Capítulo 6 No es un desconocido

Después del desayuno, todos pasaron a la sala y se sentaron en los sofás. Alina miró a su alrededor, buscando al hombre que siempre aparecía en sus sueños. Todavía no podía creer que él fuera su mate. Sintió alivio al ver que ninguno de los oficiales era su compañero.

Luego pensó en él y en cómo había sido la noche anterior. Necesitaba superar su miedo y hablar con él. "¿Dónde están los otros hombres que viven aquí?", susurró.

"¿Qué otros hombres?", indagó Crystal.

"Los guerreros de la manada", respondió Alina.

"¿Quién te dijo que ellos viven con nosotros en la casa de la manada?", cuestionó su amiga.

Alina estaba confundida. "¿Qué quieres decir? ¿Dónde viven pues?", preguntó.

"Querida, ¿qué estás diciendo? No entiendo ni por qué lo preguntas. Solo el rey, su familia y sus oficiales pueden vivir en la mansión, a la que llamamos la casa de la manada. El resto de los miembros viven en sus propias casas. Vienen aquí a trabajar de día, pero por la noche deben regresar a sus hogares", le explicó.

Alina se quedó mirando a Crystal en silencio, absorta en sus pensamientos.

"¿Por qué preguntas, Alina? ¿Acaso te gustó alguno de ellos?", bromeó Crystal, guiñándole un ojo.

Alina negó con la cabeza. Quería contárselo todo, pero sentía que no era el momento adecuado. Primero necesitaba un momento a solas para pensar. Además, ¿qué pasaría si su pareja aparecía hoy para verla?

Daisy, que conversaba con Atlas, notó la expresión triste de Alina y no pudo evitar sentir curiosidad.

"¿Qué te pasa, niña? ¿Te encuentras bien?", le preguntó con una sonrisa.

Alina la miró y negó con un gesto. "No es nada, tía, estoy bien".

"¿Por qué pareces tan triste, querida?".

"No es nada, tía Daisy".

Esta asintió y luego se dirigió al delta Darren.

"Darren".

"¿Sí?", respondió él.

"Hoy vas al pueblo, ¿verdad?".

Él asintió.

"Lleva a Alina y a Crystal contigo. Alina regresó a la manada después de mucho tiempo; debería conocer los alrededores".

La aludida miró a Daisy. "¿Cómo supiste que había vuelto después de tanto tiempo?".

La señora sonrió. "Crystal me contó sobre ti".

Alina volteó a ver a su amiga, quien respondió con un asentimiento.

"Está bien, las llevaré conmigo", aceptó Darren, antes de volverse hacia las jóvenes.

"Vayan a prepararse. Salimos para el pueblo en diez minutos".

Alina y Crystal asintieron y subieron a su habitación para prepararse.

Cuando regresaron, el delta Darren les indicó: "Hoy vamos al lado este. Vámonos".

Caminaron hasta el auto y subieron. Darren ocupó el asiento del copiloto, mientras que Alina y Crystal se acomodaron atrás. Segundos después, el conductor puso el vehículo en marcha.

Con la mirada perdida a través de la ventanilla, Alina no podía dejar de pensar en el hombre de sus sueños.

'¿Dónde estás, pareja? ¿Fuiste solo una ilusión anoche? No eres uno de los oficiales, y los lobos guerreros no tienen permitido quedarse en la casa de la manada por la noche. Entonces, ¿por qué estabas allí? ¿Por qué entraste? ¿Viniste por algún trabajo?'.

"Delta Darren", lo llamó Crystal.

"¿Qué?", respondió este.

A Alina le pareció que él era demasiado directo con su amiga.

"¿Cuándo regresó Aaron ayer?".

Al escuchar el nombre desconocido, Alina miró a Crystal. "¿Quién es Aaron?", se preguntó.

"Para ti es el rey", la corrigió el delta.

Crystal guardó silencio.

Entonces Alina comprendió que se referían al Rey Lycan.

Después de una hora, llegaron a la zona del pueblo. Poco después, se detuvieron en el mercado.

Alina bajó del auto y observó a su alrededor. Se sintió renovada al contemplar la animada atmósfera del lugar.

Empezaron a caminar cuando el delta Darren comentó: "Este es uno de los mercados más concurridos de nuestro reino".

La joven se sorprendió de que él le hablara, pues había sido muy indiferente con Crystal. Esta última le lanzó una mirada de desaprobación al delta y tomó a Alina del brazo. "Voy a mostrarte el mercado". Se adelantó con Alina, mientras Darren las seguía a cierta distancia.

"Me encanta este mercado. Siempre que vengo, compro algo para todos en la casa de la manada", dijo Crystal con entusiasmo.

"A mí nunca me has comprado nada de aquí", bromeó su amiga.

"¡Ay, Alina! Sabes que es un mercado local; las cosas que venden son para la gente de aquí. Pensé que no serían de tu gusto", respondió Crystal.

"Solo bromeaba. Pero dime una cosa, ¿por qué nunca me contactaste cuando estabas aquí? Recuerdo que me dijiste que en la manada no había señal".

Crystal se detuvo en seco. "Lo siento, Alina. Pensé que te enojarías si supieras que venía tan seguido".

"Pero si siempre me decías que vendrías para acá", replicó. La respuesta de su amiga la desconcertó; era evidente que ocultaba algo.

"¡Ah, es verdad! ¿Cómo pude olvidar que ya lo sabías? Olvídalo, Alina. Mejor disfrutemos el momento, ya hablaremos de eso después", dijo Crystal, llevándosela hacia un puesto.

Compraron muchas cosas, y el delta Darren pagó por todo. Alina insistió en pagar, pero él no se lo permitió.

El mercado del pueblo estaba sorprendentemente limpio y ordenado. La gente acudía a comprar artículos de uso diario, pero también se podía encontrar ropa y joyas.

"¡Qué hermoso!", exclamó Alina.

Crystal asintió. "Ustedes dos quédense aquí. Quiero comprarle algo a Aaron".

Miró al delta, que la observaba con el rostro serio. "Quiero decir, para el rey. Voy a comprarle algo a nuestro rey Aaron". Luego se acercó a un puesto.

Alina y el delta se quedaron esperando fuera. Ella se volvió hacia él. "¿Le molestaría si le pregunto algo?".

El delta la miró. "Adelante", respondió. No fue brusco con ella, lo que la alivió.

"¿Por qué lo llaman 'manada'? ¿No debería ser 'el reino'?".

El delta asintió. "Es un reino. Sin embargo, está dividido en dos partes. Este es el lado este, donde vivimos nosotros. Aquí todos somos hombres lobo corrientes. Los Alfas, Betas, Thetas, Deltas, Gammas y Omegas vivimos juntos como una manada normal, y por eso lo llamamos así. La mansión, la que llamamos casa de la manada, antes era conocida como el Palacio Lycan. Fue construido hace un siglo y los ancestros de nuestro rey vivieron allí. Pero la llamamos así porque funcionamos como una sola manada, y está ubicada de este lado".

Alina asintió, procesando la información. "Así que por eso la llamamos 'la manada', y a la mansión, 'la casa de la manada'. Ya entiendo".

De repente, otra pregunta surgió en su mente. "¿Y qué hay del otro lado? ¿Del lado oeste?".

"El lado oeste es la parte principal de nuestro reino. Está poblado principalmente por Lycans. Cuando tenemos que ir a la guerra, primero nos reunimos allí antes de partir al campo de batalla".

"Entonces, ¿por qué el rey vive aquí? Su padre también vivió aquí cuando era rey".

"Todos los Lycans tienen la capacidad de protegerse a sí mismos, y como ellos están en ese lado, no necesitan mayor protección. Pero aquí, en esta manada, los miembros necesitan ser protegidos de otros clanes y de los rogues. No pueden luchar como los Lycans y tienen familias que proteger. Por eso todos los reyes han decidido establecerse de este lado, para resguardar a toda la comunidad".

Alina asintió, asimilando la explicación. "Vaya. Hay tanto que aprender".

El delta asintió. "Por cierto, ¿por qué regresaste después de tanto tiempo?".

Alina desvió la mirada, evitando la pregunta. No podía decirle que llevaba mucho tiempo sin saber de sus padres.

El delta se dio cuenta de que no quería hablar del tema, así que dijo: "Está bien, no tienes que responder. Pero si alguna vez necesitas ayuda, puedes pedírsela a nuestro rey".

Alina alzó la vista, llena de esperanza. "¿De verdad me ayudaría si necesito encontrar a alguien?".

El delta se sorprendió ante su pregunta. "¿Encontrar a alguien?".

Alina asintió. "Sí. Puedo describirlo. Creo que es uno de sus guerreros. Necesito encontrarlo".

"Está bien, dime su nombre. Hablaré con mi rey sobre él", dijo el delta.

Alina guardó silencio. No había tenido la oportunidad de preguntarle su nombre a su pareja. ¿Cómo podría responderle?

"¿Qué? ¿Ni siquiera sabes su nombre? ¿Cuándo lo conociste? ¿Quién es para ti y por qué quieres encontrarlo? ¿Acaso te encaprichaste de un desconocido?". El delta la acribilló a preguntas, perplejo ante la idea de encontrar a alguien sin siquiera saber su nombre.

Alina se limitó a mirarlo mientras una leve sonrisa se dibujaba en su rostro al recordar el encuentro de la noche anterior. No podía revelarle que el hombre que buscaba era su pareja, así que simplemente respondió: "No es un desconocido, es muy especial para mí".

            
            

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