Mi Vecino del Frente
img img Mi Vecino del Frente img Capítulo 3 Nuevo comienzo
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Capítulo 6 ¿Dónde está el teléfono img
Capítulo 7 Pidiendo ayuda a papá img
Capítulo 8 El Veredicto y una Promesa img
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Capítulo 3 Nuevo comienzo

En otra ciudad: Lucas

Es hora de despedirse de esta ciudad que me vio nacer, crecer y que guarda tantos recuerdos. Aunque algunos de esos son amargos, dejaré la melancolía para después y terminaré de recoger y empacar mis pertenencias.

-Lucas, ¿ya terminaste de empacar? -Mi madre me pregunta mientras entra en mi habitación.

-Sí, ya casi acabo. Termino aquí con algunas cosas y bajo a ayudarte con lo que falta -le digo mientras termino de sellar la última caja con mis objetos-. ¿Y papá, ya se fue?

-Sí, ya sabes cómo es tu padre, no le gusta dejar trabajo para después. Así que se adelantó para terminar de arreglar los papeles de transferencia de su nuevo lugar de trabajo, para poder empezar lo antes posible a trabajar -me responde mi madre mientras vira los ojos.

-Madre, deberías decirle a papá que baje el ritmo de trabajo. Se va a agotar y se puede enfermar, no es necesario que trabaje tanto -le digo, porque me preocupa la salud de papá y sé que mamá a veces se siente sola por las ausencias de él por estar trabajando.

-Hablemos de eso después, hijo. Terminemos de recoger, que ya llegó el camión de la mudanza. Ya sabes que hay que guiarlos para que no vayan a romper nada -me dice ella mientras va saliendo de la habitación.

-Ok, vamos -le digo y la sigo hacia el piso de abajo, donde ya hay varias personas cargando cajas hacia un gran camión rojo de mudanzas que se encuentra al frente de la casa.

-Hijo, ve subiendo algunas de tus cosas en la camioneta, las que creas que se puedan romper si van amontonadas en el camión con las otras cajas.

Sé que se refiere a mi gran cantidad de trofeos, junto con mi colección de lentillas de diferentes colores y la colección de figuritas de animales que poseo, ya que sabe que si llegan a perderse o a dañarse, cualquiera de estas me volverá loco, ya que puedo llegar a ser algo obsesivo compulsivo con lo que me gusta.

-Ok, ya lo había pensado, que esa era la mejor idea, para no perder ninguno de mis bebés -le digo a mi madre, que me mira como preguntándose cuándo dejaré ese "absurdo pasatiempo", según sus palabras. Aunque yo no le veo nada "absurdo", pero no se lo digo para evitar discutir con ella.

-Hijo mío, no lo tomes a mal, lo que te voy a decir, pero ya tienes 17 años, deberías enfocarte en otros tipos de pasatiempos, y dejar de estar usando esas lentillas de colores que dañan tus ojos -dice ella con un fuerte suspiro, que hace que las personas de la mudanza la miren de manera extraña. Y por mi parte, solo me queda decir que tenía razón en lo que mamá estaba pensando, ya que siempre me dice lo mismo.

-Sí... sí, madre, ya te he dicho que no hacen daño, pero tú simplemente no me escuchas. Mejor dejamos ese tema para después y terminamos el trabajo que nos queda -le digo mientras la abrazo por detrás y le planto un gran beso en la mejilla derecha.

-Está bien, pero no te creas que te salvarás tan fácilmente. -Me dice ella mientras jala mis orejas.

-¡Madre! Agradecería que dejaras de hacer eso, ya que no soy un niño -le digo, porque de verdad me molesta que haga esto. La única respuesta que obtengo de ella es unos ojos en blanco y una sonrisa sardónica.

Alrededor de una hora después, terminamos de cargar todas las cajas y entregamos la llave al agente de bienes raíces que se encargará de vender la casa, y creo que este es el último paso antes de ponernos en marcha para tener un nuevo comienzo.

La madre y el hijo solo miran la casa antes de partir, aquel lugar donde vivieron tantos años, que guardaba tantos hermosos recuerdos y que al final se ha convertido en un lugar en el que es imposible vivir. Ninguno de los dos dice nada mientras observan el lugar por última vez, antes de subirse a la camioneta y dar la despedida final.

Doce horas después, entre cortos descansos y largos recorridos, llegan a la Ciudad del Mar, que es donde está su nuevo hogar.

-Es un gran lugar. Pienso que no es grande, pero tampoco pequeño -le digo a mi madre cuando aparcamos frente a la casa. Lo primero que noto son las flores preferidas de mamá, "Las orquídeas". A ella siempre le han encantado estas flores.

-¡Oh!, esto debe ser la sorpresa que mencionó tu padre -dice la madre, con la emoción reflejada en sus ojos mientras las lágrimas caen de ellos-. ¡Son hermosas, muy bellas!...

-Sí, lo son -le digo brevemente-. ¿Por qué no lo llamas? Agradécele por las flores y de paso le dices que acabamos de llegar a la nueva casa.

-Tenía pensado hacerlo -dice mientras se aleja hacia la entrada de la casa-. Entremos y dile al personal que comiencen a bajar los objetos del camión, mientras yo llamo a tu padre. -Ella me ordena mientras se dirige hacia la cocina con el teléfono en la mano.

-Ok -le contesto y comienzo a ejecutar su orden-. ¡Vamos a empezar a trabajar! -les digo a los empleados.

Una hora después, están todas las cosas alineadas en la sala de la casa. Fue un duro trabajo bajar todas esas cajas; la suerte es que yo no las bajé. Les pago a los de la mudanza antes de que se retiren, y me dirijo hacia la cocina, que es donde se encuentra mamá.

-Te amo, nos vemos esta noche cuando termines el trabajo, y gracias por las hermosas flores -escucho que ella dice mientras me acerco a la cocina. Lo que no puedo creer, y a lo que nunca me acostumbro, es a su capacidad de durar una o más horas pegada al teléfono. No sé cómo lo hace, es de verdad increíble-. Sí, ya sé que te he agradecido varias veces, pero me gusta recordártelo... ok, adiós.

-No te duelen las orejas? Debes tenerlas rojas. Llevas como cinco horas hablando con papá, mientras que yo hago el trabajo sucio -me burlo de ella, mientras mantengo una cara de póquer-. ¡Pobre de mí!

-Estoy segura de que te sentaste a observar el trabajo en lugar de trabajar, así que no entiendo de qué te quejas -me dice y me mira como si no dudara que tiene razón en lo que expresan sus palabras-. Tu padre me informó que la casa está recién amueblada, que solo tenemos que acomodar los objetos personales. Tu habitación es la que tiene la ventana orientada hacia el frente de la calle. Iré a descansar, despiértame cuando sea la hora de la cena. -Dice y sale de la cocina.

-Ok -le contesto y me dirijo hacia mi habitación que se encuentra en la parte de arriba.

El chico piensa en darse una ducha antes de terminar de acomodar sus objetos personales. Entra al baño y comienza a quitarse la ropa, y cuando solo le falta una pieza, escucha el timbre.

Lucas se pregunta quién será, porque no conocen a nadie ya que se acaban de mudar y su padre no llega hasta la noche y, además, él tiene llave. "Quizás a los de la mudanza se les quedó algo. Bajaré rápidamente a ver qué quieren," piensa. Y cuando abre la puerta, no encuentra qué decir, porque literalmente hay un conejo en su puerta y no es Halloween.

            
            

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