El Dr. Cyrus se inclinó hacia Ethan. -Señor Kensington, su donación es vital. Sabes, me recuerda a la época dorada de esta facultad, cuando teníamos estudiantes prodigiosos. Hace poco envié correos a algunos antiguos alumnos brillantes que desaparecieron del mapa, con la esperanza de que regresen. Gente como 'W'.
Ethan arqueó una ceja. -¿W? He oído rumores. ¿El fantasma académico?
-Exacto -suspiró Cyrus-. Una mente irrepetible. Le escribí a una antigua dirección encriptada: "Si estás ahí fuera, la ciencia te necesita". No sé si responderá, ni dónde está. Podría estar en Tombuctú o cruzando esta misma calle.
Ethan asintió, distraído. Miró por la ventana hacia la calle del campus.
En una cafetería al otro lado, Iris estaba sentada en una mesa discreta, con una gorra de béisbol calada. Su portátil estaba abierto. Había recibido el correo de Cyrus en su servidor seguro. Sonrió con nostalgia, pero no respondió. Aún no.
Se levantó para irse y, al girarse, una estudiante chocó con ella, derramando papeles por el suelo.
-¡Lo siento! -gritó la chica, desesperada-. ¡Mi tesis!
Iris se agachó para ayudarla. Vio un diagrama de una válvula cardíaca. Sus ojos detectaron un error de cálculo obvio en el flujo sanguíneo. Sus dedos picaron por la necesidad de sacar un bolígrafo y corregirlo, de explicarle a la chica que ese ángulo causaría trombosis. Pero se detuvo.
"Ya no eres esa persona aquí", se recordó. "Eres un fantasma".
Recogió los papeles y se los entregó a la chica sin decir una palabra sobre el error. -Ten cuidado -murmuró Iris con voz suave.
-Gracias -dijo la estudiante, corriendo hacia el campus.
Desde la ventana de la limusina que esperaba en el semáforo, Ethan vio la escena. Vio a una chica con gorra y ropa holgada ayudando a otra. La postura de la chica de la gorra, la forma en que se inclinó... le recordó dolorosamente a Iris recogiendo las cosas que él tiraba por descuido en casa.
-Mira a esa vagabunda -dijo Scarlett, siguiendo su mirada-. Probablemente está buscando a quién robarle la cartera.
Ethan frunció el ceño. -Solo está ayudando a recoger unos papeles, Scarlett. No seas venenosa.
La chica de la gorra se dio la vuelta y caminó hacia el metro, perdiéndose de vista. Ethan sintió una opresión en el pecho. Iris estaba en algún lugar de esa ciudad, sola, sin dinero (según él creía). La idea de que pudiera estar pasando hambre mientras él donaba millones le revolvió el estómago.
-Liam -dijo Ethan al subir al coche-. Quiero que contrates a un investigador privado de verdad. No a tus chicos de informática. Alguien que patee las calles. Encuéntrala.
-¿Para qué, cariño? -preguntó Scarlett, tensa-. Ya firmó los papeles.
-Para asegurarme de que no está muerta en una zanja -respondió Ethan con brusquedad, cerrando la ventanilla que lo separaba del mundo real.