Reina deslumbrante desenmascarada: ¡nunca fue ordinaria!
img img Reina deslumbrante desenmascarada: ¡nunca fue ordinaria! img Capítulo 8 Te encontraré
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Capítulo 9 Esos ojos img
Capítulo 10 Nuestras órdenes vienen del señor Walsh img
Capítulo 11 Se estaba pasando de la raya img
Capítulo 12 ¿Qué tal si te muestro algunos movimientos img
Capítulo 13 Mudarse a la villa de Mateo img
Capítulo 14 Bahía Tamarindo Núm. 1 img
Capítulo 15 Una pista sobre Céfiro img
Capítulo 16 La cirugía es necesaria img
Capítulo 17 El señor Walsh fue a buscarla en una moto img
Capítulo 18 ¿Es su novio img
Capítulo 19 Ayudar a la familia es tu responsabilidad img
Capítulo 20 Cambio repentino img
Capítulo 21 Mantenerte a salvo img
Capítulo 22 ¿Todo era una coincidencia, o había sido planeado img
Capítulo 23 Lección práctica img
Capítulo 24 ¿Qué te parece si apostamos para hacerlo más interesante img
Capítulo 25 Caylee ganó img
Capítulo 26 ¿Realmente no sabía nada img
Capítulo 27 Entrenamiento paso a paso img
Capítulo 28 Almuerza conmigo img
Capítulo 29 No se había rendido img
Capítulo 30 El arreglo matrimonial img
Capítulo 31 Caylee contra Stacey img
Capítulo 32 Ha pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos img
Capítulo 33 La provocación de Stacey img
Capítulo 34 Nunca lo acepté img
Capítulo 35 ¿Aún debería ir img
Capítulo 36 Mudanza img
Capítulo 37 La misteriosa familia Medina img
Capítulo 38 La fiesta prometía un espectáculo img
Capítulo 39 El impostor img
Capítulo 40 Las dos recién llegadas img
Capítulo 41 Los cuatro se encontraron en el centro del salón img
Capítulo 42 Una confrontación pública img
Capítulo 43 No puedo recordar cada detalle img
Capítulo 44 Verdaderamente impresionante img
Capítulo 45 ¿Raymond ya está aquí img
Capítulo 46 Nunca podría confundirlo img
Capítulo 47 El escándalo del año img
Capítulo 48 Caída en desgracia img
Capítulo 49 Lamentable img
Capítulo 50 Él no me importa img
Capítulo 51 Una segunda oportunidad img
Capítulo 52 ¿Qué rostro elegirá para esta noche img
Capítulo 53 El entrenador img
Capítulo 54 . ¿Lastimé tu ego img
Capítulo 55 ¿Quién eres tú img
Capítulo 56 ¿Te divertiste img
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Capítulo 8 Te encontraré

"Tú eres...", comenzó Caylee, pero el celular de Mateo sonó.

Él miró la pantalla, escuchó brevemente lo que su interlocutor tenía que decir y luego terminó la llamada. Con una cortés inclinación de cabeza, dijo: "Disculpa, señorita Jenkins. Tengo que ir a una junta en la oficina".

La aludida hizo una pausa. Se dio cuenta de que no era el momento adecuado para presionar a ese hombre por respuestas, así que dijo: "Claro. Gracias, señor Walsh. No te entretengo más".

Con eso, se bajó del auto y volvió a su casa. Estaba agotada por todos los acontecimientos del día, así que se desplomó sobre su cama y se quedó dormida casi de inmediato.

Entonces, un recuerdo la alcanzó en sueños: frenos chirriando, metal doblándose y un infierno floreciendo a su alrededor. El calor, el humo y el olor metálico de la sangre llenaban el aire. Además, escuchaba que alguien gritaba su nombre en un bucle frenético.

Ella se sentía inmovilizada en un espacio estrecho. Quería responder, escapar, pero sus extremidades no obedecían. Además, no salía ningún sonido de su garganta.

Momentos después, golpeó la ventanilla con todas sus fuerzas. El cristal se agrietó. Al instante, el calor y el humo irrumpieron, siseando como un nido de serpientes, quemándole los pulmones y los ojos.

Justo cuando pensó que terminaría devorada por las llamas, una mano la agarró y la sacó de allí.

"¡Resiste! ¡Ya te tengo!", exclamó una voz masculina y ronca.

En ese momento, el rostro de Caylee era una ruina de sangre y ceniza, pero sus ojos estaban vivos, y en ellos ardía una fuerte ternura.

La mujer se aferró al recuerdo de ese hombre como si fuera un salvavidas. Lo conocía. Podía sentir el reconocimiento como un dolor.

¿Brett? No, no era Brett. El nombre de su verdadero salvador flotaba en su mente, pero se le escapaba.

Rodeado de sangre, él la sostuvo contra su pecho y le susurró con la voz entrecortada: "Espérame. Te encontraré. Solo... espera".

Caylee se despertó con un grito ahogado; la visión de las llamas y esa voz se habían grabado a fuego en su piel. Además, tenía la espalda empapada en sudor. Al instante siguiente, se llevó una mano al pecho, como si quisiera calmar su corazón. Se quedó así un largo segundo, tratando de separar el sueño del recuerdo.

Se había sentido demasiado vívido. Fue una recreación del accidente de tres años atrás. Sin embargo, la persona que la salvó en sus sueños no era quien ella había creído.

Si no era Brett, ¿entonces quién le había salvado la vida? Esa pregunta daba vueltas en su cabeza una y otra vez.

La chillona alarma de su celular sobresaltó a la joven. Tras apagarla, se sentó en el borde de la cama, completamente agotada. Ese día tenía una cita con Gerald Walsh, así que se levantó y se salpicó la cara con agua fría. Le palpitaba la cabeza y sentía que la fiebre se apoderaba de ella, así que se tomó dos pastillas y rezó que eso fuera suficiente para mantenerse estable durante la cita.

Cuando abrió la puerta principal, se quedó helada, pues Brett estaba allí, con la mano levantada, como si estuviera a punto de tocar.

"¿Qué quieres? Dilo rápido. No tengo tiempo", soltó ella, en un tono gélido y cortante, bloqueándole el paso al hombre antes de que pudiera colarse en su hogar.

"¿De verdad tienes que tratarme así? Una vez fuimos marido y mujer. ¿O ya olvidaste cómo solías correr detrás de mí como...?", comenzó él, con la mandíbula apretada. Luego, con una mueca cruel, añadió: "¿Como un perro suplicando por las sobras?".

"Solo respóndeme algo con sinceridad, Brett. En el accidente de hace tres años, ¿realmente fuiste tú quien me sacó?", le preguntó ella, con una expresión fría.

La pregunta lo golpeó con fuerza, dejándolo sin aire.

Era verdad que él la había llegado al área de Urgencias del hospital, pero antes de eso, otro auto había aparecido de la nada, bloqueando el vehículo que debía matarla. Los médicos habían dicho en ese momento que si el impacto hubiera sido más fuerte, ella probablemente no habría sobrevivido.

Si era honesto consigo mismo, no había sido su salvador, pero la había dejado creerlo. Sabía que su lealtad, su paciencia silenciosa y su disposición a quedarse con él provenía en gran parte de pensar que le debía la vida. Si Caylee se daba cuenta de la verdad, perdería lo último que los unía. Y esa idea la aterraba... No podía soportarla. Por eso, se negó a admitir que había alguien más.

"¿Qué estás insinuando? ¿Solo porque nuestro matrimonio terminó quieres borrar lo que hice por ti? De acuerdo. Consígueme el proyecto Walsh y estaremos en paz. Considera tu vida el precio del trato", soltó el hombre, con el rostro distorsionado por la rabia.

"Brett, si lo que quieres es el proyecto, admítelo. Tanto rodeo solo te hace ver patético. Y hay algo más...", replicó su exesposa, mirándolo fijamente, mientras sentía que le palpitaba la cabeza. Con los ojos llenos de desprecio, declaró: "Ahora sé que no fuiste tú quien me salvó esa noche".

"¿Qué? ¿De verdad lo recordaste?", inquirió él, completamente pálido.

El destello de pánico en los ojos de su interlocutor fue la prueba irrefutable que ella necesitaba. Al instante siguiente, se le escapó una risita cargada de alivio. Por primera vez en años, le pareció que la pesada carga que llevaba sobre sus hombros desaparecía.

Cuando miró de nuevo a su exesposo, en su rostro no había ni rastro de calidez, solo desdén. Después, le dijo: "Me alegro de haberte dejado. Tendrás el trato con Walsh, pero mi precio es de mil millones. Después de eso, desaparece de mi vida para siempre".

Caylee por fin veía la verdad.

Él seguía tambaleándose por el golpe de que su ex recordara todo. Luego, procesó el precio que le había lanzado por su colaboración y se quedó helado.

"¿Mil... mil millones? ¡Te volviste loca!", exclamó.

"No te hagas el tonto. Ambos sabemos que, a largo plazo, ese proyecto te generará mucho más. Y ni creas que puedes negociar conmigo. Si no me das lo que pido, no conseguirás el proyecto", bufó la chica.

Brett se sintió furioso y acorralado. No pensaba entregarle el proyecto a Caylee, y mucho menos desprenderse de mil millones.

Impulsado por la desesperación, la agarró del brazo y le dijo: "Una deuda como esa no desaparece tan fácilmente. Además, todavía no se han finalizado los trámites de divorcio. Me arrepiento de mi decisión. Quiero que vuelvas...".

Ella no lo dejó terminar. Alzó la mano y le metió una fuerte cachetada, que resonó en el aire. No se contuvo a la hora de golpearlo, así que Brett se tambaleó, con la mejilla enrojecida.

Antes de que Caylee pudiera lanzar las afiladas palabras que tenía preparadas, una fuerte punzada le atravesó la cabeza y su visión se oscureció. Al instante siguiente, sintió que su cuerpo se desplomaba, pero unos brazos fuertes la sostuvieron antes de que tocara el suelo.

A través de la bruma, destellos de recuerdos atravesaron la mente de la chica: sangre, llamas y un par de ojos llenos de dolor, rebosantes de tristeza y devoción. En ese momento, esos mismos ojos estaban frente a ella.

"Me prometiste que me encontrarías...", susurró débilmente Caylee.

                         

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