Marco miró el nombre en la pantalla de su celular y luego a Sofía, su expresión cambiando en un instante. La ira y la desesperación se desvanecieron, reemplazadas por una sonrisa servil y respetuosa.
"Isabella" , contestó, su voz untuosa. "Sí, ya tengo todo listo, voy de camino al aeropuerto ahora mismo" .
Del otro lado de la línea, se escuchó la risa clara y dominante de Isabella, tan fuerte que Sofía pudo oírla desde donde estaba parada.
"Cariño, te dije que no fueras tan formal conmigo en privado. Ahora que vamos a tener un hijo, ¿no puedes llamarme 'esposa' ?" .
"Esposa" , repitió Marco sin dudar ni un segundo, el cambio fue instantáneo y nauseabundo. "Claro, esposa. Pensé que estabas en la oficina, por eso..." .
Isabella lo interrumpió sin contemplaciones.
"Toda la empresa ya sabe lo nuestro, no hace falta que lo ocultes más. Apúrate, te espero abajo" .
Marco, mientras sonreía al teléfono, comenzó a arrastrar su maleta hacia la puerta. Antes de irse, se giró hacia Sofía y le dedicó una expresión de impotencia calculada, como si ambos fueran víctimas de las circunstancias.
"Sofía, ya ves, Isabella es muy dominante, no puedo oponerme a ella. Cálmate unos días, piensa las cosas. Haré como si no hubiera oído esas palabras impulsivas que dijiste" .
Sofía bajó la cabeza, se secó una lágrima rebelde con el dorso de la mano y dijo en voz baja, pero con una claridad absoluta.
"No fueron palabras impulsivas" .
El rostro de Marco se ensombreció al instante, su paciencia se agotó. Apretó el pomo de la puerta con fuerza, su voz un siseo amenazante.
"¡Espérame hasta que regrese! Hablaremos entonces" .
En el momento en que abrió la puerta, la figura de Isabella apareció en el umbral, lanzándose a los brazos de Marco con una risa triunfante.
"¡Sorpresa! ¡Cariño!" .
Marco, aún procesando la escena, fue capturado en un beso posesivo y prolongado. Cuando Isabella finalmente se apartó, sus ojos se posaron en Sofía, quien permanecía inmóvil junto a la mesa del comedor. Una sonrisa de desdén se dibujó en sus labios perfectamente maquillados.
"Cariño, ¿no habíamos quedado en que hoy la echarías de aquí? ¿Qué pasa ahora, explícame? ¿Por qué sigue ella en nuestro departamento?" .
Marco, atrapado entre las dos mujeres, entrelazó sus dedos con los de Isabella, una sonrisa forzada en su rostro.
"Isabella, mi amor, es que ella aún no ha encontrado dónde vivir, ¿podríamos darle un par de días...?" .
Isabella lo interrumpió bruscamente, su voz cortante como el hielo.
"No me importa. Quiero que resuelvas el problema, no que me expliques tus dificultades. ¡Quiero que se mude de inmediato! ¡Ahora mismo! No me importa a dónde vaya, que se las arregle sola" .
La humillación era palpable en el aire. Marco, con el rostro enrojecido, aún intentó negociar, suplicar.
"Solo dos días de gracia, por favor..." .
"No hace falta" , lo interrumpió Sofía, su voz resonando con una dignidad recién encontrada. "Me iré de inmediato" .
La hipocresía de Marco era asfixiante. Le había pedido que lo esperara dos años, pero ya había planeado con su amante echarla a la calle esa misma noche. Ellos eran la pareja legítima ahora, viviendo en el departamento que ella había decorado con tanto amor. ¿Acaso esperaba que ella se convirtiera en su amante secreta, esperando pacientemente en las sombras? Qué absurdo.
Ignorando la mirada fría y furiosa de Marco, Sofía se dirigió directamente al dormitorio para recoger sus cosas. No tenía mucho, solo una maleta con ropa y algunos objetos personales.
Mientras metía sus pertenencias en la maleta, escuchó la voz de Marco desde la sala de estar, ahora con un tono de mando, como si se dirigiera a una sirvienta.
"Mi esposa tiene sed, sírvele un vaso de agua" .
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