Capítulo 3

Contesté con una sonrisa todavía en la cara.

"Hola, cariño, ¿qué tal?"

Silencio.

Luego su voz, un susurro helado y furioso.

"¿Sesenta y cinco euros, Sofía?"

Mi sonrisa se borró.

"En una pastelería. ¿Se puede saber qué coño has comprado?"

Miré a mis compañeros, que empezaban a darse cuenta de que algo iba mal. Me aparté un poco.

"Javier, ha sido un éxito en el trabajo. El proyecto... ha salido genial. Quería invitar a los chicos, para agradecerles..."

"¿Agradecerles? ¿Tú agradeces las cosas tirando nuestro dinero a la basura?"

Su voz subió de volumen.

"¿Te has vuelto loca? ¡Sesenta y cinco euros! ¡Es más del veinte por ciento de tu presupuesto mensual! ¡En pasteles!"

"No es tirar el dinero, es una celebración. Ha sido muy importante para mí."

Mi voz temblaba.

"Me da igual. Cancela esa compra ahora mismo."

"No puedo, ya he pagado. Ya nos vamos."

"No me importa. Vuelve a la tienda y diles que te devuelvan el dinero. Diles que ha sido un error."

"Javier, por favor. No me hagas esto. Es humillante."

"¿Humillante? ¿Humillante es querer comprar un piso para nuestra familia? ¿Humillante es sacrificarse cada día? ¡Lo humillante es tu falta de control, tu egoísmo!"

Escuché el sonido de unas teclas en su lado de la línea.

"¿Qué haces?", pregunté, con un nudo de pánico en el estómago.

"Arreglando tu desastre. Acabo de abrir una disputa de la transacción en la app del banco. Cargo no autorizado por el titular. Les llegará la notificación en cualquier momento."

"¡No! ¡Javier, no hagas eso!"

"Ya está hecho", dijo, con una calma aterradora. "Ahora vuelve a la oficina y reflexiona sobre lo que has hecho."

Colgó.

Me quedé paralizada, con el teléfono en la mano.

El olor a tarta de queso me dio náuseas.