Bajo la lluvia de Paris
img img Bajo la lluvia de Paris img Capítulo 5 Conversaciones iniciales
5
Capítulo 6 Primeros lazos de conexión img
Capítulo 7 Aventura en la ciudad: explorando París juntos img
Capítulo 8 La historia del pasado de la escritora img
Capítulo 9 El fotógrafo comparte su dolor img
Capítulo 10 Decisión de encontrarse nuevamente img
Capítulo 11 Nuevas salidas y aventuras en París img
Capítulo 12 Confesiones profundas img
Capítulo 13 Primer beso inesperado img
Capítulo 14 Miedos y dudas surgen img
Capítulo 15 La escritora reflexiona sobre sus sentimientos img
Capítulo 16 El fotógrafo enfrenta sus inseguridades img
Capítulo 17 Primer conflicto: malentendidos img
img
  /  1
img

Capítulo 5 Conversaciones iniciales

Clara se despertó temprano al día siguiente, como si la ciudad misma la invitara a levantarse y caminar. La lluvia había cesado por un rato, pero el aire fresco seguía marcando su presencia en París. Sin embargo, su mente no estaba centrada en la ciudad ni en el clima. Estaba atrapada en los pensamientos de la noche anterior, en la charla sincera que había compartido con Thomas, en la manera en que cada palabra de él parecía resonar dentro de ella, desnudando capas que ni siquiera sabía que existían.

Decidió no quedarse en su apartamento aquel día. No quería estar sola con sus pensamientos. Quería sumergirse en las palabras de Thomas, en las promesas de lo que podría ser si se permitía abrirse. Tomó su abrigo, se puso una bufanda cálida y salió al pasillo. A través de la ventana, vio cómo la luz del sol se colaba entre las nubes, como si fuera una señal de que, tal vez, el día sería diferente.

Apenas cruzó la puerta de su edificio, vio a Thomas parado en la acera, como si la estuviera esperando. Sus ojos se encontraron, y Clara sintió que su corazón latía un poco más rápido. El hecho de que él estuviera allí, tan inesperadamente, hizo que se sintiera como si las piezas del rompecabezas comenzaran a encajar, sin que ella tuviera que hacer nada.

- Hola -dijo él, con esa sonrisa suya que siempre parecía aliviar cualquier inquietud que ella tuviera.

Clara no dijo nada al principio, solo sonrió tímidamente. Se acercó a él y, sin preguntar, caminó a su lado, como si todo ya estuviera acordado entre ellos.

- ¿Qué haces aquí tan temprano? -preguntó Clara, buscando romper el silencio con una pregunta ligera, aunque sabía que él probablemente también lo había notado: esa atracción invisible entre ellos.

- Estaba pensando que, tal vez, podría invitarte a conocer un rincón de París que no aparece en las guías turísticas -respondió Thomas, su tono suave pero lleno de una invitación clara. - Un lugar más tranquilo, donde podamos hablar... sin ruido, sin distracciones.

Clara lo miró, intrigada. Sabía que había algo en Thomas que la invitaba a explorar, no solo la ciudad, sino también lo que surgía entre ellos.

- Me parece perfecto -respondió Clara, con una pequeña sonrisa, sin pensar demasiado en la decisión. A veces, las mejores decisiones eran las que se tomaban sin pensarlo.

El lugar al que la llevó no estaba lejos, una pequeña librería escondida entre las calles de un barrio menos concurrido. Las paredes llenas de estantes con libros antiguos daban la sensación de estar en otro tiempo, lejos del París moderno. Había una pequeña mesa en el fondo, junto a una ventana que se abría a un jardín secreto, casi mágico, que invitaba a sentarse y dejarse llevar por el momento.

Se acomodaron en la mesa, y Clara sintió que el lugar, con su calma y serenidad, era el refugio perfecto para lo que ambos necesitaban. La conversación comenzó sin prisa, como si ambos hubieran aprendido a apreciar el valor del silencio antes de hablar.

- Este lugar es... especial -dijo Clara, observando los libros y la atmósfera tranquila.

Thomas asintió, sonriendo ligeramente. - Es uno de mis lugares favoritos. Aquí puedes perderte en las historias sin ser interrumpido.

Clara asintió, tomando un sorbo de su café. No quería apresurarse. No sabía por qué, pero algo en su interior le decía que no había necesidad de correr con él, que la calma era lo único que necesitaban para dejar que las cosas fluyeran.

- Me gusta cómo ves el mundo -dijo Clara de repente, mirando hacia él. - Me haces ver las cosas de otra manera.

Thomas la miró, sin cambiar su expresión, como si estuviera leyendo entre líneas.

- Tal vez porque a veces las respuestas que buscamos están justo frente a nosotros, pero tenemos miedo de verlas. O tal vez porque no sabemos cómo mirar. - Su mirada se suavizó un poco. - Y tú, Clara, ¿qué ves?

La pregunta la tomó por sorpresa, y Clara se quedó en silencio un momento, dándose cuenta de que nunca había tenido una conversación así, tan directa, tan abierta. Sentía que estaba compartiendo más de lo que pensaba.

- No sé... -respondió Clara, con una leve sonrisa-. Tal vez solo busco algo que me haga sentir que estoy haciendo lo correcto, que mi vida tiene sentido.

Thomas la observó en silencio, como si quisiera decir algo más, pero eligió no apresurarse.

- A veces, hacer lo correcto no se siente tan bien, ¿verdad? -dijo él suavemente. - Yo creo que eso es lo que más nos asusta. A veces, el camino que más tememos recorrer es el que más necesitamos tomar.

Clara lo miró fijamente, sin saber qué decir. Era la primera vez que alguien le hablaba de esa manera, como si entendiera lo que pasaba por su mente, como si pudiera ver más allá de lo que ella misma veía.

- Es extraño -dijo Clara, finalmente-. Todo parece más claro ahora, pero al mismo tiempo, siento que no tengo idea de lo que quiero.

Thomas sonrió levemente, como si la respuesta ya estuviera en sus palabras.

- Eso está bien. No tienes que saberlo todo ahora mismo. La vida no siempre tiene que estar tan definida. A veces, el simple hecho de seguir caminando es suficiente.

Clara suspiró, sintiéndose aliviada por sus palabras. Había algo en la forma en que Thomas hablaba, en su calma, que la hacía sentir más segura, como si cada paso que daba no fuera un error, sino una lección.

- ¿Y tú? -preguntó Clara, con un tono suave. - ¿Cómo sabes lo que quieres?

Thomas se encogió de hombros, pensativo.

- No siempre lo sé. A veces me encuentro en situaciones donde me siento perdido, donde no sé si lo que estoy haciendo es lo correcto. Pero... también sé que eso es parte de ser humano, ¿no? Nadie tiene todas las respuestas. Solo seguimos intentando, seguimos buscando.

Clara lo miró, notando cómo sus palabras llegaban a ella con una honestidad que rara vez encontraba en otras personas. Thomas no tenía miedo de admitir que no tenía todas las respuestas, y eso, de alguna manera, la hacía sentir más conectada con él. Ella tampoco tenía todas las respuestas, pero quizás, con él, no necesitaba tenerlas.

- ¿Sabes? -dijo Clara, casi sin darse cuenta. - Me siento bien hablando contigo. Como si fuera... fácil.

Thomas la miró fijamente, una sonrisa pequeña y sincera curvó sus labios.

- Me alegra escuchar eso. Porque para mí, también es fácil. No tenemos que apresurarnos, Clara. Podemos simplemente ser, aquí y ahora. No hay expectativas, no hay presiones.

Clara asintió, sintiendo cómo su pecho se relajaba, cómo todo el peso que había llevado durante tanto tiempo comenzaba a aligerarse. Estar con él, hablar de estas cosas sin miedo a ser juzgada, era exactamente lo que necesitaba.

- Tal vez es eso lo que necesitaba. Un refugio, un lugar donde no tuviera que esconderme -dijo Clara, sintiendo una especie de paz que no había experimentado en mucho tiempo.

Thomas la miró, con una dulzura que la hizo sentir como si todo lo que había dicho tuviera un peso profundo, un significado que iba más allá de las palabras.

- Entonces, aquí estamos. En nuestro refugio temporal -respondió él, con un brillo en los ojos que hizo que Clara sintiera que, tal vez, los refugios temporales podían durar mucho más de lo que imaginaba.

                         

COPYRIGHT(©) 2022