Prometida Olvidada Mi Nueva Identidad
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Capítulo 3 3

Unos días después, Ethan llamó a Ava con un pánico fingido en la voz.

"¿Ava? Soy Ethan. Es por Chloe. Estábamos en mi casa y... se cayó. Se dio un golpe terrible en la cabeza con la mesa de centro. Creo que es grave".

El corazón de Ava no dio un solo vuelco. Sabía que todo era parte del teatro de Ethan.

"¿Está consciente?", preguntó Ava con un tono profesional, casi como el de una paramédica.

"Sí, pero está mareada. Dice que ve borroso. Tengo que llevarla a urgencias".

"De acuerdo", dijo Ava. "Llévala".

Era una prueba, lo sabía. Otra de sus artimañas para atraerla, para despertar sus celos o, al menos, su inquietud.

Pero no estaba funcionando.

Cuando Ava llegó a urgencias, tal como Ethan había insistido para que fuera a "apoyarlo", lo encontró en plena actuación.

Chloe yacía en una camilla con una bolsa de hielo perfectamente colocada sobre la frente, pálida y con un aire frágil. Ethan rondaba a su alrededor, acariciándole el cabello.

"Ella ha sido mi roca en todo esto", le dijo Ethan a una enfermera, en un tono lo bastante alto para que Ava lo oyera. "Una amiga muy querida. No sé qué haría sin ella".

Le lanzó una mirada a Ava, esperando claramente una reacción: que sintiera celos, que luchara por él.

Ava se limitó a observarlo, con los brazos cruzados.

Finalmente, un médico examinó a Chloe. El diagnóstico fue una conmoción cerebral leve. Solo necesitaba observación.

Ethan exhibió un alivio exagerado y abrazó a Chloe con fuerza.

"Se suponía que hoy tenías tu revisión con el neurólogo, Ethan", le recordó Ava con voz neutra. "Teníamos una cita".

Ethan pareció desconcertado por un instante. "Ah, es verdad. Bueno, obviamente esto es más importante. Chloe me necesita". Se volvió hacia Chloe, desplegando toda su ternura impostada.

Ava solo asintió. "Claro".

Otra pieza de su devota fachada se desmoronaba. Priorizaba la emergencia ficticia de su nueva conquista sobre su propia "recuperación".

Esa misma noche, el teléfono de Ava vibró.

Era un mensaje de un número desconocido. Contenía una foto.

Eran Ethan y Chloe besándose. Una selfi, claramente tomada por ella, en la que se adivinaba la punta de una lengua.

El pie de foto decía: "Ya se siente mucho mejor".

Ava lo borró sin dudar.

Llegó otro: Chloe, vestida solo con una de las camisas de Ethan, recostada en el sofá con aire de suficiencia.

Borrar.

Otro más: un primer plano de sus manos entrelazadas.

Borrar.

Los mensajes no dejaban de llegar, una andanada de intimidad manufacturada.

Chloe, o Ethan a través de ella, intentaba destrozarla.

Lo que no sabían era que Ava ya estaba rota, pero que se estaba reconstruyendo en alguien a quien no podrían reconocer.

Ava se sentó en el suelo de su habitación. La única caja que conservaba de su pasado en común seguía en el armario.

Recordó a Ethan, años atrás, cuando ella tuvo una gripe muy fuerte. Él había permanecido a su lado durante tres días seguidos: le preparaba sopa, le leía y le sostenía la mano.

Un cuidado genuino. Amor de verdad.

¿O todo aquello también había sido una actuación? ¿Parte de una larga y elaborada farsa?

La idea le revolvió el estómago.

El Ethan que enviaba esas fotos, el que alardeaba de su amnesia fingida y de su nueva conquista, era un monstruo.

Las lágrimas que tanto había contenido por fin brotaron. No lloraba por el Ethan que estaba perdiendo, sino por la Ava que había creído en él durante tanto tiempo.

Por lo estúpida que había sido.

Una semana más tarde, Maya arrastró a Ava a la inauguración de una galería. "Necesitas salir", le insistió. "Ver a gente que no sea Ethan o su nuevo reemplazo".

Y, por supuesto, allí estaban Ethan y Chloe.

Eran el centro de un grupo que reía con ganas. Chloe estaba prácticamente colgada de Ethan, con una mano posesiva sobre su pecho.

Maya se tensó a su lado. "Idiotas".

Ava se limitó a observarlos, mientras un extraño desapego se apoderaba de ella.

Parecían personajes de una obra de teatro mal escrita.

Ethan cruzó su mirada con la de ella. Sonrió con superioridad y se inclinó para besar a Chloe. Fue un beso largo, deliberado, para que Ava lo viera bien.

Ava se dio la vuelta y caminó hacia la barra.

Justo cuando alargaba la mano para tomar una copa de vino, otra cubrió la suya.

Era la de Ethan.

"No lo hagas", dijo él en voz baja, casi en un gruñido. "Eres alérgica al vino tinto, ¿recuerdas?".

Ava se quedó inmóvil.

Por una fracción de segundo, su mirada fue lúcida. Era el Ethan de antes. El que la conocía de verdad.

Entonces, tan rápido como había aparecido, la niebla volvió a envolverlo. O quizá fue él mismo quien la trajo de vuelta.

Parpadeó, con expresión confusa. "¿Perdona? ¿Dije algo que no debía?". Retrocedió un paso y se volvió hacia Chloe, que se acercaba con los ojos entornados.

"¿Todo bien, cariño?", preguntó Chloe, enlazando su brazo con el de Ethan.

"Sí, todo perfecto", dijo Ethan, sacudiendo la cabeza como para aclararse las ideas. "Solo... un momento extraño".

Dejó que Chloe se lo llevara, sin volver a mirar a Ava.

¿Había sido un destello de lucidez? ¿Un error? ¿O solo otro movimiento calculado?

Ava no lo sabía. Y, en el fondo, estaba empezando a darle igual.

            
            

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