Mi otro yo
img img Mi otro yo img Capítulo 4 ENTRE CIELO Y TIERRA
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Capítulo 6 ACOSO img
Capítulo 7 ¡LO ENCONTRÉ! img
Capítulo 8 ¡ESOS OJOS! img
Capítulo 9 LA INSOLENCIA img
Capítulo 10 SITUACIÓN VERGONZOSA img
Capítulo 11 ¡NO TE ESTOY PIDIENDO QUE ACTÚES DIFERENTE! img
Capítulo 12 ¿VIRTUAL GANADOR img
Capítulo 13 LERO, LERO, LERO img
Capítulo 14 DESEO INSATISFECHO img
Capítulo 15 SATISFACCIÓN img
Capítulo 16 ACUSACIONES img
Capítulo 17 RETENIDA img
Capítulo 18 MAR DE CONTRADICCIONES img
Capítulo 19 DESCUBRIENDO COMPLOT img
Capítulo 20 VESTIDO DESHECHO img
Capítulo 21 ARDIENTES MOMENTOS img
Capítulo 22 SOSPECHOSOS img
Capítulo 23 MARCANDO TERRITORIO img
Capítulo 24 ¿FIERECILLA DOMADA img
Capítulo 25 ¿DOMINANTE SUBYUGADO img
Capítulo 26 ¡KADECE TÚ Y TU BOCAZA! img
Capítulo 27 LA ESCENA img
Capítulo 28 EVIDENCIAS img
Capítulo 29 SIN GANAS DE LUCHAR img
Capítulo 30 PALABRAS ININTELIGIBLES img
Capítulo 31 EL ADN img
Capítulo 32 LA NOTICIA img
Capítulo 33 RECHAZO img
Capítulo 34 UNA PISTA img
Capítulo 35 INFRAGANTI img
Capítulo 36 SIN SOLTAR LA PRESA img
Capítulo 37 MISTERIOS QUE NOS UNEN img
Capítulo 38 IMPRESIONANTE REVELACIÓN img
Capítulo 39 MÁS SECRETOS DESCUBIERTOS img
Capítulo 40 ARMANDO TEORÍAS img
Capítulo 41 ¿CASUALIDADES img
Capítulo 42 SORPRESA INESPERADA img
Capítulo 43 ERAN LA LUZ DE MI VIDA. img
Capítulo 44 MANIPULACIÓN img
Capítulo 45 EL PLAN img
Capítulo 46 EN ESPERA DE RESPUESTAS img
Capítulo 47 ¡MUY MAL COMIENZO! img
Capítulo 48 INCERTIDUMBRE img
Capítulo 49 MI OTRO YO img
Capítulo 50 EL MIEDO Y EL RESPETO NO ES LO MISMO img
Capítulo 51 PÉRDIDA img
Capítulo 52 UN ADIÓS, UN REENCUENTRO img
Capítulo 53 UNA CITA CON MI NUEVO DESTINO img
Capítulo 54 EL FINAL DE UNA ETAPA. img
Capítulo 55 AHORA SOY YO. PLANES img
Capítulo 56 ¿ME EXTRAÑAS img
Capítulo 57 ENCUENTRO FORZADO img
Capítulo 58 DECEPCIÓN img
Capítulo 59 LLEVADA POR EL DESPECHO img
Capítulo 60 IRA DE MARK VS IRA DE KADECE. img
Capítulo 61 CONCIENCIA CALENTURIENTA img
Capítulo 62 EL INICIO DEL PLACER img
Capítulo 63 EL JUEGO DEL RELOJ img
Capítulo 64 EL JENGIBRE img
Capítulo 65 LA VENGANZA DE KADECE img
Capítulo 66 SOSPECHOSOS img
Capítulo 67 FINGIMIENTO img
Capítulo 68 POR LA BOCA MUERE EL PEZ img
Capítulo 69 LLENO DE BUENAS INTENCIONES img
Capítulo 70 EMBESTIDAS AL AUTO img
Capítulo 71 REGRESO INESPERADO img
Capítulo 72 PLANES DE JOEL img
Capítulo 73 APARICIÓN DE WRENT img
Capítulo 74 TERAPIA ENTRE AMIGOS img
Capítulo 75 LA ESPERANZA img
Capítulo 76 LA DESAPARICIÓN img
Capítulo 77 PERSONA INESPERADA img
Capítulo 78 TRAMPA img
Capítulo 79 ENOJO img
Capítulo 80 MALENTENDIDOS QUE SEPARAN img
Capítulo 81 NOTICIA SORPRENDENTE img
Capítulo 82 LA HUÍDA img
Capítulo 83 ENCUENTRO INESPERADO img
Capítulo 84 EMBARAZO DESCUBIERTO img
Capítulo 85 EL DESEO DEL CORAZÓN img
Capítulo 86 LA PROPUESTA img
Capítulo 87 UN TRAIDOR img
Capítulo 88 INTRIGAS img
Capítulo 89 CULPABLE img
Capítulo 90 FUEGOS ARTIFICIALES img
Capítulo 91 PELIGRO INMINENTE img
Capítulo 92 DISPAROS CERTEROS img
Capítulo 93 CONTRA SÍ MISMA img
Capítulo 94 SUEÑOS QUE SE CUMPLEN img
Capítulo 95 SENTIMIENTOS img
Capítulo 96 UN MATRIMONIO FELIZ img
Capítulo 97 EPÍLOGO img
Capítulo 98 LA HISTORIA DE BLAKE img
Capítulo 99 LEYNA BÁÑEZ img
Capítulo 100 ENCONTRADA img
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Capítulo 4 ENTRE CIELO Y TIERRA

Luego de bañarme y colocarme un traje de pantalón tipo taller, un poco influenciada por lo que había vivido el día anterior. Pues pensé que si tal vez me vestía con pantalón evitaría que pudiera ser objeto de manoseos y toqueteos de pervertidos que transitaban libremente a lo largo y ancho de la ciudad con total impunidad, como lo que me sucedió la noche de ayer. La rabia comenzó a moverse en mí cuál si fuera una bebida efervescente.

-¡Malditos miserables! ¡Mal paridos! ¡Hijos de puta! ¡Deberían morirse todos esos desgraciados y cortarles el pene y echárselos a los perros! -grité fuera de mí.

Pero era cierto, hombres como ese no eran dignos de ser llamados hombres, ni siquiera seres humanos, eran peores que animales, unas alimañas asquerosas.

Respiré profundo para tranquilizarme porque en verdad me molestaba que aún siendo yo la víctima de un intento de abuso, tuviera que buscar la forma de evitar llamar la atención, como si lo enfermo de ellos fuera imputable a mí.

Un poco más calmada subí a mi auto, el muy estúpido encendió en el primer intento. Me dirigí a mi oficina no sin antes hacer cita con mi mecánico para que revisara mi auto. Quedé en llevárselo a la hora del almuerzo.

Al llegar a mi oficina decidí subir por las escaleras porque tenía nervios de encontrarme a algún socio importante del bufete que me pidiera información sobre el expediente o peor que me pidiera verlo, prefería en ese momento, recorrer diez kilómetros trotando a que eso me sucediera, quien iba a pensar que yo iba a optar en algún momento en hacer ejercicio a que mi pequeño secreto fuese descubierto. He allí otro punto de estrés para mí, enloquecería con cada asombro que me llevaba.

Era tan horrible andar con esa sensación de que «Todos saben lo que pasó con el expediente». Me eché a reír por lo paranoica que me estaba volviendo y seguí mi recorrido hasta el piso donde estaba situada mi pequeña oficina. Entré sigilosamente por los pasillos evitando y rogando no encontrarme a nadie en mi trayecto. Cuando ingresé cerré y le puse seguro a la puerta. Ya dentro, respiré aliviada recostando toda mi humanidad en la puerta, mientras trataba de calmar mi acelerada respiración y los fuertes latidos de mi corazón.

Una vez volví a mis niveles normales de pulsaciones y respiraciones, saqué de mi portafolio los documentos, aparté los rotos y los dos folios que se me habían quemado, de los que estaban en buen estado. Busqué la cinta adhesiva y me concentré en repararlos.

Me faltaban dos para finalizar cuando tocaron la puerta de mi despacho, recogí todos los documentos con premura o eso pensé y me dirigí a abrir la puerta, me imaginé que era una colega, una asistente o secretaria, pero mi quijada casi cae al suelo de la sorpresa, cuando veo allí en la puerta de mi oficina al gran jefe, un ser que no salía nunca de su despacho, porque él era un rey, nosotros los plebeyos, él un dios del Olimpo y nosotros los simples mortales, lo que estaba pasando era realmente increíble.

Al ver mi boca abierta me dijo en forma jocosa y tuteándome por primera vez.

-¡Cierra la boca Kadece! -de inmediato obedecí, pero no salía de mi sorpresa- ¡Apártate que voy a pasar! -exclamó con firmeza, me hice a un lado, mientras lo observaba caminar con esa pose elegante, no pude evitar escanear su cuerpo de manera rápida.

Es que definitivamente este hombre no tiene desperdicio pensé, mientras me mordía el labio inferior, con la mala suerte que al girarse me encontró infraganti comiéndomelo con los ojos, me puse roja de la vergüenza mientras él proyectaba una sonrisa ladeada.

-¿Te gusta lo que ves? -interrogó acercándose.

Pero de inmediato me puse nerviosa, temiendo que pu-diera realizar algunos avances que por el momento no serían de mi agrado o me pondrían en una situación complicada. Por eso me puse seria y como si no entendiera sus palabras le pregunté -¿Disculpe? ¿Se le ofrece algo señor Brooke? -interrogué con firmeza y de manera formal para establecer una distancia entre los dos.

Aunque por dentro sentía que mi cuerpo era un amasijo de nervios. Se me quedó mirando y al ver que con mi tono de voz no invitaba a socializar, se puso serio y respondió.

-Es verdad, no he venido a tener ninguna plática social, vine a que revisemos juntos el expediente de la señora Michelle Jones -. Al escuchar sus palabras mi rostro se puso pálido y él frunció el ceño con curiosidad.

-Disculpe señorita Keen ¿Acaso dije algo malo? -interrogó el hombre arqueando la ceja, con una expresión que provocaba besarlo.

Enseguida me regañé «Deja lo calenturienta Kadece y concéntrate en lo que vas a responderle al papito Ruqui de tu jefe».

-No señor, no ha dicho nada malo -expresé sin moverme, mientras Adams se quedaba esperando.

Seguidamente me hizo un gesto con los ojos, pero no me di por aludida y debió repetirme la orden con palabras.

-¿Es que no supe explicar o no me entendió? -indagó el hombre -dije que quería ver el expediente que le fue asignado el día de ayer.

Por un momento me quedé en blanco, mi lengua se inmovilizó y mi boca se negaba a emitir palabras, intenté hablar, pero me salió tan solo un graznido, llevé mi mano a la boca un tanto sorprendida y apenada, Adams se quedó observándome como si fuese una loca e insistió.

-¿Qué parte de que quiero ver los documentos no en-tiendes? -me preguntó con severidad.

-No... No puedo dárselo... Se me ha quedado mi male-tín en el auto -respondí al principio titubeante, pero al final conseguí terminar con firmeza.

Me observó por un par de segundos, como decidiendo si debía o no creerme, luego giró su vista a mi oficina y la recorrió con su mirada. Y segundos después yo había quedado en evidencia. Cuando recogí los documentos pensé que los había guardado todos, pero al parecer no fue así, dejé que algunos pliegos cayeran y estaban tirados en el suelo con descuido y precisamente se trataba de algunos de los que había arreglado con cinta adhesiva.

Mi jefe se inclinó y tomó los folios, los levantó del suelo, los observó por escasos momentos y luego fijo su mirada en mí.

-¿Puedes explicarme que significa esto? Me acabas de mentir diciéndome que lo habías dejado en el auto, cuando no es cierto y están hasta reparados porque estaban rotos. Exijo que me aclares lo que está pasando -pronunció con un semblante que evidenciaba su cólera a tal punto que su rostro estaba color escarlata.

En ese momento me sentí como una niña traviesa a quien encuentran en su travesura y por un momento juro que desee serlo o que la tierra se abriera y me tragara y me vomitara en la China, porque eso que estaba sucediendo iba a crear más tela de juicio sobre mi capacidad y en cierto sentido le daba toda la razón, porque si yo estuviese en su lugar, tal vez reaccionaría igual o peor que él.

Yo siempre he sido una chica que me he caracterizado por mi sinceridad, de hecho no soy amiga de ocultar las cosas, soy de las que opinan que las mentiras tienen patas cortas y tarde o temprano la verdad termina saliendo a la luz. Pero esta vez, no pensé en eso, porque tengo el empeño de demostrar que soy una buena profesional y por el contrario, lo que logré es que todo se me saliera de las manos y me daba demasiada vergüenza admitir que fui una descuidada.

-¿Entonces? Estoy esperando una explicación -exigió en un tono demasiado molesto.

Definitivamente no me quedó más remedio que contarle lo que me había sucedido, por supuesto omitiendo la parte en la que el maldito pervertido casi me viola, pienso que eso era demasiado privado para andarlo divulgando, solo le dije que me habían atracado cuando estaba accidentada a la orilla de la avenida. Pero a mi jefe eso no le importó, igual se portó energúmeno.

-¡¿Sabes qué?! -explotó el hombre enfurecido, gritándome -. Eso no justifica para nada tu irresponsabilidad, eres peor profesional de lo que pensé ¿Cómo se te ocurre deteriorar unos documentos que son sumamente importantes para un proceso? ¡Por Dios! ¡Qué caso vas a estar ganando tú! Si no tienes ni siquiera la mínima capacidad para cuidar unos malditos papeles como la vas a tener para analizarlos y salir vencedora en un proceso ¡No eres más que una mediocre! -espetó.

A medida que lo escuchaba la rabia iba creciendo en mí y le hablé en el mismo tono que él estaba usando conmigo, me sabía a nada que fuese mi jefe, no me iba a dejar padrotear ni faltar el respeto por nadie, debía entender que fue un accidente y ninguna circunstancia justificaba sus insultos y actitud hacia mí.

-¡Veo que quien tiene poca capacidad de entendimiento es usted! -grité sin cohibirme -. Le acabo de explicar que fue un lamentable accidente producto del susto que pasé con el desgraciado atacante, pero si no lo entiende, aquí el único bruto es usted. Además no tiene ningún derecho a insultarme y a dudar de mi capacidad profesional -manifesté furiosa y roja de la ira que ardía en mi interior.

Cuando estaba en ese estado, veía todo rojo y continué con mi argumento.

-Por otra parte, tenga en cuenta que el estado de unos malditos papeles no van a determinar si gano o no un estúpido caso. Ahora tenga la bondad de salirse de mi oficina, porque está invadiendo mi espacio personal -Expresé mientras abría la puerta de mi oficina para que saliera.

El hombre se quedó viéndome sorprendido porque no se esperaba esa explosión por parte mía, es más Adams Brooke no estaba acostumbrado a que nadie le llevara la contraria, pero eso en estos momentos a mí me sabía a mierda, porque a la rabia que ya tenía producto de la noche anterior, se le sumaba su actitud hacia mí, que demás está decir estaba fuera de lugar y me reservaba las acciones de actuar en consecuencia.

Mi jefe me volvió a mirar de arriba abajo y queriendo tener como siempre la última palabra pronunció.

-Igual disfruta tus últimos días en el bufete porque no vas a ganar y tendrás que firmarme la renuncia, inmediatamente después de celebrarse el juicio -concluyó mientras tiraba la puerta al retirarse.

"A menudo las dificultades preparan a la gente ordinaria para un destino extraordinario."

C.S. Lewis.

            
            

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