La doble identidad de mi marido
img img La doble identidad de mi marido img Capítulo 2 La primera prueba
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Capítulo 7 El Encuentro img
Capítulo 8 Una cama para dos img
Capítulo 9 Un fuego latente img
Capítulo 10 Cadenas invisibles img
Capítulo 11 El peso de las palabras img
Capítulo 12 Bajo arresto img
Capítulo 13 Quitándose la camisa img
Capítulo 14 : Un roce inesperado img
Capítulo 15 Un favor a regañadientes img
Capítulo 16 Una mentalidad anticuada img
Capítulo 17 La punta del iceberg img
Capítulo 18 Un hombre despreciable img
Capítulo 19 Un sueño roto img
Capítulo 20 : La niña que nadie quiso img
Capítulo 21 Un plan para salir adelante img
Capítulo 22 Lujuria al descubierto img
Capítulo 23 Un magnate en la acera img
Capítulo 24 El señuelo img
Capítulo 25 Una irritación inexplicable img
Capítulo 26 : Un cero a la izquierda img
Capítulo 27 El sabor del hogar img
Capítulo 28 Al borde de sus labios img
Capítulo 29 Para ahorrar tiempo img
Capítulo 30 Un viaje para dos img
Capítulo 31 : Una lealtad inesperada img
Capítulo 32 El sabor de la venganza img
Capítulo 33 : Tensiones y medidas img
Capítulo 34 El precio de una niña img
Capítulo 35 : Carsten era el dueño de la mansión img
Capítulo 36 Quiero el divorcio img
Capítulo 37 El dinero oculto img
Capítulo 38 Estafadora Serena img
Capítulo 39 : La carta bajo la manga img
Capítulo 40 La sensación de un beso img
Capítulo 41 En la misma cama img
Capítulo 42 Cuentas pendientes img
Capítulo 43 Soy su esposo img
Capítulo 44 : Estoy aquí contigo img
Capítulo 45 Lazos de sangre img
Capítulo 46 Carsten, gracias img
Capítulo 47 La cuenta pendiente img
Capítulo 48 La trampa img
Capítulo 49 : El alma más pura img
Capítulo 50 Realmente quería besarla img
Capítulo 51 : Lazos de sangre img
Capítulo 52 No ablandes tu corazón img
Capítulo 53 : Quiero una nieta img
Capítulo 54 El anhelo de un abuelo img
Capítulo 55 El sabor de la rebelión img
Capítulo 56 Recuperar lo que es mío img
Capítulo 57 Serás una mujer rica img
Capítulo 58 Una pregunta inesperada img
Capítulo 59 Sobre tener un bebé img
Capítulo 60 Una sola llamada img
Capítulo 61 Yo soy su esposo img
Capítulo 62 : Con el tiempo me conocerás img
Capítulo 63 El sabor de un beso img
Capítulo 64 : Rompiste tu promesa img
Capítulo 65 La anatomía de un beso img
Capítulo 66 Estoy casado img
Capítulo 67 Un hombre casado img
Capítulo 68 El patán incorrecto img
Capítulo 69 El cumpleaños de la discordia img
Capítulo 70 El cumpleaños que nadie recordó img
Capítulo 71 La esposa del hombre más rico img
Capítulo 72 No volverás a tocarme img
Capítulo 73 Un punto sin retorno img
Capítulo 74 Un nuevo inquilino img
Capítulo 75 Un vistazo inesperado img
Capítulo 76 La pareja img
Capítulo 77 Un motivo para presumir img
Capítulo 78 Un buen hombre que ama a su esposa img
Capítulo 79 Una lección inolvidable img
Capítulo 80 Un caballero en un Rolls-Royce img
Capítulo 81 : El protector invisible img
Capítulo 82 Subiendo a un auto de lujo img
Capítulo 83 Un primer contacto con el lujo img
Capítulo 84 : Tengo un amigo img
Capítulo 85 Un golpe de mala suerte img
Capítulo 86 : Una amabilidad inquietante img
Capítulo 87 Una mirada indiscreta img
Capítulo 88 Amuleto de la suerte img
Capítulo 89 El regalo de una familia img
Capítulo 90 Un beso inesperado img
Capítulo 91 : El precio de la libertad img
Capítulo 92 Una presentación oportuna img
Capítulo 93 : No me abraces así img
Capítulo 94 : Independencia a toda costa img
Capítulo 95 Mi hombre, el más guapo img
Capítulo 96 : Él es el director del Grupo Fletcher img
Capítulo 97 Serio img
Capítulo 98 Pronto encontrarás alivio img
Capítulo 99 La llegada de Alfred img
Capítulo 100 Una batalla por la dignidad img
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Capítulo 2 La primera prueba

Nadine no tenía idea de que Margot la escuchaba a escondidas detrás de la puerta, pues suponía que a esa hora todos estarían almorzando en la cafetería.

De haberlo sabido, no le habría dado a Denis la oportunidad de lastimarla con sus palabras.

Ahora, la rabia la consumía.

"Denis, tu segundo hijo acaba de nacer gracias a los sacrificios de Margot. ¿No sientes ni una pizca de culpa?", lo encaró. "¿Alguna vez te has preguntado por qué ya no se arregla? No es por falta de ganas, sino porque la crianza de los niños y las responsabilidades del hogar no le dejan un solo momento para sí misma. ¿Tiempo para ella? Eso es un lujo que ya no recuerda".

Nadine continuó, con la voz cargada de indignación: "Pudo haber sido una mujer encantadora y respetada si no hubiera elegido casarse contigo y darte hijos. ¿Cómo te atreves a humillarla de este modo?".

En ese instante, Nadine sintió el impulso de golpear a Denis hasta matarlo.

"La obligación de una mujer casada es tener hijos y cuidar de la familia", replicó Denis con aire de superioridad, sin mostrar el más mínimo remordimiento. "Si Margot se ha descuidado, es problema suyo. Es ridículo que me culpes a mí".

Incapaz de contenerse, Nadine le dio una bofetada que resonó en la habitación.

Denis se quedó inmóvil, atónito. Un denso silencio invadió la habitación durante casi un minuto.

Nadine temblaba de furia, luchando por recuperar el control.

¿Cómo era posible que alguien despreciara de tal manera a su propia esposa?

"¡Jamás podría enamorarme de un desagradecido como tú, Denis! Para mí, no eres más que un monstruo", siseó. "¡Trata a Margot con la decencia que merece o te juro que te arrepentirás!".

Con la mejilla ardiendo y el orgullo herido, un rencor profundo hacia Nadine comenzó a gestarse en el pecho de Denis.

Mientras tanto, al otro lado de la puerta, Margot lo había escuchado todo.Las lágrimas no tardaron en rodar por sus mejillas.

Cuando el personal regresó de almorzar, Nadine todavía no había visto a Margot.

Repartió entre sus colegas los dulces de su boda y les anunció que se había casado, aunque por el momento no habría celebración.

La jornada laboral se extendió hasta tarde. Nadine se mantuvo ocupada hasta que recibió una llamada de Carsten.

"¿Ya terminaste por hoy?".

La voz de Carsten sonó al otro lado de la línea. Al oírlo, Nadine respondió: "¿Señor Fletcher?".

No lo reconoció por una memoria excepcional, sino por el timbre inconfundible de su voz: grave y aterciopelada.

"Soy yo. Estoy afuera de tu oficina. Sal cuando termines", dijo Carsten.

Nadine, que justo se preparaba para irse, respondió: "De acuerdo, dame un momento".

Tras colgar, Carsten salió de su auto y le dijo a su chofer: "Elvin, lleva el coche de regreso".

"Sí, señor", respondió Elvin. "¿Está seguro de que no me necesita?".

"No te preocupes. Puedes retirarte", confirmó Carsten.

Para reducir gastos, Nadine, Denis y Margot habían establecido su negocio en Faysage, una zona de desarrollo en las afueras de la ciudad.

No muy lejos de allí se encontraba un bullicioso centro comercial que contrastaba con el resto del área.

Carsten esperó unos momentos frente al edificio.

El murmullo de los vendedores ambulantes y el ajetreo de la gente creaban una atmósfera que chocaba con su aire distinguido.

En cuanto Nadine salió, él se acercó.

Ella, desconcertada por su presencia, le preguntó: "¿Qué te trae por aquí?". Recordó que nunca le había dicho dónde trabajaba.

Carsten fue directo al grano. "Mi empresa quebró. El banco embargó mi casa y mi auto, así que ahora no tengo a dónde ir. ¿Podría quedarme contigo?".

Nadine se quedó perpleja, sin saber qué decir por un instante. "Esta mañana todo parecía estar bien. ¿Sucedió algo?".

Con total serenidad, Carsten mintió: "Todo pasó esta tarde".

Nadine intentaba procesar el repentino giro de los acontecimientos.

¿Por qué no se lo había dicho antes de casarse?

Para complicar aún más las cosas, Carsten añadió: "Además, ahora mismo estoy sin un centavo. ¿Podrías prestarme cien mil?".

Él no habría recurrido al engaño ni le habría pedido ayuda si no fuera por la petición de su padre.

En realidad, a Carsten no le interesaba ponerla a prueba; el divorcio que planeaban volvía innecesaria cualquier evaluación.

Pero Alfred parecía decidido a demostrarle las virtudes de Nadine, así que, resignado, Carsten se limitó a esperar la inevitable negativa de su esposa.

Nadine era una mujer perspicaz, pero le costaba asimilar que su esposo recién casado estuviera en bancarrota y, además, le pidiera dinero.

No respondió de inmediato.

Su ceño fruncido revelaba que se sentía engañada.

Al ver su reacción, Carsten sonrió para sus adentros, convencido de que ella lo rechazaría.

Eso le convenía.

Estaba seguro de que lo acusaría de estafador e iniciaría los trámites de divorcio de inmediato, lo que sería una vía rápida para recuperar su libertad sin tener que esperar un año.

"¿Por qué no me dijiste nada antes?", le preguntó Nadine, ya más serena.

Sin embargo, pensándolo mejor, reconoció que ella había aceptado este matrimonio por voluntad propia; él no la había presionado.

Incluso si realmente estaba en bancarrota y sin un centavo, no podía culparlo. Después de todo, ahora eran un matrimonio y se suponía que las parejas debían apoyarse en las dificultades.

"Está bien. ¿Dónde está tu equipaje?", preguntó Nadine con calma.

Carsten se quedó desconcertado por un momento y frunció el ceño. "¿Aceptas que me quede en tu casa?".

Tras una breve lucha interna, Nadine respondió con sinceridad: "Has tocado fondo y no tienes a dónde ir, ¿cómo podría dejarte en la calle? No te preocupes, no me casé contigo por tu dinero. Ahora que estamos casados, somos una familia. Por supuesto que te recibiré. Vamos a mi casa".

Carsten estaba atónito.

Esperaba un rechazo rotundo.

Su intención había sido demostrarle a su padre que Nadine no era tan virtuosa como él creía, pero la reacción de ella demostraba justo lo contrario: parecía que de verdad le importaba, encarnando la bondad que su padre tanto le había elogiado.

Aferrándose a la posibilidad del rechazo, Carsten insistió: "¿Y qué hay de los cien mil que te pedí prestados?".

"Necesito algo de tiempo para pensarlo", respondió Nadine, reflexiva.

Cien mil no era una suma insignificante.

"Si no te sientes cómoda, no te presionaré. Después de todo, nos conocemos desde hace menos de diez horas", dijo él.

"Mañana te daré una respuesta", replicó Nadine.

De pronto, un pensamiento la asaltó. "Señor Fletcher, aparte de la bancarrota, no tienes deudas pendientes, ¿verdad?".

Ahora eran marido y mujer.

Si él tenía deudas, ella estaría legalmente obligada a compartirlas.

Eso sí le preocupaba.

Carsten notó su inquietud.

Mentir sobre su situación financiera ya había sido injusto y no quería añadirle más cargas, así que aclaró: "No. Puedo saldar mis deudas. El problema es que, después de pagarlas, me quedo sin nada".

"Entiendo". Nadine respiró aliviada y lo animó: "Eres un hombre inteligente. Primero consigue un trabajo. Con esfuerzo, podrás recuperarte".

Carsten permaneció en silencio, asintiendo levemente.

Tenía que admitir que la actitud de ella no le resultaba desagradable.

"¿Trajiste tu equipaje?", preguntó ella.

"Embargaron mi casa de repente. No tuve tiempo de sacar nada", explicó Carsten.

"Vamos. Te compraré algo de ropa y artículos de primera necesidad", sugirió Nadine, guiándolo hacia un supermercado cercano.

Denis, que salía de un callejón, los escuchó.

Sintió el impulso de burlarse de ella.

¿Ese era el hombre que había elegido?

No solo estaba en la ruina, sino que además le pedía dinero.

¿Cómo pudo fijarse en un hombre así?

Denis sentía un profundo resentimiento por el rechazo y la bofetada.

La despreciaba y, ahora, ansiaba la oportunidad de humillarla en público.

Quizá, pensó, podría usar a ese nuevo marido para cobrarse la ofensa.

            
            

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