Lágrimas De Cristal
img img Lágrimas De Cristal img Capítulo 2
3
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
img
  /  1
img

Capítulo 2

El cambio fue instantáneo, como si alguien hubiera cambiado de canal en una televisión vieja.

Un segundo estaba en el suelo de la fiscalía, el siguiente estaba aquí.

En la nada.

Todo era negro, un vacío sin arriba ni abajo, sin sonido, sin olor.

Mis rodillas ya no sentían el concreto áspero, mis pulmones ya no olían el smog de la ciudad.

Solo había silencio y una oscuridad que se lo tragaba todo.

Intenté ponerme de pie, pero mis piernas no respondían, estaban pesadas, agotadas.

Mi cuerpo entero dolía, no por los golpes de los criminales, sino por un cansancio más profundo, un agotamiento del alma.

¿Qué era este lugar?

¿Era esto la muerte?

No, no se sentía como el final, se sentía como una pausa, una sala de espera horrible entre un infierno y el siguiente.

Este juego, o lo que sea que fuera, era una bestia insaciable, siempre exigiendo más.

Apenas te daba un respiro para lamerte las heridas antes de lanzarte a la siguiente prueba.

Cerré los ojos, tratando de encontrar un centro en medio de la nada, tratando de recordar la cara de Miguel, su sonrisa antes de que todo se fuera al diablo.

Su rostro era mi ancla.

Pero el descanso fue corto.

Una musiquita empezó a sonar, una canción de cuna distorsionada, como salida de una caja musical rota.

"Luna de espejo, flor de papel..."

La voz era infantil, pero helada, sin ninguna emoción.

Se repetía una y otra vez, metiéndose en mi cabeza, erizando la piel de mis brazos.

Luego, una voz mecánica, impersonal y metálica, cortó la canción.

[Participante número 17, el descanso ha terminado.]

[Prepárese para el siguiente desafío.]

[La no participación resultará en la eliminación.]

"¿Eliminación?", susurré al vacío, una risa amarga escapándose de mis labios. "¿Así es como le dicen a matarte ahora? Qué educados".

La voz no respondió, no esperaba que lo hiciera.

Una luz blanca y cegadora apareció frente a mí, y sentí un número grabándose a fuego en la piel de mi muñeca.

17.

Ya no era Elena Rojas.

Era el número 17.

¿Quiénes eran?

¿Quién estaba detrás de esta locura?

¿Y cuántos de nosotros quedábamos?

La luz se hizo más intensa, tragándose la oscuridad, y sentí que me jalaban hacia adelante, hacia lo desconocido, con la estúpida canción de cuna todavía resonando en mis oídos.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022