Bajo La Protección Del Ceo
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Capítulo 5 Cap.5

Capítulo 5:

Theo no era hombre de perder tiempo. Esa misma noche, después de asegurarse de que Noemí había cenado y descansado lo suficiente, se dirigió a su habitación. No tocó la puerta. Simplemente entró, como si ya tuviera derecho sobre su espacio.

Noemí estaba sentada junto a la ventana, envuelta en la suave bata que Yajaira le había dejado, mirando las luces de la ciudad a lo lejos. Al escuchar la puerta abrirse, se volvió bruscamente, los ojos llenos de sorpresa y un destello de incomodidad.

-¿Nunca aprendiste a tocar antes de entrar? -preguntó Noemí, con más firmeza de la que sentía.

Theo ignoró el comentario. Se acercó hasta quedar frente a ella, las manos en los bolsillos de sus pantalones de vestir, la mirada fría pero intensa.

-Tenemos cosas que discutir -dijo Theo, sin preámbulos. Ella apretó los dedos sobre la tela de la bata, preparándose para lo que fuera que viniera.

-¿Qué más quieres saber? -preguntó Noemí

-Nada, -respondió él- Ya tengo toda la información que necesito.

Un silencio pesado cayó entre ellos. Noemí podía escuchar el tictac del reloj de pared, marcando cada segundo que pasaba mientras Theo la observaba como si midiera su reacción.

-Entonces, ¿por qué estás aquí? -preguntó Noemí finalmente, desafiante. Theo no vaciló.

-Voy a casarme contigo.

Las palabras resonaron en la habitación como un disparo. Noemí abrió los ojos, completamente segura de haber escuchado mal.

-¿Qué?

-Boda civil. En menos de una semana -continuó Theo, como si estuviera repasando puntos de una reunión de negocios- Será un acuerdo estrictamente contractual. Tú obtienes protección, un apellido para tu hijo y todo el respaldo financiero que necesites. Yo cumplo con el pacto que hicieron nuestros abuelos y cierro ciertos acuerdos comerciales que requieren una imagen de estabilidad familiar. -Noemí se levantó de un salto, el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.

-Estás loco, susurró. No voy a casarme contigo solo para ser una pieza en tu venganza o para que salves las apariencias de un pacto que mi familia ya rompió. -dijo Noemí y Theo no se inmutó.

-No es una solicitud, Noemí. Es la única forma de honrar la promesa que se hizo y de proteger lo que queda de ese honor. -dijo Theo con firmeza

-Claro que puedo rechazarlo -replicó ella, levantando la barbilla. Theo sonrió, un gesto frío que no llegó a sus ojos.

-¿En serio? ¿Prefieres volver a las calles? ¿Arriesgar a tu hijo, el verdadero heredero de este linaje que tanto les importa a ellos? -El golpe bajo surtió efecto. Noemí sintió cómo el aire escapaba de sus pulmones.

-Eso no es justo -murmuró Noemí.

-El honor y la justicia rara vez van de la mano -respondió Theo, acercándose un paso más- Pero esto es lo que te ofrezco: seguridad, lujo, y la oportunidad de darle a tu hijo el apellido y el legado que por derecho le correspondería si tus padres no hubieran olvidado el valor de la palabra dada.

Noemí quería discutir, quería gritar que no necesitaba su caridad, pero la realidad era aplastante. Sin dinero, sin familia, sin un lugar al que ir, ¿qué opciones tenía?

-¿Y después? -preguntó Noemí, conteniendo las lágrimas de frustración- ¿Qué pasa cuando ya no te sirva para tu pacto? -Theo sostuvo su mirada.

-El contrato tendrá una duración de dos años. Tiempo suficiente para que el mundo vea que los Estrada cumplen sus promesas, a diferencia de otros. Después, si quieres irte, puedes hacerlo con una generosa compensación.

Dos años. Dos años viviendo bajo el mismo techo que el hombre más peligroso que conocía. Dos años fingiendo un matrimonio que solo existiría para cumplir una promesa de antaño. Pero también dos años de seguridad para su bebé. Theo vio la duda en sus ojos y aprovechó.

-Piénsalo esta noche. Pero mañana quiero una respuesta. -dijo Theo con firmeza

Y antes de que ella pudiera decir algo más, dio media vuelta y salió de la habitación, dejándola sola con sus pensamientos y una decisión imposible. Porque, en el fondo, ambos sabían que el peso de una promesa entre abuelos era más fuerte que cualquier negativa.

La noche se hizo eterna. Noemí dio vueltas en la cama, las sábanas frescas enredándose entre sus piernas inquietas. Cada vez que cerraba los ojos, veía alternativas que se desvanecían como humo:

¿Volver a las calles con un bebé en camino? Imposible. ¿Pedir ayuda a alguien más? No tenía a nadie. ¿Buscar a Aarón? El mismo que la había abandonado sin dudarlo. El reloj marcó las 5:47 AM cuando finalmente se rindió ante el insomnio. Se sentó en el borde de la cama, las manos protegiendo instintivamente su vientre todavía plano.

-No hay opción -susurró para sí misma, mientras la primera luz del amanecer filtraba por las cortinas.

Vestida con la ropa que Theo le había proporcionado un sencillo conjunto de lino beige, salió de la habitación con paso decidido. Sabía exactamente dónde encontrarlo a esa hora: en el despacho de la planta baja, donde Yajaira le había comentado que solía trabajar antes del desayuno. La puerta entreabierta dejaba escuchar el tecleo rápido de un computador. Noemí respiró hondo y llamó con los nudillos.

-Adelante -respondió la voz grave de Theo.

Al entrar, lo encontró inmerso en documentos, con las mangas de la camisa blanca enrolladas hasta los antebrazos, revelando tatuajes discretos que nunca había notado antes. Sin mirarla, señaló el asiento frente a él.

-Has madrugado -comentó Theo, como si hubiera esperado su visita. Noemí se sentó con la espalda recta, ignorando el temblor de sus manos.

-Acepto tu oferta -declaró Noemí, sin preámbulos- Pero con condiciones.

Theo dejó el bolígrafo que sostenía y por fin alzó la vista. La estudió con esa mirada que parecía ver más allá de sus palabras.

-Di.

-Primero: nunca compartiremos habitación. Segundo: nadie, absolutamente nadie, debe saber que este es un arreglo. Tercero: cuando termine el contrato, me iré sin ataduras. -Theo esbozó una media sonrisa, como si sus demandas fueran predecibles.

-Aceptado. Añadiré una cláusula: asistirás a eventos sociales como mi esposa y evitarás cualquier escándalo. Fingiremos ante el mundo que este matrimonio es la culminación del deseo de nuestros abuelos. -dijo Theo Ella asintió.

-Y mi hijo...

-Llevará mi apellido y tendrá los mismos derechos que cualquier heredero Estrada, interrumpió él, con una firmeza que la tomó por sorpresa. Eso incluye educación, salud y protección. Sin excepciones. Será el fruto de esta unión, tal y como siempre se pretendió. -dijo Theo con firmeza y Noemí contuvo el aliento. Era más de lo que jamás hubiera pedido.

-¿Por qué haces esto? -Noemí no pudo evitar preguntar- Podrías exigir mucho más. Podrías buscar a otra. -Theo se reclinó en el sillón, la luz del amanecer acentuando el ángulo perfecto de su mandíbula.

-Mi abuelo no pactó con otra. Pactó contigo. Los Reynoso creen que pueden pisotear el honor de su palabra y sustituir piezas a su antojo. Les demostraré lo equivocados que están. Cumpliré el pacto con la mujer que ellos desecharon. -dijo Theo con firmeza y un silencio cargado de entendimiento se instaló entre ellos- Skay ya está preparando los papeles, añadió Theo, pasando un documento hacia ella. Firma aquí. La boda será el viernes en el juzgado.

Noemí tomó el bolígrafo con mano firme esta vez. Al estampar su firma, sintió que sellaba no solo un contrato, sino el destino que dos viejos amigos habían soñado para sus nietos.

-Bienvenida al pacto, señora Estrada. -dijo Theo y así, entre la luz pálida de la mañana, nació la alianza más improbable de la ciudad, forjada no por amor, sino por el peso de una promesa antigua.

Continuará...

                         

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