de lavar los platos, ni la ropa", reclamó sin miramientos, al tiempo que rodaba los ojos hacia la chica.

Luego, ella cambió la mirada para ver a Bianca, e inmediatamente después regresar a su nuera. "¿No te dije que no trajeras gentuza a la casa?".

"¿A quién te refieres?", gritó Bianca arremangándose la blusa, para ponerse en modo de combate. "¡Vieja bruja!".

Al escucharla, Judy se sonrojó. "¿Qué dijiste?".

"Así que no solo eres vieja y mala, sino que también tienes problemas de audición". Bianca sonrió. "Debe ser un efecto secundario del envejecimiento".

Darya hizo un esfuerzo heroico por contener una carcajada. Había olvidado la lengua audaz de su mejor amiga.

Sin embargo, Bianca no había terminado.

Copió la postura de Judy, echó una ojeada desdeñosa al muy bien cuidado césped y a la puerta de roble ornamentada, luego, arrugó su pequeña nariz. "¡Qué desorden!".

Judy se sofocó, mientras su pecho subía y bajaba con agitación.

Cuando la mujer se enfrentaba a alguien más inteligente, retrocedía y se metía con los más débiles.

Así que ella volteó hacia Darya. "¿Permites que tu amiga le hable de esa manera a tu suegra? ¡Sin respeto! ¡Sin modales! ¡Y te preguntas por qué Micah nunca te mira dos veces!".

De pronto, estiró la mano para señalar a su nuera con una larga uña roja. "Nunca debí permitirle que se casara contigo. Afortunadamente, mi hijo ha vuelto en sí. Escuché que va a divorciarse de ti".

Judy cruzó los brazos sobre su amplio pecho. "¡Que tengas buen viaje!".

Darya no reaccionó, en realidad, no quería perder el tiempo discutiendo con ella.

Durante los últimos tres años, esa mujer le había dicho muchas cosas peores y en un tono mucho más mezquino.

Para Judy Cavanaugh, ninguna mujer era lo suficientemente buena para su hijo, ni siquiera alguien que perteneciera a la verdadera realeza.

"Solo vine a recoger mis cosas". Darya empezó a caminar hacia la puerta, pero Judy extendió el brazo para impedirle el paso y darle un fuerte empujón. "¡Quién dijo que podías pasar!".