Otra Familia De Mi Marido
img img Otra Familia De Mi Marido img Capítulo 4
5
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 4

Mateo se levantó del suelo, su rostro transformado por una idea que él, en su retorcida lógica, debió considerar brillante.

"Podemos arreglarlo," dijo, con una nueva y espeluznante chispa de esperanza en sus ojos. "Podemos traer a Leo a vivir con nosotros."

Me quedé mirándolo, incrédula. No podía ser real. Tenía que estar soñando esta pesadilla.

"¿Qué acabas de decir?", pregunté, asegurándome de haber oído bien esa monstruosidad.

"Sí," continuó, envalentonado por mi silencio. "Tú siempre has querido ser madre. Leo es un buen niño. Y Ana... podemos darle una compensación, que se vaya a otra ciudad. Criaremos a Leo como nuestro hijo. Nadie tiene por qué saber la verdad. Seremos una familia, Sofía. La familia que siempre quisimos."

La audacia de su propuesta era tan monumental, tan increíblemente egoísta, que la conmoción dio paso a una furia blanca y pura.

"¡¿Estás completamente loco?!", grité, mi voz finalmente rompiéndose en un rugido. "¿Pretendes que yo, tu esposa traicionada, críe al hijo de tu amante? ¿El símbolo viviente de tu engaño? ¿En nuestra casa? ¡Eso no es solo una locura, Mateo, es un crimen! ¡Tener dos familias es bigamia!"

Su rostro se endureció. La máscara de arrepentimiento se cayó, revelando al monstruo que había debajo.

"¡No me hables de crímenes, Sofía!", espetó, y en un movimiento rápido, me agarró del brazo con una fuerza que me hizo jadear de dolor. "¡Todo esto es tu culpa!"

"¿Mi culpa?", siseé, tratando de liberarme de su agarre.

"¡Sí, tuya!", gritó, su cara a centímetros de la mía. "¡Siempre estás trabajando! ¡Tu carrera, tus diseños, tus estúpidos clientes! ¡Nunca tienes tiempo para mí! ¡Nunca estás en casa! ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Sentarme a esperarte como un perro fiel?"

Sus palabras eran veneno puro, un intento desesperado de desviar su culpa y arrojarla sobre mí.

"¡Ana sí me entiende!", continuó, su voz llena de una falsa rectitud. "¡Ella me admira! ¡Me apoya! ¡Es una mujer de verdad, una madre! ¡No una mujer egoísta y obsesionada con su trabajo como tú!"

Me soltó con un empujón que me hizo tropezar hacia atrás. El dolor en mi brazo era agudo, pero el dolor en mi corazón era insoportable. No solo me había engañado, sino que me despreciaba.

Intentó suavizar su tono, volviendo a la manipulación.

"Escucha, Sofía. El niño no tiene la culpa. Leo es inocente en todo esto. Piensa en él. ¿Vamos a dejarlo sin un padre, sin una familia estable, solo por nuestro orgullo?"

Usar al niño. Usar a un inocente como escudo para su propia depravación. Era lo más bajo que podía caer.

Miré a este hombre, este extraño con la cara de mi esposo, y sentí que todo el amor que alguna vez tuve por él se convertía en cenizas. No quedaba nada. Ni una chispa. Solo un vacío frío y desolado.

"Quiero el divorcio, Mateo", dije, mi voz ahora firme, sin un atisbo de duda. "No quiero volver a verte en mi vida. Recoge tus cosas y lárgate de mi casa."

Su expresión cambió de la manipulación a la furia pura.

"No te vas a divorciar de mí, Sofía. No te lo permitiré."

"No te estoy pidiendo permiso", respondí, mirándolo directamente a los ojos. "Te estoy informando. Se acabó."

                         

COPYRIGHT(©) 2022