Capítulo 4 Su primer amor

Agarrando su celular, Sabrina sintió una tristeza abrumadora que le cortó la respiración.

Parecía que Tyrone se había llevado a Galilea a toda prisa a conocer a sus amigos apenas bajó del avión.

Todos sabían que su corazón seguía siendo de ella y por eso les deseaban lo mejor.

Sin embargo, Sabrina era la única que no lo sabía.

Durante los últimos tres años, solo la familia Blakely sabía que estaban casados.

Él rara vez la presentaba ante sus amigos. Incluso durante los encuentros ocasionales, todos daban por sentado que ella era simplemente la hija adoptiva de sus padres.

"¿Señora Blakely?".

El chofer encontró a la joven en el garaje, desconcertado al verla en su auto.

Sabrina se secó las lágrimas con rapidez, ignoró sus palabras y arrancó el auto para alejarse.

Ella no llevaría sus emociones al entorno laboral.

En ese momento, su único respiro era sumergirse en sus labores.

Le envió el plan al correo electrónico de Tyrone, quien le respondió con su habitual tono cortante: "Aprobado. Supervisa la ejecución".

Tomándose un breve momento, Sabrina respondió "Entendido" y delegó la tarea de inmediato.

Tras un largo día, recibió un mensaje de su esposo: "Esta noche estoy ocupado. Vete a casa sin mí".

Ella apretó los labios, sintiendo un dolor agudo en el corazón, y escribió "Entendido" con los dedos temblorosos.

En el pasado, tal vez debido a su posición como alta directiva en el Grupo Blakely, él siempre le informaba sobre las personas con las que se reunía.

Pero en los últimos días, la había despachado diciendo que estaba ocupado.

Resultó que había estado ocupado viendo a Galilea.

Él le envió otro mensaje: "Te traje un regalo de mi viaje de negocios. Se me olvidó dártelo. Está en mi maleta. Recógelo cuando llegues a casa".

La joven respondió con un simple "De acuerdo".

Al ver su corta respuesta, Tyrone sintió una punzada de irritación desconocida. Se reclinó en su silla y se masajeó las cejas fruncidas.

"Señor, llegó la señora Clifford", anunció Kyson Miller, su asistente, llamando a la puerta.

Por otra parte, al salir de su propio despacho, Sabrina escuchó algunos murmullos entre los empleados.

"¿La mujer que visitó al señor Blakely es su novia? ¡Es muy atractiva!".

"Es una pena que lleve cubrebocas".

"¿No creen que se parece a Galilea Clifford?".

"¿La estrella de cine? ¡Imposible! ¿No ha estado filmando en el extranjero?".

"¡Ella y el señor Blakely hacen una pareja perfecta!".

"¡Señora Chávez!". Alguien la vio y la saludó.

La multitud dejó de cotillear para hacer lo mismo.

"¡Señora Chávez!".

Con la mirada baja y en tono desapasionado, ella respondió: "Ya terminó mi horario. Pueden continuar".

Con eso, aceleró el paso, cada uno firme pero cargado de urgencia. Sus ojos mostraban el tinte rojo de las lágrimas contenidas, y su corazón latía con dolor.

Necesitaba escapar, por miedo a enfrentarse a una escena desgarradora.

¿Galilea había venido a la empresa para reunirse con él?

Aún no estaban divorciados, ¿él era consciente de que su esposa seguía en la empresa?

Los murmullos a sus espaldas se reanudaron, aunque ahora centrados en un tema diferente.

"La señora Chávez es deslumbrante. Pero es tan intimidante, igual que el señor Blakely. Realmente parecen hermanos".

Una novata sonó asombrada: "¿La señora Chávez es la hermana del señor Blakely?".

"¡Humph! Adoptada, más bien. Su padre, un inútil, presionó al padre del señor Blakely para que la adoptara. ¿De qué otra forma podría haber entrado al Grupo Blakely?".

"¿Quién te dijo eso?".

"Un informante del Departamento de Relaciones Públicas".

"Para ser justos, la señora Chávez es bastante agradable".

En el estacionamiento subterráneo, Sabrina se abrochó el cinturón de seguridad. Al levantar la vista, vio a una pareja.

Tyrone, con el traje blanco que ella le había elegido esa mañana, se veía apuesto.

A su lado había una mujer, con cubrebocas y gorra. Esta le agarró el brazo con cariño, entablando conversación con él. El hombre inclinó un poco la cabeza, escuchando atento sus palabras, con expresión amable y serena.

La mujer le dio un golpecito juguetón en el brazo mientras caminaban.

Él asintió con una suave sonrisa, como diciendo: "De acuerdo".

En efecto, su primer amor había vuelto.

La corbata roja que llevaba hizo que a Sabrina le doliera el corazón.

Ella la había elegido para celebrar la llegada de su bebé.

Pero ahora él la llevaba en una cita con su primer amor.