Bajo la lluvia de Paris
img img Bajo la lluvia de Paris img Capítulo 4 Refugio temporal
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Capítulo 6 Primeros lazos de conexión img
Capítulo 7 Aventura en la ciudad: explorando París juntos img
Capítulo 8 La historia del pasado de la escritora img
Capítulo 9 El fotógrafo comparte su dolor img
Capítulo 10 Decisión de encontrarse nuevamente img
Capítulo 11 Nuevas salidas y aventuras en París img
Capítulo 12 Confesiones profundas img
Capítulo 13 Primer beso inesperado img
Capítulo 14 Miedos y dudas surgen img
Capítulo 15 La escritora reflexiona sobre sus sentimientos img
Capítulo 16 El fotógrafo enfrenta sus inseguridades img
Capítulo 17 Primer conflicto: malentendidos img
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Capítulo 4 Refugio temporal

El día siguiente amaneció gris nuevamente, como si París no pudiera deshacerse de su capa de niebla. Clara caminó por las calles empapadas, pero no le importó. Había algo reconfortante en la lluvia persistente, algo que la hacía sentir más conectada con la ciudad, como si pudiera esconderse detrás de sus gotas y no ser vista. Pero hoy, había algo distinto en su corazón. Había una ligereza, una calma que no sentía en mucho tiempo. Y esa calma tenía un nombre: Thomas.

El recuerdo de la tarde anterior, caminando por las calles mojadas de París, sin un destino claro, seguía presente en su mente. La forma en que él la hacía reír sin esfuerzo, cómo su presencia se sentía como un refugio en medio de su tormenta interna. La lluvia, el aire fresco, incluso el olor de la ciudad, todo parecía tener más sentido cuando Thomas estaba cerca.

Se dirigió hacia la pequeña librería que había descubierto días atrás, buscando algo que leer mientras pasaba el día en su apartamento. Pero antes de que pudiera entrar, una voz familiar la llamó desde la esquina de la calle.

- ¡Clara! -la voz de Thomas cortó el sonido de la lluvia.

Ella giró y, al verlo, una sonrisa se formó en su rostro sin que lo pudiera evitar. Él se acercaba caminando con esa misma confianza que le había notado desde el primer día, el mismo brillo en los ojos, como si no hubiera necesidad de decir nada para entenderse.

- ¿Qué haces por aquí? -preguntó Clara, sin poder evitar la calidez que invadió su pecho al verlo.

Thomas se detuvo frente a ella, un poco mojado por la lluvia, pero su sonrisa era genuina, despreocupada.

- Pensé que, dado que este clima no nos va a dar tregua, tal vez podríamos encontrar un lugar para refugiarnos -dijo él, mirando hacia el cielo gris. - ¿Te parece bien?

Clara se sintió algo sorprendida. No esperaba que Thomas apareciera en su vida con tanta frecuencia, pero al mismo tiempo, algo en ella quería que lo hiciera.

- Claro -respondió, sintiendo cómo sus palabras fluían sin esfuerzo. - Vamos a encontrar ese refugio.

Thomas sonrió, y sin decir más, la condujo hacia una pequeña cafetería a unas cuadras de allí. La entrada era acogedora, con el timbre sonando suavemente cuando cruzaron la puerta. El lugar estaba lleno de luz cálida, y el olor a café recién hecho envolvía el ambiente. Tomaron asiento en una mesa junto a la ventana, y el sonido de la lluvia sobre el cristal les proporcionó una sensación de aislamiento del mundo exterior.

Ambos se acomodaron en silencio por un momento, como si estuvieran disfrutando de la tranquilidad que la lluvia había traído consigo. No era necesario hablar, solo estar allí, juntos. Pero el silencio, aunque cómodo, no duró mucho.

- ¿Sabes? -dijo Thomas, rompiendo el silencio mientras observaba por la ventana-. A veces, la lluvia me hace pensar. No solo en lo que es obvio, sino en lo que se esconde debajo de las gotas. Hay algo hermoso en eso, en cómo puede revelar lo que está oculto, pero también ocultar lo que está frente a ti.

Clara lo miró fijamente, sorprendida por la profundidad de su comentario. Algo en su voz, en la manera en que hablaba, la hizo sentir que él entendía lo que ella misma no podía expresar.

- ¿Y qué es lo que ves cuando miras la lluvia? -preguntó ella, sintiendo curiosidad por sus pensamientos. Había algo en él, algo en su mirada, que la invitaba a abrirse sin reservas.

Thomas la miró, y por un momento, sus ojos se encontraron en un silencio compartido. Después, con una sonrisa, respondió:

- Veo oportunidades. Oportunidades para cambiar, para ser diferente. La lluvia no solo limpia la ciudad; también limpia las posibilidades, las hace más claras. Como si te diera una nueva perspectiva.

Clara dejó que sus palabras calaran en su mente. Había algo en su forma de ver el mundo que le resultaba fascinante. Algo en su manera de observar lo que otros no se molestaban en ver. Tal vez ella también necesitaba esa "limpieza" de la que hablaba, esa oportunidad de ser diferente, de ser alguien más, alguien que pudiera empezar de nuevo.

- Me gustaría ver el mundo como tú lo ves -dijo Clara, con una suavidad que apenas se percibía. No lo dijo con tristeza, sino con una especie de anhelo.

Thomas la miró intensamente, como si evaluara sus palabras. Su expresión se suavizó, y su mirada se volvió más cálida.

- Tal vez no sea tan difícil. Solo tienes que permitirte ver más allá de lo que está frente a ti. A veces, lo que más necesitamos no está en el futuro, sino en lo que ya tenemos, solo que no lo vemos.

Clara sintió que su corazón latía un poco más rápido. Era la primera vez en mucho tiempo que alguien le hablaba con tanta comprensión, como si él pudiera ver lo que guardaba dentro, lo que no decía.

- ¿Y tú? -preguntó Clara, levantando la vista hacia él-. ¿Qué ves en mí?

Thomas la observó por un largo momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. No parecía apresurado, no parecía querer decir algo solo para llenar el silencio.

- Veo a alguien que está en proceso de encontrarse a sí misma -dijo finalmente, con una sinceridad que hizo que Clara se sintiera expuesta, pero no incómoda. - Alguien que está buscando algo, pero no sabe aún qué es.

Clara se quedó en silencio. Sus palabras resonaron en ella de una forma que no esperaba. Había algo en lo que él había dicho que tocaba una parte de su alma, una parte que había estado escondida, temerosa de salir a la luz.

- Tal vez tienes razón -respondió Clara, con un suspiro suave. - He estado buscando algo, pero aún no sé qué es. Y a veces me siento... perdida.

Thomas se inclinó ligeramente hacia ella, como si quisiera hacerle saber que estaba allí, sin presionar, solo escuchando.

- Está bien sentirse así. Todos lo hemos estado. La cuestión es no dejar que esa sensación te controle. A veces, perderse es el primer paso para encontrarse.

Clara no podía evitar sonreír, aunque fuera tímidamente. Algo en su cercanía, en la forma en que la entendía sin juzgarla, la hacía sentir más segura, más capaz de enfrentarse a lo que estaba por venir.

El camarero llegó con dos tazas de café, interrumpiendo su conversación. Thomas lo agradeció y dejó la taza frente a Clara, luego se acomodó en su asiento, pero no apartó los ojos de ella. Clara lo miró un momento, sintiendo que algo había cambiado entre ellos, algo más profundo que un simple encuentro casual.

- ¿Sabes? -dijo él, sonriendo-. Creo que la lluvia no es la única cosa que puede ser un refugio. A veces, las personas también lo son.

Clara lo miró, algo sorprendida, pero también tocada por sus palabras. En ese momento, no había necesidad de más respuestas. El refugio estaba allí, entre ellos, en el pequeño espacio compartido de una cafetería parisina, bajo la lluvia.

            
            

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