La Bailarina del Jefe
img img La Bailarina del Jefe img Capítulo 2
3
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 2

Un fuego que creía extinto se enciende dentro de mí.

Es la rabia, pura y salvaje.

Con un grito que no sabía que podía emitir, me lanzo sobre ella. Mis manos, que antes danzaban con gracia, ahora solo buscan hacer daño.

La agarro del pelo, tirando con todas mis fuerzas.

Isabella chilla, sorprendida por mi ataque. No se lo esperaba. Nadie se esperaba que la rota Sofía tuviera todavía una chispa de lucha.

Rodamos por el suelo en una maraña de odio y desesperación.

Justo en ese momento, la puerta se abre de golpe.

Es Miguel.

Isabella, la actriz consumada, cambia en un instante. Su rostro agresivo se transforma en una máscara de miedo y lágrimas.

"¡Miguel, ayúdame! ¡Está loca! ¡Intentó matarme!" solloza, aferrándose a su brazo.

Miguel me mira, sus ojos oscuros llenos de furia. No pregunta. No duda. Simplemente me condena.

"¿Qué demonios crees que haces, Sofía?" ruge, su voz es un trueno.

Me aparta de Isabella con un tirón violento, haciéndome caer de nuevo al suelo.

Mi cabeza golpea la madera, pero el dolor físico es nada comparado con la injusticia que me quema por dentro.

Es siempre lo mismo.

Recuerdo todas las veces que Isabella me ha provocado, me ha humillado, y cada vez que intenté defenderme, Miguel siempre se puso de su lado.

Él la ve como su igual, una reina del narco, fuerte y astuta.

A mí me ve como un trofeo roto, una propiedad que puede maltratar a su antojo.

Pero algo ha cambiado.

Ya no tengo nada que perder.

Mi hija está muerta. Mi familia está muerta. Yo misma estoy muriendo.

Levanto la cabeza y lo miro directamente a los ojos, por primera vez sin miedo, solo con un vacío infinito.

Él ve algo en mi mirada que lo desconcierta, una calma aterradora.

Da un paso hacia mí, su mano se extiende como para tocar mi mejilla.

"Sofía..." empieza a decir, con un tono casi suave.

Pero mi cuerpo reacciona antes que mi mente. Me encojo, me aparto de su tacto como si quemara.

El rechazo lo golpea. Su rostro se endurece de nuevo, la furia reemplaza la confusión.

La humillación de ser rechazado por mí, su prisionera, frente a Isabella, es demasiado para su orgullo.

"Levántate," ordena, su voz es hielo.

No me muevo.

"¡Dije que te levantes!" grita.

Me agarra del brazo y me pone de pie con una fuerza brutal.

"Vienes conmigo," gruñe, arrastrándome fuera de la habitación, lejos de la sonrisa triunfante de Isabella.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022