-Aldemar, el hombre con acceso a los archivos de alto nivel, confirma la noticia, Dmitri. Antuan Koslova, el viejo... planea casarse con Antonella Koslova. La boda es inminente.
Al escuchar ese nombre, "Antonella", mi cuerpo se tensa. La recuerdo perfectamente: el cabello rubio como el sol, los ojos azules que te atravesaban el alma. Una belleza inolvidable que cruzó mi camino hace meses. Siento un tirón de interés físico, una reacción instintiva que me irrita y me intriga a partes iguales.
Acerca la manzana a mis labios, la muerdo con un chasquido seco. Llevo el puro a la boca y doy una calada larga, exhalando lentamente el humo mientras analizo el dato.
-Es decir... -murmuro, mi voz profunda se carga de peligro-, que el maldito de Fabrizio quiere llegar a las altas esferas y usa a su propia hija para eso.
-Así es -confirma Demian, su rostro impasible-. Al parecer, busca el mismo tipo de poder y alianzas que tú manejas, Dmitri. Quiere su asiento en la mesa.
Una sonrisa gélida y despiadada se dibuja en mi rostro. El Zar no permite competencia.
-No lo voy a permitir -sentencio, dejando caer el puro en el cenicero con un golpe seco que resuena en el silencio-. Además, el tal Antuan es un viejo pedófilo. Nadie con sangre Volkov permite tal aberración.
Mi mirada se clava en Demian. Antonella Koslova. Una joya que ese cerdo de Antuan intenta usar para cimentar su patético ascenso. Siento la indignación arder bajo mi piel. No por moralidad, sino por la afrenta al orden natural del poder. Y porque, maldita sea, una belleza así no puede ser desperdiciada en un viejo.
-El plan es uno y no negociable: la chica es mía -sentencio, dejando la manzana a medio comer en mi escritorio. Mis ojos, tan fríos como el hielo de Moscú, se centran en Demian.
-Dime qué necesitas, Dmitri.
-La boda. Necesito todos los detalles, hasta la marca del champán. Aldemar ya tiene acceso al interior del círculo de Fabrizio. Que intensifique la presión, pero sutilmente. Quiero que crea que la seguridad es hermética. Quiero que esté confiado.
Demian asiente, sacando una tableta.
-La iglesia de San Miguel, hora de la ceremonia... Las rutas de entrada y salida están siendo analizadas. Pero, Dmitri, quiero estar seguro: ¿el objetivo principal es Fabrizio o la chica?
Mi mandíbula se tensa. La pregunta es un puñal a mi lógica, pero la respuesta es brutalmente clara.
-El objetivo es simple: desmantelar el poder de Fabrizio y enviarle un mensaje que lo paralice. Y el mensaje es la completa y total humillación. Robarle lo más preciado. Robarle a Antonella.
Me levanto y camino hacia el enorme mapa de la ciudad iluminado en la pared.
-El complot debe ser pulcro. Un secuestro en pleno día de boda no es audaz; es una declaración. Es arrebatarle el futuro y el símbolo de su alianza en el momento justo en que iba a conseguirlo. Necesito que sientan nuestra sombra sobre ellos.
-¿El factor sorpresa?
Sonrío con la esquina de la boca.
-Fabrizio usará un convoy de vehículos blindados. Sus hombres de seguridad serán tan numerosos como ineptos. Nadie pensará en el cielo. Necesitamos un equipo aéreo. Un helicóptero camuflado con insignias de la policía. Una distracción masiva en tierra para desviar la atención.
-Quiero que la toma parezca una intervención de la ley, pero con brutalidad. Que dos de nuestros mejores hombres, vestidos de forma irreconocible, la tomen justo al salir de la mansión familiar, antes de que llegue a la iglesia. O mejor, la sacamos de la limusina nupcial, en medio del tráfico. Un rápido y quirúrgico golpe en la garganta de Fabrizio.
-¿Y cuando la tengamos?
-Cuando la tenga... -Mi mirada se vuelve oscura, la imagen de Antonella ahora es la de un trofeo personal y codiciado-, la llevo a mi propiedad más segura. Nadie, absolutamente nadie, sabrá dónde está. Ella es el detonante que hará explotar el imperio de Fabrizio. Y yo... yo tendré a mi hermosa rehén. Podré conocer mejor a esa muñeca de porcelana. Es una adquisición. Una muy deseable.
-Entendido, Dmitri. Activando a Aldemar y preparando el equipo aéreo. El Zar tendrá lo que desea.
Asiento, mi plan ya está en movimiento, tejiendo la red que atrapará a Antonella Koslova el día de su propia boda. Será un día de sangre y rosas. Y solo yo sostendré las espinas que la atraparán.
Se da la vuelta y sale del despacho en silencio, dejando la puerta cerrada. El eco del golpe suave confirma que estoy de nuevo a solas, rodeado por la frialdad de mi poder.
Me dejo caer en el sillón de cuero, sintiendo la punzada de irritación. El problema con que Fabrizio tome más poder no es solo la competencia; es la naturaleza de su poder. Fabrizio está tocando los límites que yo establecí para este territorio. Sus negocios han cruzado líneas de moralidad que son intolerables, cosas demasiado turbias que ni siquiera yo, Dmitri Volkov, acepto. Las aberraciones que él normaliza en su bando son un cáncer que pudre mi músculo. Si permito que se fortalezca, su miseria y su desgracia se extenderán a las altas esferas, arruinando el delicado equilibrio. No. No permitiré que esa escoria tenga más influencia. Es una limpieza necesaria.
De repente, un sonido discreto en el escritorio rompe el silencio. Mi computadora emite una notificación encriptada. Me inclino y deslizo el dedo por el trackpad.
Es ella. Antonella.
Llevamos más de tres meses hablando en secreto. Un canal privado que mantengo oculto incluso de Demian. Para ella, soy "Nikolai". Un contacto anónimo que conocí en un foro encriptado. Había sido un juego, una forma de acercarme a lo más preciado de Fabrizio, un simple plan de contingencia que se convirtió en una obsesión sutil. La curiosidad se transformó en una necesidad de conocer a la mujer detrás del nombre.
Antonella. Hola.
Le contesto. Mi pulso se acelera. Raptarla antes de tiempo. Es lo que tengo que hacer. Quería que esto fuera lento, controlado, que ella se acercara a mí por decisión propia en el momento oportuno. Las circunstancias no me lo permiten. Antuan está acelerando la boda.
Comienzo a escribir, la cautela reemplazada por una urgencia febril.
Nikolai (Dmitri): Aquí estoy, Antonella. ¿Qué pasa? Te noto... triste.
Un silencio de un minuto que se siente eterno.
Antonella: Mi padre... ha cambiado la fecha. Es el próximo fin de semana. No es el mes que dijo. Me tengo que casar en seis días, Nikolai. Estoy atrapada. Estoy aterrada.
Aprieto los puños sobre el escritorio. Seis días. El plan aéreo es arriesgado y exige tiempo, pero no hay alternativa. El tiempo se agotó.
La rabia me aprieta el pecho. Necesito disimular mi conocimiento.
Nikolai (Dmitri): ¿Cómo así? No te entiendo. ¿De qué boda hablas? Nunca me dijiste que fueras a casarte.
Me detengo, esperando su respuesta, mi mano ya tecleando el plan de emergencia.
Antonella: Discúlpame, Nikolai. Quise ocultártelo. No tenía muchas ganas de hablar de eso, pero ahora siento que no tengo escapatoria.
Nikolai (Dmitri): ¿Y qué es lo que vas a hacer? No puedes quedarte ahí.
Antonella: No sé, pero te juro que no me voy a quedar de brazos cruzados. No me voy a casar con ese viejo asqueroso.
Una ceja se levanta por el descaro del alias de mi enemigo. Debo actuar con inocencia.
Nikolai (Dmitri): ¿Con quién te vas a casar?
Antonella: Con Antuan... Antuan Mosorov
Nikolai (Dmitri): ¿Y ese hombre, quién es?
Un emoji de exasperación aparece en mi pantalla, seguido del mensaje.
Antonella: Un maldito al que odio y me ha perseguido desde que era prácticamente una niña.
Leo su confesión y la rabia me inunda. Lo sabía. Sé cuáles son los gustos de ese viejo asqueroso, la forma en que mira a las niñas y a las mujeres jóvenes. Esa es precisamente la razón, el núcleo putrefacto del poder de Fabrizio que quiero erradicar. Esa belleza de cabello rubio es el objetivo de un depredador. La necesidad de actuar es ya una obligación.
Nikolai (Dmitri): Es una pesadilla, moya krasota. Lo entiendo. Pero dime una cosa, ¿qué vas a hacer con la competencia de patinaje? Sé cuánto te importa ese torneo de patinaje artístico.
Escribo, intentando desviar su mente de la desesperación. Es una de sus pasiones, una de las pocas cosas que me ha confesado que la hacen sentir libre.
Antonella: Ese sueño está abandonado, Nikolai. Si me caso, se acabó. Si me escapo, tampoco podré volver a ejercerlo. Perderé todo.
Nikolai (Dmitri): ¿Piensas escaparte?
La pregunta es simple, pero crucial. Necesito oírla decirlo.
Antonella: Es la única idea que tengo. Tengo una semana para lograrlo. O me pudro al lado de ese monstruo.
Una sonrisa oscura y victoriosa se dibuja en mi rostro. Las cosas se me están facilitando de una manera deliciosa. Ella misma está corriendo a mi red.
Nikolai (Dmitri): Cuenta conmigo para lo que necesites, Antonella. Tienes mi palabra.
Antonella: Necesitaré un refugio, Nikolai. Un lugar donde él no pueda encontrarme.
Nikolai (Dmitri): Lo tienes. No te preocupes por eso. Tendrás un lugar donde nadie podrá tocarte. Y no tendrás que mirar atrás.
Cierro la sesión. No más mensajes. He sembrado la semilla de la confianza, el anzuelo está puesto. Ahora solo tengo que asegurarme de ser el hombre que la "rescate" y la lleve a mi refugio, justo a tiempo.
-Demian -activo el intercomunicador-. Desactiva el plan aéreo complejo. Vamos a ir por ella en su ruta, pero con precisión de reloj. Ella ya está preparada para el "escape". Solo tenemos que guiarla. Es un secuestro con cooperación, por así decirlo. Prepara el equipo. En seis días, **Antonella Koslova será mi rehén... o mi invitada.