Maldito cuerpo traicionero
img img Maldito cuerpo traicionero img Capítulo 3 Alemania
3
Capítulo 6 El río Isar img
Capítulo 7 El castillo Neuschwanstein img
Capítulo 8 Ángel img
Capítulo 9 Surfear img
Capítulo 10 La cruda verdad img
Capítulo 11 Vuelve el pasado img
Capítulo 12 El adiós - Alex img
Capítulo 13 Buenos Aires -Lina img
Capítulo 14 De vuelta a casa- Alex img
Capítulo 15 Un mes después del regreso- Lina img
Capítulo 16 Un mes después del regreso- Alex img
Capítulo 17 El barman- Lina img
Capítulo 18 Rachel- Alex img
Capítulo 19 Cuatro meses después del regreso de Alemania- Lina img
Capítulo 20 Cuatro meses después del regreso de Alemania- Alex img
Capítulo 21 El encuentro- Lina img
Capítulo 22 Malos entendidos- Alex img
Capítulo 23 Una oportunidad- Lina img
Capítulo 24 Mi madre- Alex img
Capítulo 25 Ojitos de hotel- Lina img
Capítulo 26 Lilith- Lina img
Capítulo 27 Dany img
Capítulo 28 Viejo amigo- Lina img
Capítulo 29 Verdades a medias- Alex img
Capítulo 30 De vuelta en Estados Unidos- Lina img
Capítulo 31 Más de lo posible- Dany img
Capítulo 32 Christopher- Lina img
Capítulo 33 El escape- Lina img
Capítulo 34 Un amigo es una luz- Lina img
Capítulo 35 Lo que duele la vida- Lina img
Capítulo 36 Someone is like you o Rambo- Lina img
Capítulo 37 Todo tuyo- Lina img
Capítulo 38 ¿Felicidades -Lina img
Capítulo 39 Poseidón y Shiloh- Lina img
Capítulo 40 Completamente mía- Lina img
Capítulo 41 Secuestrada- Alex img
Capítulo 42 Tortura-Lina img
Capítulo 43 Entre Ríos- Alex img
Capítulo 44 Frente a frente- Lina img
Capítulo 45 El rescate- Alex img
Capítulo 46 Dos días- Lina img
Capítulo 47 De vuelta-Lina img
Capítulo 48 Leap year- Lina img
Capítulo 49 ¿Te quieres casar conmigo -Lina img
Capítulo 50 La venganza- Alex img
Capítulo 51 Propiedad de Lina- Alex img
img
  /  1
img

Capítulo 3 Alemania

Al fin, el gran día llegó. Me duele mucho el estómago, tengo los nervios de punta; nunca volé, y creo que tengo pavor a volar. -No, Lina, no empieces con la paranoia; déjale ese papel a Sole, que a ella le sienta bien-. Ok, respira, solo respira... No está funcionando. Miro a la salida y luego hacia donde se embarca, y vuelvo a mirar hacia la salida; en cualquier momento salgo corriendo. Tengo pánico de subir al avión, justo ahora me tengo que dar cuenta que me da miedo volar, qué idiota; tengo que ser más valiente, no puedo comportarme como una cobarde en este momento.

-Están llamando a su embarque, chicas -anuncia Lucas.

-Sí, es mejor que se vayan ya -habla Gaby, y se mueve a abrazar a Sole.

-Dios, chica, estas temblando y casi no respiras -nota Lucas, estirando sus brazos hacia mí.

Mierda, es verdad; estoy a punto de morir por asfixia involuntaria. Esto me está superando.

-Estoy bien -murmuro, tratando de ser convincente y fracasando hábilmente. No estaba nada bien.

-Hey, cálmate; inhala y exhala. ¿Cómo era ese dicho? -me pregunta frotando mis brazos con la intención de relajarme, pero sin fruto alguno.

-Inhala paz, exhala amor -contesto en voz baja tratando de parecer fuerte, sin lograrlo.

-Esa es mi chica -admira, abrazándome.

-Bien, será mejor que se apuren -demanda Gaby, haciendo a un lado a Lucas para abrazarme-. Te voy a decir dos cosas: La primera, estoy muy enojado contigo por preferir llevar de viaje a esta desprolija antes que a mí -bromea señalando a Sole, ganándose que ella le sacase la lengua como una niña malcriada-. La segunda, es que te voy a perdonar si me traes un gran recuerdo de allá -habla dedicándome una gran sonrisa.

-Sí, definitivamente te voy a traer un gran recuerdo. Mi virginidad envuelta en papel celofán rojo y un moño enorme -le contesto mostrando mi más hermosa sonrisa, fingida claro está, ya que estoy muriendo de los nervios. Y fue una carcajada colectiva.

-No hay regresión, Lina -suelta con desdén.

-Bien -suspiro y simulo resignación-, te traeré una alemana sado... ¿Qué te parece? -le sonrío.

-Eso sería una buena idea, suena mucho mejor -concuerda, ladeando su cabeza como si se lo imaginara-. Auch -chilla cuando le propino un roscazo en el brazo, por atrevido.

-Dejas volar mucho esa imaginación tuya -lo acuso, mientras se frota el brazo.

-Lu, soy un hombre golpeado -lloriquea, apoyándole la cabeza en su hombro-. Ella me maltrata -sigue hablando y haciendo una escena sobre el hombro de Lucas.

-Ya, ya- dice el rubio palmeándole la cabeza-. No llores, ya se van y seremos libres -le sigue el juego, ganando que Sole se ponga más colorada de lo que es.

-Están haciéndome pasar vergüenza, la gente nos mira -masculla, mirando para todos lados, acalorada por la situación.

- ¿Por qué no me quieren, Lu? -lloriquea más fuerte, causando que más gente se dé vuelta a mirarnos.

Yo no puedo parar de reír, siempre tiene que hacer algunas de las suyas.

-Vámonos ya -me apura Sole, tirando de mi brazo para salir de la escena que están dando los chicos.

-Fuera -le ordeno a Gaby, corriéndolo para luego abrazar de nuevo a Lucas.

-Te voy a extrañar, mi amor -murmura en mi oído.

-Yo también, me gustaría que pudieran venir con nosotras -declaro, abrazándolo con más fuerza.

-No podemos...

-Sí, sí, ya sé -intervengo-. Ese maldito caso que tienen -trato de ser más comprensiva, aunque odio que no podamos viajar los cuatro juntos.

-Te quiero -me susurra.

-Yo también -le correspondo, separándome un poco para verlo a los ojos.

Me besa la frente y me insta a que me vaya de una vez.

Ya en el avión con mi malestar bien presente. Mierda, quiero vomitar. Inhala paz, exhala amor... Inhala paz exhala amor... No funciona; ahora quiero fumar. Necesito un cigarrillo con urgencia. Ojalá las pastillas que me dio Lucas hagan efecto en cuanto las tome, no sé cómo voy a reaccionar cuando se empiece a mover este bendito bicho.

-Lina, estas pálida -me hace saber Sole, observándome. Como si no lo supiera, me mofo mentalmente.

-Ya lo sé, creo que voy a tomar un calmante para dormir todo el viaje -entono, muy descompuesta.

-Bien, trata de descansar -me insta palmeando mi rodilla.

El despegue fue un suplicio, esta cosa empezó a moverse «a sacudirse mejor dicho», y las pastillas todavía no hacían efecto, si es que llegan a hacerlo en algún momento.

Luego de más de catorce horas de vuelo, salimos del avión y mi estómago dio un vuelco nuevamente, pero esta vez por los nervios; Sole me agarra fuerte del brazo, está igual de nerviosa que yo, pero se contiene para no chillar por la cantidad de gente «ella lo sabe y yo lo sé»; no íbamos a dar un espectáculo en medio del tumulto de personas desconocidas, que seguramente nos tildarán de locas histéricas si lo hacemos, así que, a contenerse, al menos hasta que estemos en la protección de la habitación.

-Tenemos que conseguir un auto para llegar al hotel -anuncio, agarrando por fin las maletas.

Mientras caminábamos a la salida me puse a buscar el celular en mi bolso -cuando llegue, voy a tener que tirar toda la basura que tengo aquí dentro-; estoy llena de papeles y cosas sin valor, esto es la caja de pandora. Para mi suerte, se me caen las llaves; me paró en seco y retrocedo... PUM, me llevo puesto de lleno a un hombre. Para variar, se me cae el bolso, haciendo que todo lo que estaba dentro se desparramase en el suelo. Mierda.

-Perdón -me disculpo con el hombre que había atropellado, mientras me agacho a levantar mis cosas sin siquiera mirarlo, ya que estaba rojísima por haberlo increpado tan brutalmente-. Mierda, mierda, mierda -refunfuño levantando mi Tablet, que se le había rajado la pantalla. Qué suerte la mía.

Creo que bajé del avión con el pie izquierdo.

El hombre me alcanza los papeles del hotel, que también estaban desparramados en el suelo, y es ahí cuando levanto la mirada y lo veo por primera vez. Creo que morí muerta; no podía moverme, ¡qué hombre! Alto, rubio, ojos azules e intensos, mandíbula cuadrada. Ay, esos hombros grandes, ese pecho. Escucho que se aclara la garganta y es entonces cuando vuelvo a la vida, le acepto los papeles del hotel que me extendía con su mano; su mano grande, esos dedos largos. Dejo de desvariar y lo miro de nuevo. ¿Está sonriendo? ¿De qué se ríe? ¿De que se me rompió mi Tablet? ¿De que se me cayó todo lo del bolso, o de que me quedé muda? Creo que la tercera, que idiota soy.

-Disculpa... Eh, Sorry -hablo casi susurrando.

Él no dice absolutamente nada, solo me ve con una media sonrisa, manteniendo sus ojos fijos en los míos, escrutándome con ellos, cosa que provocó que mi cuerpo sienta un calor repentino.

Tengo que moverme e irme, me hace sentir desnuda viéndome de esa manera.

Me doy la vuelta con todo en mano y busco a Sole, que ya estaba en la fila para el alquiler del auto.

-¿Quién era ese rubio sexy? -A esta mujer no se le escapa nada.

-Se me cayó el bolso y lo choqué sin querer -respondo sin mirarla, todavía arreglando un poco el desastre de mi cartera.

-¿Lo chocaste? Así que sabes si está durito; parece que sí lo está. -Empieza la entrevista, clavándole los ojos.

-Ya Sole, no lo toqué. Por favor, que ya se me está yendo el humor a la mierda -espeto, frunciendo el ceño.

-Que no lo tocaste... ¿Tu, Lina Rinaldi, que no hay bombonazo que se te escape? No te creo nada -declara, negándose a creerme. Hacía bien, porque no solo lo toqué, sino que le saqué una radiografía con la mirada; pero ella no tenía por qué saber eso.

-Sole, se me rompió la Tablet cuando cayó; por favor, deja de divagar hasta que lleguemos al hotel.

-Bien, como sea; pero igual está como para atarlo en la cama hasta año bisiesto. -Estaba prácticamente babeando.

-Sí, está como para embardunarlo con chocolate fundido y todo lo que quieras; pero creo que es un idiota. Le pedí disculpas en dos idiomas y no dijo nada, solo se sonrió, mientras yo puteaba por mi Tablet rota -demando ofendida.

-Bueno, tal vez no habla tu idioma, o lo hablaste mal -aclara, querien-do defenderlo.

-Dije perdón y Sorry. No son tan difíciles esas dos palabras, como para hablarlas mal, o entenderlas mal -aseguro, frunciendo el ceño.

-Bueno, a mí me parece sexy, y si me lo cruzo con la guardia baja lo voy a hacer suplicar por más -demanda pestañando. Ella me entrega las llaves del auto que le había pasado la chica del otro lado del mostrador.

-Como sea, igual es rubio y a mí me gustan los "morochios" -mascullo al tiempo que nos guían hacia donde se encuentra el auto.

-Sí, "morochio" el barman, ¿no? -habla ya subiendo al auto.

-El barman no es morocho.

-Pero tampoco rubio, ¿no es así? -canturrea, cuando ya hice varias calles arriba retomando la conversación; una conversación que me está molestando. Qué bien, no se va a callar nunca, así que la voy a ignorar.

Varios minutos pasaron en donde creo que ya estoy pérdida, y Sole que sigue babeando; estoy haciendo un esfuerzo enorme para concentrarme en el lugar, en ver los nombres de las calles, lo que me está costando mucho, y más con el parloteo de Sole.

-Sole, necesito que cierres la maldita boca por un momento, que esto se me está complicando -chillo, ya irritada.

-Bien, me callo -farfulla, recostándose sobre su asiento.

Después de media hora logré encontrar el hotel, el cual había reservado por Internet el mismo día que saqué los pasajes. El lobby es hermoso, muy iluminado, mucha cristalería, es más de lo que esperaba; estoy rezando en silencio para que Sole siga aguantando un poco más, hasta llegar a la habitación, para que pueda largar ese grito que está peleando por no dejar salir. Nos acercamos a la recepción y una hermosa chica rubia, con una gran sonrisa, nos entrega la tarjeta de la habitación y con pasos temblorosos y apresurados nos dirigimos al ascensor.

Al entrar, vemos que es hermosa, grande, mucho espacio, muebles de madera de cerezo. Voy hacia uno de los cuartos y me encuentro con una cama con dosel, enorme, y una mesita de noche en cada lado de esta. Dejo las maletas a un lado y salgo con destino a la terraza; una vista espectacular, mucho más linda de lo que se veía en las fotos de internet. Esto es increíble.

-Wow... ¡Lina, esta habitación es impresionante! -grita, desde del cuarto que ya eligió, así que para no estar gritando me acerco a ella, parándome en el quicio de la puerta.

-Sí, la verdad que sí... Así es como yo hago las cosas -fanfarroneo.

-Ay... ya está la señorita "miss ego" -azuza, saltando en la cama.

-¿Ya viste el jacuzzi? -curioseo, elevando una ceja y ladeando la cabeza.

-¡No! ¿En serio? -salta de la cama y sale disparada al baño, en donde empezó a gritar como si nunca hubiera visto uno.

-Bien, ¿ahora qué hacemos? -cuestiono, un poco emocionada y otro poco cansada por el viaje, por más que haya dormido.

-Ya casi es mediodía; podríamos bajar a comer algo, ¿no? -propone, tocándose el estómago.

-Sí, hagamos eso. Me cambio y bajamos.

Cuando me acerco a Sole, ya cambiada para irnos, ella me esperaba en la puerta ya preparada; me observa por unos segundos y se queda con la boca abierta, mirando mis botas.

-¿De dónde sacaste esas botas? -indaga, con ojos enamorados. Puedo jurar que le vi los corazoncitos latiendo en sus pupilas. Es muy graciosa cuando se trata de ropa.

-Las compré en el shopping mientras estabas haciendo ojitos al hombre del café.

La verdad es que son unas botas rojas que están mortales, llegan hasta por encima de mis rodillas; me las puse con una falda negra y una camisa de color rojo oscuro. Amo estos colores.

-Bueno, después me las vas a prestar. -No me lo sugería; sino que, prácticamente, me lo estaba ordenando.

-Bien. ¿Ya estas lista? De verdad que tengo hambre -le hago saber, acercándome a la puerta.

-Sip.

Salimos de la habitación, ella tomada de mi brazo e inspeccionando todo el lugar; subimos al ascensor y bajamos hacia donde se sitúa el comedor del hotel; cruzamos unas puertas dobles de vidrio, que nos dejan dentro de un gran y lujoso espacio. Esto es más de lo que había visualizado por internet. Sole se encargó de buscarnos unas mesas, ya que yo estaba metida con la cabeza dentro del celular; el pesado de Lucas me estaba escribiendo para saber si habíamos llegado, cómo habíamos llegado, cómo estábamos, si encontramos el hotel. En fin, todas esas preguntas que puede llegar a hacer una madre, un padre, un hermano mayor. Así se comporta Lucas con nosotras. Después de que ordenamos «con un poco de dificultad, cabe destacar», como era de esperar, Sole empezó a inspeccionar mejor el lugar con la mirada.

-Ay, Lina -entona en voz baja, toda nerviosa.

-¿Qué te pasa ahora?

-Ese que está ahí, ¿no es el chico del aeropuerto? -me pregunta, señalando en diagonal de donde estaba sentada.

Me giro un poco con disimulo y "sep", era el mismo al que choqué y que solo sonrió; me da mucha intriga ese hombre.

-No sé, se parece a él -contesto, restándole importancia.

Debo admitir que estaba que se prendía fuego, con un traje gris humo y una camisa azul cobalto que resaltaba más sus ojos azules, que ahora parecían más oscuros, no tan claros como cuando lo choqué en el aeropuerto. Mierda, me vio; vio que lo estaba mirando. Estúpida Sole que me hace mirarlo, y estúpida yo que tengo que sacarle radiografía.

-Parece que te vio -acota sonriendo.

-¿Por qué dices eso?

-Porque te sonrió -responde, demasiado contenta para mi gusto.

-Seguro que le sonríe a todas, debe ser su carta de presentación.

-Puede que tengas razón; le sonrió a la camarera -exclama riendo.

Genial, ahora se burlaba de mí; y después se dice mi amiga.

-Muy graciosa. Mejor cortala, que ahí vienen los carbohidratos que pedimos -indico acomodándome en mi silla.

Ya no quería hablar del señor "ojitos de hotel". Agradecimos al camarero con un "gracias" en alemán «fue lo único que aprendimos en ese idioma»; nos dejó nuestra comida y empezamos a comer.

-¿A dónde vamos después? -indago.

-Ni idea, fuiste tú la que investigo este país -manifiesta, señalándome. Puta costumbre de señalar que tiene.

-¿No te dijeron que es de mala educación apuntar con el dedo? -ironizo, haciéndole saber que no son buenos modales hacer eso, y me dispongo a cortar un trozo de la carne que había pedido.

-Sí, muchas veces, y la mayoría fuiste tú -declara, nuevamente señalan-dome con el dedo.

Ruedo los ojos y sigo con mi comida, porque sí tengo hambre. Cuando llamamos al camarero por la cuenta nos dice «en inglés, gracias a Dios que algo entiendo» que ya está paga, que la saldó un hombre, y nos señala la dirección donde se encontraba ese supuesto señor; las dos giramos a ver y, por el martillo de Thor, nos señaló al chico "ojitos de hotel". Creo que se me subió toda la sangre a la cabeza, porque me puse roja, más roja de lo que se ponía Tinkerbell cuando se enojaba, y para peor nos sonríe con suficiencia. A este me lo cargo, dije, y creo que lo hice en voz alta. Me levanté con toda la furia y fui a encararlo. Sole estaba diciendo que no vaya, que me comporte, pero la ignoré y fui a mi meta, posicionándome frente a él con los brazos cruzados sobre mi pecho.

-No necesitamos que ningún desconocido "ojitos de hotel" nos pague nuestro almuerzo; no somos unas mochileras, y vinimos con el dinero suficiente como para poder mantenernos el tiempo que estemos en este bendito país. Además, ¿qué? ¿Nos está siguiendo?

Bien, linda incomodidad; no dice nada, solo me mira con su media sonrisa. Hasta parece... ¿divertido?

Toma una servilleta y se limpia la boca, la vuelve a dejar sobre la mesa, y cuando creí que estaba a punto de decir algo, no lo hizo; solo empezó a recorrer mi cuerpo con sus ojos, arqueando una ceja, ladeando la cabeza, con su media sonrisa provocadora que, para ser justos, no me había dado cuenta hasta este momento de lo hermosa y sexy que es. Me muerdo el labio inferior y pongo las manos en las caderas, esperando a que termine con su inspección visual y que al menos se disculpe; pero él solo sigue mirándome desde abajo hacia arriba hasta llegar a mis ojos, no sin antes detenerse unos segundos «unos incómodos segundos» en mis botas. Me tiene bajo su escrutinio, tiene una mirada realmente profunda; me mira fijo, casi sin pestañear; me observa entre curioso y divertido. Dios, que difícil va a ser sostenerle la mirada a este hombre.

-¿No va a decir nada, o no entiende mi idioma? -espeto; luego espero y... nada. Él sigue con la mirada fija en mis ojos -. Aparte de mal aprendido, es un maldito idiota -digo.

Al seguir sin ninguna repuesta, suelto un grito ahogado y me giro, busco a Sole y la hago caminar hacia fuera del hotel. Estaba enojada; no, estaba furiosa, quería volver y obligarlo a pedir disculpas en cinco idiomas diferentes.

-¿Me puedes explicar qué fue todo eso? -inquiere Sole, haciéndome parar en medio de la acera.

-Nada; me enojé, y para peor hablé sola, porque otra vez solo sonreía y me observaba de arriba abajo, haciendo que me enfurezca cada vez más -suelto, más furiosa por recordar esa estúpida escena.

-Te estoy preguntando qué pasó, como para que vayas a atacarlo como una psicópata.

-Nos pagó la comida, y eso me molestó -farfullo, bajando la mirada mientras Sole me observa con incredulidad.

-¿Esa exaltación tuya fue solo porque nos pagó el almuerzo? -cuestiona, todavía sin creerlo.

-Sí, toda esa exaltación es por eso -suspiro-. Vamos, Sole, no sabemos quién es. Mira si solo se hace el amable para raptarnos, o algo por el estilo. ¿No viste la película "Búsqueda implacable"? Mira si trabaja en eso de la trata de personas -explico, muy segura de lo que estaba diciendo. Comenzó a reír, con muchas ganas, y terminé riéndome con ella; no podíamos parar, estábamos dobladas, agarrándonos el estómago muertas de risas, en medio de la acera, provocando que varios transeúntes se giren a mirarnos. Sí, ya sé, exageré un poquito... bien, un poquito mucho-. Es estúpido, ¿no?

-Sí -afirma, carcajeándose.

-Qué estupidez.

-Vaya, chica, no sé quién eres; creo que la verdadera Lina quedó en Argentina -bromea, tratando de reponerse de la risa.

-Sí, ya sé; exageré...pero ese hombre me pone nerviosa, y no lo quiero cerca -expreso, un poco más calmada.

-Yo creo que le gustas, y te gusta también, pero lo vas a negar hasta la muerte -declara, agarrándome del brazo instándome a caminar.

-No digas bobadas -me quejo, dejándome guiar por ella.

-No lo hago -asegura.

-Alucinas -azuzo.

-Ya veremos. -demanda.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022