Llegué al tablao para el estreno.
En mi camerino, no estaban mis trajes de estrella.
En su lugar, había un traje sencillo, negro, el que usaban los bailaores del cuerpo de baile.
Mateo había ocupado mi lugar en todo.
Me vestí en silencio.
Antes de salir, abrí mi taquilla.
Dentro, no guardaba nada personal. Solo los regalos caros que Isabela me había dado a lo largo de los años para "compensarme" .
Un reloj de oro, unos gemelos de diamantes, la funda de la guitarra Conde Hermanos.
Cada objeto tenía un número pegado, una etiqueta.
El reloj era el número 43, por haberme gritado delante de toda la compañía.
Los gemelos eran el 67, por cancelar mis vacaciones familiares en el último minuto.
La guitarra era el 98.
Miré todos esos objetos, fríos y sin vida.
Eran el precio de mi servidumbre.
Cerré la taquilla. No me llevaría nada de eso.
Solo quería irme con mi cuaderno y mi libertad.
El espectáculo comenzó.
Bailé en la sombra, un fantasma en el escenario que había sido mío.
El público aclamaba a Mateo.
Isabela lo miraba desde la primera fila, con lágrimas en los ojos, como si estuviera viendo a un dios.
En el intermedio, me escondí en un rincón oscuro del pasillo, intentando respirar.
Mateo se me acercó, su cara de triunfo era insoportable.
"Lo estás haciendo bien, Javier," dijo con condescendencia. "Para ser un bailaor de fondo."
No le respondí.
"Isabela está tan feliz. Hacía años que no la veía así. Gracias a mí."
Apreté la mandíbula.
"¿Sabes? Ella me contó lo de tu hermana. Qué historia tan conmovedora. Debes estarle muy agradecido."
Cada palabra era un veneno calculado.
"Tanto, que harías cualquier cosa por ella, ¿verdad?"
Se inclinó hacia mí, su voz un susurro.
"Incluso desaparecer."
Lo miré a los ojos. Por primera vez, dejé que viera el odio que sentía.
Él sonrió, satisfecho.
Había conseguido lo que quería.
La segunda parte del espectáculo fue un borrón.
Mi cuerpo se movía por inercia, pero mi mente estaba lejos, planeando mi huida.
Al terminar, la ovación fue atronadora.
Isabela subió al escenario y abrazó a Mateo.
Anunció que él se quedaría como artista principal permanente.
Nadie me mencionó.
Mi nombre había sido borrado.