La oficina de Lina olía a cuero caro y al perfume de Patrick. Ella cerró la puerta de un portazo, su fachada de calma rota por la furia.
"¿Se puede saber qué pretendes? ¿Venir aquí a montar una escena?"
"¿Una escena?", respondí con calma, sentándome en una de las sillas sin que me invitara. "La escena ya la teníais montada vosotros ahí fuera."
Patrick, que nos había seguido, se interpuso entre nosotros.
"Roy, no es lo que parece. Lina y yo solo somos amigos, y yo la ayudo con el negocio..."
Lo miré fijamente.
"¿Ayudarla? ¿Cómo la ayudas exactamente, Patrick? ¿Gastando el dinero que yo gano?"
Me volví hacia Lina.
"Por cierto, el dinero que supuestamente me enviabas cada mes para mis gastos... nunca llegó."
Lina frunció el ceño, confundida por un segundo, y luego miró a Patrick. Él palideció.
"Yo... yo me encargaba de las transferencias. Debe haber habido un error con el banco," balbuceó.
Un error que duró dos años.
Lina, sin embargo, recuperó la compostura rápidamente. Defendió a su amante sin dudarlo.
"Patrick ha hecho mucho por este tablao. Va a las fiestas, socializa con los críticos, consigue buenas reseñas. Eso también es trabajo, Roy. Un trabajo que tú nunca quisiste hacer."
"Mi trabajo era componer," dije, mi voz plana. "Componer cada una de las canciones que te han hecho famosa. Mi trabajo era arreglar las tuberías del baño de mujeres mientras tú estabas en una sesión de fotos. Mi trabajo era quedarme hasta las cuatro de la madrugada cuadrando las cuentas que tú no entendías."
Ella desvió la mirada, incómoda.
"No seas dramático. Ya hemos hablado de esto. Tu talento es limitado, Roy. Patrick tiene una visión más moderna."
"¿La visión de Patrick?", me reí sin ganas. "Patrick apenas sabe afinar esa guitarra que le compraste. La guitarra que pagué yo, por cierto, con las regalías de 'Lágrimas de Sal', la canción que compuse cuando murió mi padre."
El ambiente se volvió pesado. Lina sabía que era verdad. Para cortar la tensión, abrió su bolso de diseño, sacó un fajo de billetes y lo tiró sobre la mesa.
"Toma. Coge esto y vete. No me humilles más. Hablaremos a través de los abogados."
Recogí el dinero. No era una miseria, pero era un insulto comparado con lo que me correspondía.
"De acuerdo," dije, levantándome. "Nos veremos pronto, Lina."
Salí de la oficina y del tablao, sintiendo sus miradas clavadas en mi espalda.
Horas más tarde, mientras estaba sentado en mi apartamento húmedo, abrí Instagram. No necesitaba buscar mucho. Patrick había publicado una nueva foto.
Eran sus manos entrelazadas con las de Lina. En la muñeca de él, brillaba un reloj de lujo.
Reconocí el reloj al instante.
Era el regalo de aniversario que le había hecho a Lina el año pasado. El que ella me dijo que había perdido.
Mi corazón no se rompió. Ya estaba hecho pedazos desde mi vida anterior. Esta vez, solo sentí el hielo expandirse por mis venas.
Era hora de pasar a la siguiente fase de mi plan.
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