Libres del Yugo del Pasado
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Capítulo 3

Pasaron las siguientes horas planeando, sentadas en el suelo de mármol entre los restos del jarrón roto, con la adrenalina corriendo por sus venas.

Elena, siempre la estratega, delineó el plan con una precisión aterradora.

"El Día de Muertos" , dijo, "es perfecto, todo el mundo estará distraído, habrá multitudes, disfraces, nadie notará a dos mujeres que desaparecen" .

El plan era simple y audaz, alquilarían un pequeño bote para ver los fuegos artificiales desde el agua en el festival del lago, fingirían un accidente, volcarían el bote y desaparecerían en la oscuridad.

"Necesitamos dinero" , dijo Sofía, práctica.

"Yo me encargo de eso" , respondió Elena con una sonrisa astuta. "Ricardo tiene cuentas en el extranjero, he estado moviendo pequeñas cantidades durante meses, por si acaso, él ni se ha dado cuenta" .

También planearon sus nuevas identidades, dos hermanas de Oaxaca, expertas en mezcal, buscando un lugar tranquilo para empezar un negocio.

La idea de ser una persona nueva, sin un pasado que la atormentara, llenó a Sofía de una esperanza que no había sentido en años.

Cuando Sofía finalmente se levantó para irse, el sol ya estaba saliendo.

Al llegar a su casa, se encontró con una sorpresa.

El Tormento Mexicano estaba en la cocina, algo que nunca hacía.

Estaba de espaldas a ella, sin camisa, preparando café.

Sofía se quedó paralizada en la puerta.

"¿Dónde estabas?" , preguntó él sin volverse, su voz era un murmullo bajo y áspero.

"Con Elena" , respondió Sofía, tratando de que su voz sonara normal.

Él se giró lentamente, sosteniendo una taza de café, sus ojos la escudriñaron, y por un momento, Sofía sintió un escalofrío, como si pudiera ver a través de ella, como si supiera el plan que acababan de trazar.

"No me gusta que pases tanto tiempo con ella" , dijo él.

"Es mi única amiga" , replicó Sofía, a la defensiva.

"Ella no es una buena influencia" , dijo él, dando un sorbo a su café. "Te llena la cabeza de ideas" .

Sofía recordó una vez, al principio de su matrimonio, cuando Elena la había llevado de compras y la había convencido de comprar un vestido rojo, un poco atrevido.

Cuando llegó a casa, su esposo la miró con desaprobación.

"Pareces una de las mujeres de Elena" , había dicho, y la forma en que lo dijo hizo que Sofía se sintiera sucia.

Desde entonces, había vuelto a su ropa sencilla y de colores neutros.

Ahora, frente a él, Sofía sintió una oleada de ira.

¿Cómo se atrevía a juzgar a Elena? ¿Cómo se atrevía a intentar controlarla?

Pero se tragó las palabras, no era el momento de pelear.

"Solo fuimos a cenar" , mintió, bajando la mirada para que él no viera la rebeldía en sus ojos.

Él pareció aceptar la respuesta, o quizás simplemente no le importaba lo suficiente como para discutir.

Se acercó a ella, y por un segundo, Sofía pensó que iba a hacer algo, a tocarla, a gritarle.

Pero en lugar de eso, él le rodeó los hombros con un brazo, un gesto tan inesperado que la dejó sin aliento.

Fue un abrazo torpe, rígido, pero era un abrazo.

El calor de su cuerpo la sorprendió.

"Mañana hay una pelea importante" , dijo él, su voz extrañamente suave cerca de su oído. "Quiero que vengas" .

Sofía se quedó inmóvil, confundida.

Él nunca le pedía que fuera a sus peleas, de hecho, parecía preferir que ella se mantuviera alejada de ese mundo.

"Quiero que estés ahí" , repitió, y su agarre se hizo un poco más fuerte.

"Está bien" , susurró Sofía, su mente dando vueltas.

¿Qué significaba esto? ¿Por qué ahora?

Él la soltó y se fue de la cocina, dejándola sola con el olor a café y una confusión abrumadora.

Pero mientras el agua caliente de la ducha corría por su cuerpo, lavando el cansancio de la noche, una cosa estaba clara en su mente.

Nada había cambiado.

Un abrazo torpe y una petición extraña no borraban un año de indiferencia.

El plan seguía en pie.

            
            

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