Bajo la lluvia de Paris
img img Bajo la lluvia de Paris img Capítulo 3 Encuentro casual con el fotógrafo
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Capítulo 6 Primeros lazos de conexión img
Capítulo 7 Aventura en la ciudad: explorando París juntos img
Capítulo 8 La historia del pasado de la escritora img
Capítulo 9 El fotógrafo comparte su dolor img
Capítulo 10 Decisión de encontrarse nuevamente img
Capítulo 11 Nuevas salidas y aventuras en París img
Capítulo 12 Confesiones profundas img
Capítulo 13 Primer beso inesperado img
Capítulo 14 Miedos y dudas surgen img
Capítulo 15 La escritora reflexiona sobre sus sentimientos img
Capítulo 16 El fotógrafo enfrenta sus inseguridades img
Capítulo 17 Primer conflicto: malentendidos img
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Capítulo 3 Encuentro casual con el fotógrafo

El día siguiente llegó sin aviso, pero Clara no se despertó con la sensación de haber perdido algo, como tantas veces antes. París, en su misterio, le ofreció algo inesperado: calma. La lluvia había cesado por la mañana, y aunque el cielo seguía cubierto de nubes, la ciudad parecía respirar con un aire fresco que la invitaba a seguir explorando. Sin embargo, su mente seguía ocupada con los recuerdos de la noche anterior. El breve paseo bajo la lluvia, la manera en que Thomas había hecho que se sintiera más ligera... todo eso rondaba su cabeza.

Decidió salir por la mañana, caminando sin un rumbo específico. Necesitaba ver más de París, más allá de las paredes de la cafetería donde había pasado tanto tiempo. Y como si la ciudad hubiera estado esperando su decisión, las calles la guiaron hacia una pequeña galería de arte que se encontraba en una esquina tranquila. Algo en la vitrina la llamó la atención, pero no fue hasta que se acercó que se dio cuenta de que las fotos eran de París, capturadas bajo la lluvia, bajo esa luz tenue que solo París sabía ofrecer.

Al entrar, el aire era fresco y el espacio, aunque pequeño, estaba lleno de imágenes que hablaban de momentos robados en la ciudad. Clara caminó lentamente, admirando las fotografías, algunas en blanco y negro, otras llenas de color, pero todas ellas transmitían una intimidad que la cautivaba. Se quedó frente a una imagen en particular: un niño saltando en un charco, con una sonrisa que parecía iluminar el día gris.

- ¿Te gustan? -una voz familiar la sacó de su ensueño.

Clara giró rápidamente y, al ver al hombre que había conocido la noche anterior, su corazón dio un pequeño salto. Thomas, con su cámara colgada al cuello, sonreía mientras la observaba.

- No me esperaba verte aquí -dijo Clara, un poco sorprendida, aunque al mismo tiempo, no le extrañaba que él estuviera allí. Todo en él parecía tan... natural, como si París fuera un lugar que conocía de memoria.

- Yo tampoco -respondió Thomas, acercándose a ella. - Pero las imágenes que capturan a las personas en su esencia... es difícil resistirse.

Clara sonrió, recordando lo que él había dicho la noche anterior sobre las palabras y las imágenes. Parecía que sus pensamientos y su arte se conectaban de una manera similar. De repente, el ambiente de la galería, tan tranquilo y lleno de historias visuales, parecía crear el contexto perfecto para una conversación más profunda.

- Estas fotos son preciosas -comentó Clara, sin apartar la vista de la imagen del niño. - Capturan algo que... no se puede explicar con palabras.

Thomas la observó, sin prisas, como si también estuviera esperando que ella dijera algo más.

- Las palabras pueden ser limitadas a veces, ¿no? -dijo él, pensativo. - La fotografía, como la lluvia, es un lenguaje universal. No necesita traducción.

Clara lo miró, sorprendida por la profundidad de sus palabras. Había algo en él que la hacía sentir que no solo lo conocía en este momento, sino que de alguna forma, él la conocía a ella también.

- ¿Por qué tomas fotos de la lluvia? -preguntó ella de repente, alzando la vista hacia él. Había algo en la forma en que las gotas se reflejaban en las imágenes, en la forma en que cada foto parecía capturar una historia, que le intrigaba profundamente.

Thomas se encogió de hombros, mirando las fotos como si fuera la primera vez que las veía.

- Porque la lluvia, como las personas, tiene capas. A veces es tormentosa, a veces es suave, pero siempre cambia lo que tocamos. Como cuando caminamos por la ciudad, te da una nueva perspectiva. - Sus ojos se encontraron con los de Clara, y por un momento, el bullicio de la galería desapareció. - La lluvia refleja lo que está dentro de nosotros, más de lo que estamos dispuestos a ver.

Clara sintió un escalofrío al escuchar sus palabras. Había algo tan profundo en la manera en que Thomas veía el mundo, algo que le hizo sentir como si hubiera tocado una parte de ella misma que había estado dormida por mucho tiempo. De repente, se dio cuenta de que no solo estaba frente a un fotógrafo; estaba frente a alguien que parecía entender la esencia misma de las emociones humanas.

- Tal vez tienes razón -dijo Clara, buscando sus palabras. - La lluvia te obliga a mirar de cerca, a ver los detalles que normalmente no verías.

Thomas sonrió, satisfecho con su respuesta.

- ¿Y tú? ¿Qué es lo que buscas ver? -preguntó, con un tono que no era invasivo, sino curioso, como si ya supiera que ella también tenía algo que mostrar.

Clara lo miró, sintiendo una chispa de incertidumbre. No estaba acostumbrada a que alguien la mirara con tanta intensidad, como si esperara descubrir algo más allá de las palabras.

- Creo que... -comenzó, titubeando. - Estoy buscando algo que me haga sentir que todavía tengo algo que decir. He estado callada mucho tiempo. Y ahora, aquí, en París... siento que quizás podría encontrar la forma de expresarme de nuevo.

Thomas la observó en silencio por un momento, y luego dio un paso hacia ella. El gesto fue tan natural, tan sencillo, pero Clara sintió cómo su corazón latía más rápido.

- Tal vez deberíamos salir a caminar otra vez -sugirió Thomas con una sonrisa, mientras sus ojos se suavizaban. - Pero esta vez, sin prisas, solo... caminando. A veces, las mejores historias surgen de lo que no decimos.

Clara asintió sin pensarlo. Había algo en su presencia que la invitaba a dejarse llevar, a soltarse de la rigidez de sus propios pensamientos. No necesitaba más palabras. Estar con él, compartir el silencio, también era parte de lo que necesitaba.

- Vamos -respondió Clara, sintiendo que su corazón ya sabía lo que su mente aún no quería aceptar.

Thomas le ofreció su brazo de manera informal, y Clara lo tomó, sintiendo cómo la conexión entre ellos se afianzaba un poco más con cada paso que daban hacia la salida de la galería. Mientras caminaban juntos por las calles de París, Clara no podía evitar pensar que este encuentro casual con Thomas, este desconocido que ya sentía tan cercano, era solo el comienzo de algo que ella no había anticipado. Algo que, por primera vez, parecía prometerle más que solo palabras.

            
            

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