La Venganza de La Dríade de Olivo
img img La Venganza de La Dríade de Olivo img Capítulo 1
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Capítulo 1

Yo soy Isabela, la dríade de este olivo milenario, y mi vida está atada a sus raíces.

He protegido a la familia Montero durante mil años, es una deuda de vida que le debo a su ancestro.

Mateo, el joven heredero, creció bajo la sombra de mis ramas.

Cuando era un niño, me prometió que me cuidaría siempre.

"Eres el alma de nuestro viñedo, Isabela", me decía, "Nunca dejaré que nadie te haga daño".

Yo le creí.

Vi cómo su devoción hacía prosperar estas tierras, cómo el vino Montero se convertía en leyenda gracias a la bendición que fluía de mí a través del árbol.

Pero todo cambió.

Llegó Sofía.

Ella es una "influencer" de vinos, su sonrisa es tan superficial como su conocimiento.

Ella le susurró a Mateo que las viejas tradiciones eran un lastre, que mi olivo era una superstición ridícula que afeaba la modernidad de su bodega.

El amor de Mateo se convirtió en cenizas.

Esta noche, la bodega celebra su fiesta anual. La música es estridente, las luces artificiales contaminan la paz del viñedo.

Desde mi olivo, veo a Mateo reír con Sofía, ella se cuelga de su brazo.

En un momento, Sofía tropieza y se rasguña con una de mis ramas.

Es un arañazo insignificante, pero ella grita como si la hubieran apuñalado.

"¡Este estúpido árbol me ha atacado!", chilla, con lágrimas de cocodrilo. "¡Mateo, tienes que hacer algo!".

La abuela de Mateo, Elena, la única que conoce mi verdad, se acerca rápidamente.

"No es nada, Sofía, solo una rama", dice con calma. "El olivo es sagrado, Mateo, no lo olvides".

Mateo ni siquiera mira a su abuela. Solo tiene ojos para la cara contrariada de Sofía.

Para calmarla, para demostrarle su devoción a ella y no a mí, levanta la voz y da la orden.

"¡Arranquen este árbol! ¡Ahora mismo! ¡De raíz!".

El mundo se detiene.

Mi esencia vital se congela.

Le suplico en su mente, con la conexión que siempre hemos compartido.

"Mateo, no. Me matarás. Destruirás todo".

Él me ignora.

Su abuela le ruega, le agarra del brazo, le recuerda las promesas y la historia de su familia.

"¡Nieto, no cometas este sacrilegio! ¡Condenarás nuestro linaje!".

Mateo se suelta de ella con brusquedad.

"¡Basta de cuentos de viejas, abuela! Es solo un árbol".

Los trabajadores, con motosierras y maquinaria pesada, se acercan.

El ruido ensordecedor desgarra la noche.

El acero muerde la madera milenaria, mi carne.

Un grito silencioso brota de mi ser mientras el árbol se estremece.

Caigo de rodillas en el suelo junto a las raíces expuestas, mi cuerpo comienza a marchitarse.

Mi piel pierde su brillo, mi cabello se vuelve quebradizo y gris.

Envejecí siglos en un instante.

El gran olivo cae con un estruendo que sacude la tierra.

Mi conexión se rompe.

Un dolor inimaginable me atraviesa.

Es el fin.

            
            

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