Capítulo 5 ¿Recolectar el esperma de Connor

Blaine miró a Deanna con un dejo de satisfacción en la voz. "Señorita Evans, ¿está lista para acompañarme a la mansión Gordon?".

Jayden ni siquiera se molestó en limpiarse la sangre de la mejilla. Toda su atención estaba fija en Deanna, y su nuez de Adán se movía con nerviosismo.

Abrió la boca, luchando por encontrar las palabras adecuadas, pero la suave respuesta de la joven lo interrumpió antes de que pudiera hablar. "Sí, estoy lista. Gracias por venir".

Esas palabras golpearon a Jayden como un puñetazo. Por primera vez, se dio cuenta de que la había perdido completamente.

Deanna nunca volvió a mirarlo mientras Blaine la ayudaba a subir al auto.

Él se quedó inmóvil, incapaz de detenerlos. Era consciente de que ya no tenía ningún derecho sobre ella, además de que sabía que la familia Spencer era impotente frente a la familia Gordon. Aun así, la idea de que todo hubiera terminado le resultaba irreal. Deanna lo había amado con todo su corazón, ¿cómo podía alejarse tan fácilmente?

Miró el anillo de bodas que la chica le había arrojado, el mismo que él había elegido para ella. Incluso ahora, todavía conservaba el delicado aroma que le recordaba a ella.

Mientras Deanna se acomodaba en el auto, su última mirada fue para Jayden, que bajaba la cabeza, presionando el anillo contra su nariz, tratando de captar el último rastro de esencia que quedaba de ella.

La mujer se desplomó en el asiento, y el dolor de sus heridas se extendió por su cuerpo. Una amarga ironía le oprimió el corazón.

...

Al llegar a la mansión Gordon, Deanna fue llevada a que le trataran las heridas. Cuando terminó, Gerard ya la esperaba en la sala de estar.

A pesar de su edad, el hombre irradiaba fuerza y autoridad. "Comprendo que no es fácil casarse con un hombre que podría no despertar jamás, pero le doy mi palabra: una vez que sea una Gordon, la consideraremos una de los nuestros y tendrá todo nuestro apoyo".

Deanna bajó la cabeza, con los ojos parpadeando con emociones complejas. Las palabras de Gerard dejaban en claro que conocía los peligros que ella enfrentaba por parte de Richard.

Alzó la vista y le dedicó una sonrisa tan educada como serena.

Deanna solía irradiar energía y calidez, pero cada vez que intensificaba su dulzura, podía derretir los corazones de los ancianos en un instante.

Gerard la observó con evidente aprobación. Dejando a un lado la delicada salud de su nieto, consideró que tanto su gracia como su origen familiar eran más que aceptables.

"Tendrá que acostumbrarse a la presencia de Connor, pues pronto será su esposa", dijo el anciano en voz baja. "Esta noche se quedará en su habitación".

La sugerencia hizo que los dedos de Deanna se tensaran por un momento, pero asintió con recato y aceptó.

A una señal del patriarca, Blaine se levantó para guiarla por el pasillo.

Ella lo siguió en silencio, con una mirada indescifrable. Gerard dijo que eso era para ayudarla a acostumbrarse a la presencia de Connor, pero Deanna sabía que no era así. Quería poner a prueba su capacidad para cuidar de su nieto. Si fallaba, lo más probable era que el matrimonio se cancelara.

Estaba tan absorta en sus pensamientos que apenas notó cuando se detuvieron frente a la habitación de Connor.

Deanna entró por la puerta, y se quedó paralizada por la visión que la recibió.

Sobre la amplia cama yacía un hombre cuya presencia parecía llenar la habitación por completo. Sus rasgos eran esculpidos y llamativos, con una intensidad tranquila que perduraba incluso en el sueño. Los meses de inmovilidad no habían mermado su atractivo; solo estaba algo más delgado, pero su cuerpo aún se veía atlético bajo las sábanas. En todo caso, el largo reposo parecía haber refinado sus rasgos hasta un punto casi sobrehumano. Casi parecía injusto llamarlo belleza, pero ninguna otra palabra encajaba; parecía haber sido tallado por la mano de un artista.

Al notar el asombro en el rostro de la joven, Blaine asintió satisfecho. "Señorita Evans, permítame presentarle formalmente a su prometido".

Hizo una pausa, y una sonrisa pícara se dibujó en sus labios. "El señor Gerard Gordon espera dar la bienvenida a un nuevo miembro en la familia para continuar el linaje. Cuenta con usted esta noche, señorita Evans".

Deanna se quedó atónita por un momento. Sabía que su papel allí era darle un heredero a Connor, pero ¿no estaba Gerard siendo un poco demasiado directo?

Esforzándose por mantener la compostura, bajó la mirada y respondió en voz baja: "Entiendo. Gracias por la información".

Mientras intercambiaban palabras en voz baja, ninguno de los dos notó el ligero movimiento de la mano del hombre dormido sobre la cama.

Blaine, evidentemente satisfecho con el acuerdo, le entregó una caja discreta. "El señor Gerard quiere evaluar la motilidad del esperma de Connor. Confía en que usted lo recolecte esta noche".

Deanna perdió la compostura. ¿Realmente debía recolectar el esperma de Connor?