El Precio de la Bondad Perdida
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Capítulo 3

Un hombre apuesto, de postura arrogante y ropa impecable, salió de entre la multitud, Alejandro. Levantó la barbilla con aire de superioridad, pero la gente lo miraba con duda y miedo.

"¿Y por qué deberíamos creerte a ti?", preguntó uno de los hacendados, su voz temblaba pero estaba llena de escepticismo.

Sofía miró con furia al hombre que había hablado y luego se volvió hacia Alejandro con una expresión de pura admiración, como si estuviera viendo a un dios.

"¡Porque Alejandro es el hijo del Charro Negro!", anunció con voz triunfante. "¡Ustedes, idiotas ciegos, ni siquiera reconocen al verdadero salvador cuando lo tienen en frente!"

El nombre del "Charro Negro" provocó una explosión de murmullos en el patio, el miedo se transformó en asombro y esperanza. El Charro Negro era una leyenda, un jinete mítico cuya habilidad era conocida en todo el país, nadie se atrevería a usar su nombre en vano.

La multitud se arremolinó alrededor de Alejandro, los halagos y las súplicas no se hicieron esperar.

"¡Señor Alejandro, sálvenos!"

"¡Sabíamos que alguien poderoso vendría a ayudarnos!"

"¡No se preocupen, mientras yo esté aquí, nada malo pasará!", prometió Alejandro con una voz engolada y llena de orgullo.

Para Elvira, la escena era ridícula, casi vomitiva. Si no recordaba mal, Alejandro era solo el hijo de un peón que trabajaba para su padre. Apenas sabía montar a caballo, y ya estaba usando el nombre de su familia para engañar a la gente. Sabía perfectamente que lo hacía para estafar a señoritas ingenuas como Sofía y sacarles dinero.

Al ver la mirada de fascinación en el rostro de Sofía, Elvira casi podía prever la desesperación que sentiría cuando descubriera la verdad. Pero ya no era su problema.

"Ya que el joven Alejandro es tan hábil", dijo Elvira en voz alta, su tono casual y burlón cortó el aire de adulación. "¿Por qué no nos da una demostración de cómo domar a un jaguar con las manos desnudas?"

La multitud se calló, todos los ojos se volvieron hacia Alejandro, cuyo rostro se puso pálido como el papel, su boca temblaba mientras intentaba forzar una sonrisa.

"¿Te estás burlando de mí?", siseó, su arrogancia vacilaba. "¡Solo eres una peona! ¿Te atreves a cuestionar mi habilidad?"

Sofía, aún más furiosa que Alejandro, tomó un lazo del suelo y se lo arrojó a Elvira, golpeándola en el pecho.

"¿Quién te crees para cuestionar a Alejandro?", gritó, acercándose a Elvira como una furia. Le clavó las uñas en la mejilla, dejando marcas rojas en su piel.

"¡Alguien como Alejandro, un verdadero líder, es alguien a quien una basura como tú nunca podrá alcanzar en su vida!"

            
            

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