Justo ahora, el foro oficial del juego ardía con un tema en particular. El título del post más popular era: "¿Neta Guerrero de Fuego sigue con la fea esa?". Los comentarios llovían por cientos cada minuto.
"No lo entiendo, es el jugador número uno, el líder del gremio más poderoso, 'Flama Eterna'. Podría tener a la que quisiera, ¿y elige a esa... cosa?".
"Leí que 'Puente del Sur de Bambú' tiene la configuración de belleza en -100%. O sea, se esforzó para ser la más fea del servidor. Qué rara".
"A lo mejor en la vida real es una diosa y solo lo hace por llamar la atención".
"O a lo mejor es un tipo gordo y peludo, jajaja".
"¡Dejen de ser tan superficiales! Llevan tres años juntos, seguro hay algo más que la apariencia. 'Puente del Sur de Bambú' es una de las mejores encantadoras de equipo del juego, sin ella, 'Flama Eterna' no tendría el equipo que tiene".
"Sí, claro. Guerrero de Fuego es un dios, y ella es su mascota fea. Fin de la historia".
Yo leía cada comentario, uno por uno, sintiendo un nudo en el estómago con cada palabra. Yo era Sofía, y en el juego, era "Puente del Sur de Bambú". La mascota fea del jugador número uno.
Apagué la pantalla del foro y me miré en el espejo de mi pequeño departamento. Lo que veía no era el avatar de piel áspera, nariz torcida y ojos disparejos del juego. En el espejo había una chica de veintitantos años, con ojos grandes y oscuros, piel clara y un cabello largo y negro que caía sobre mis hombros. La gente en la calle a veces se me quedaba viendo, mis amigas decían que era hermosa, pero yo no lo sentía así. Cada vez que alguien me miraba, sentía que estaban juzgando cada imperfección, cada poro, cada pequeño defecto que solo yo parecía notar. Tenía una ansiedad social terrible, un miedo paralizante a ser juzgada por mi apariencia.
Por eso cree a "Puente del Sur de Bambú". Con la belleza al -100%, nadie podía juzgarme por ser bonita o no. Si alguien se acercaba a mí, sería por mi personalidad, por mi talento como ilustradora y encantadora, no por una cara que yo sentía como una máscara. Y Héctor, mi "Guerrero de Fuego", se acercó. O eso creí. Dijo que mi fealdad era refrescante, que estaba harto de las "princesas" superficiales del juego, que veía mi verdadero valor. Y yo le creí.
Llevaba tres años creyéndole.
Mi comunicador vibró. Era un mensaje de él, de Héctor. Mi corazón dio un vuelco, como siempre.
"Hoy no podré conectarme para la incursión del gremio", decía el texto, seco y directo. "Tengo cosas que hacer".
Era el tercer día seguido que cancelaba. Sentí una punzada de inquietud, él nunca se perdía una incursión importante, y menos la de esta noche, donde caería un material raro que necesitábamos.
"¿Está todo bien?", le respondí, tratando de sonar casual.
La respuesta tardó una eternidad en llegar. "Sí. No te preocupes".
Pero me preocupaba. Últimamente estaba distante, sus mensajes eran cortos, sus llamadas inexistentes. Algo estaba mal. Me aferré a la única cosa que sentía que podía controlar, mi trabajo para él. Como Sofía, la ilustradora, él era mi cliente más importante. Como "Puente del Sur de Bambú", era su pareja y la artesana principal de su gremio. Le estaba preparando una sorpresa, un diseño para una espada legendaria que quería desde hacía meses. Llevaba semanas trabajando en los bocetos, perfeccionando cada detalle, poniendo todo mi amor y mi talento en esas líneas. Pensé que si le daba el mejor regalo, tal vez las cosas volverían a ser como antes.
Me puse el casco de RV, la sensación familiar de la inmersión me rodeó. El mundo real se desvaneció y aparecí en mi taller dentro de la sede del gremio "Flama Eterna". El olor a metal caliente y pociones mágicas llenaba el aire. Me senté en mi mesa de trabajo y abrí el pergamino con el diseño de la espada. Estaba casi terminado, solo faltaban unos toques finales al encantamiento visual.
Mientras trabajaba, el chat del gremio se encendió. Pero no eran mensajes sobre la incursión. Eran mensajes de pánico y emoción.
"¡No puede ser! ¡Acaba de conectarse!".
"¿Quién?".
"¡Princesa Dulce! ¡Ha vuelto!".
Mi mano se congeló sobre el pergamino. Princesa Dulce. Ximena. La exnovia de Héctor, la jugadora más famosa por su belleza perfecta, la que lo había dejado hacía tres años para irse con un jugador de otro servidor. Su regreso era como un terremoto.
Y entonces, vi el mensaje que lo cambió todo. No estaba en el chat del gremio, sino en un canal público, una transmisión en vivo que alguien había empezado. Mostraba a Guerrero de Fuego, mi Héctor, en la plaza principal de la ciudad. Y a su lado, estaba ella, Princesa Dulce, con su armadura rosa brillante y su sonrisa perfecta.
Héctor se reía, una risa que yo no había oído en semanas. Se inclinó y le susurró algo al oído, pero el micrófono del transmisor lo captó todo.
"Te he estado esperando, mi princesa. Estos tres años se me han hecho eternos. Esa otra... Puente del Sur de Bambú... solo fue para pasar el rato. Para no aburrirme mientras tú no estabas. Pero ahora que has vuelto, ya no la necesito".
El mundo se me vino abajo. Cada palabra era un golpe directo a mi pecho. El diseño de la espada cayó de mis manos, el pergamino rodando por el suelo. Pasar el rato. Tres años de mi vida, de mi amor, de mi dedicación... solo para pasar el rato.