La Traición Que Despertó Mi Rabia
img img La Traición Que Despertó Mi Rabia img Capítulo 3 No.3
3
Capítulo 8 No.8 img
Capítulo 9 No.9 img
Capítulo 10 No.10 img
Capítulo 11 No.11 img
Capítulo 12 No.12 img
Capítulo 13 No.13 img
Capítulo 14 No.14 img
Capítulo 15 No.15 img
Capítulo 16 No.16 img
Capítulo 17 No.17 img
Capítulo 18 No.18 img
Capítulo 19 No.19 img
Capítulo 20 No.20 img
Capítulo 21 No.21 img
Capítulo 22 No.22 img
Capítulo 23 No.23 img
Capítulo 24 No.24 img
Capítulo 25 No.25 img
Capítulo 26 No.26 img
Capítulo 27 No.27 img
Capítulo 28 No.28 img
Capítulo 29 No.29 img
Capítulo 30 No.30 img
Capítulo 31 No.31 img
Capítulo 32 No.32 img
Capítulo 33 No.33 img
Capítulo 34 No.34 img
Capítulo 35 No.35 img
Capítulo 36 No.36 img
Capítulo 37 No.37 img
Capítulo 38 No.38 img
Capítulo 39 No.39 img
Capítulo 40 No.40 img
Capítulo 41 No.41 img
Capítulo 42 No.42 img
Capítulo 43 No.43 img
Capítulo 44 No.44 img
Capítulo 45 No.45 img
img
  /  1
img

Capítulo 3 No.3

Necesitaba aire, aire de verdad, no la atmósfera perfumada y empalagosa de la fiesta.

Salí por la puerta de servicio a un callejón, el hedor de los contenedores fue un cambio bienvenido.

Mi teléfono vibró. Elizabeth.

-Liv, es peor de lo que pensábamos -dijo, sin preámbulos-. Él es el padre. Paternidad confirmada. Le alquiló un apartamento en Westwood hace meses. Ha estado viviendo una doble vida.

Cada palabra era un mazazo.

Justo entonces, oí voces que se acercaban desde dentro, cerca de la puerta de servicio. La voz de Michael.

-...no te preocupes, Richard, Liv solo está sensible. Ya sabes, las hormonas del embarazo.

Richard, uno de los amigos más antiguos de Michael, alguien que había sido padrino en nuestra boda.

-Aun así, tío, que te vea aquí... eso es duro -dijo Richard, con un atisbo de incomodidad en su tono.

Michael se rio, un sonido bajo y displicente.

-Se le pasará. Siempre se le pasa. Liv me quiere demasiado como para dejarme de verdad. Además, ¿a dónde iría? Me necesita.

La sangre se me heló en las venas.

La insensibilidad, la absoluta certeza en su voz.

Realmente creía que yo era de su propiedad, una muñeca predecible que lloraría y luego perdonaría.

-¿Y Serena? -preguntó Richard.

-Serena entiende la situación. Es paciente. Sabe que me encargaré de manejar a Liv.

Manejarme. Como si yo fuera un problema que había que gestionar.

Me apreté contra la pared de ladrillo, la superficie rugosa clavándose en mi espalda.

El asco era algo físico, subiéndome por la garganta.

No solo era un embustero. Era un déspota.

Pensaba que yo era débil.

Pensaba que mi amor por él era una cadena que podía usar para atarme para siempre.

La desesperación era un peso abrumador que me oprimía el pecho.

No tenía ni idea.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022