Capítulo 5 Melilah Pelton de Rosevelt

Narración en tercera persona.

El viaje a la capital tardó unas 6 horas, horas que Miryam aprovechó para dormir hasta que el Gran Duque la despertó sacudiéndola un poco. -Discúlpame por despertarte, estamos a punto de llegar, por cierto... aún no me presento, me llamo Albert Rosevelt Devi Blouse ¿Cuál es tu nombre, pequeña?- ¿Blouse? ese apellido rondó por la cabeza de Miryam hasta que dio con el, pero no podía ser, Blouse es el apellido de la familia imperial, nunca supo que los Rosevelt lo poseían, entonces probablemente toda la familia Rosevelt eran de linaje real, no, solo el Archiduque puesto que sus hijastros solo llevan el apellido, pero... había otra cosa que le sonaba ¿Devi? tiene la impresión de haber conocido a alguien con ese apellido, Miryam volvió en si luego de notar lentamente una mano balanceándose frente a ella.

¿Cuál era el apellido de su madre? no lo recordaba, son detalles en los que nunca se fijó, solo sabía que se llamaba Miryam. -Me llamo Miryam- dijo, giró su cabeza bruscamente y observó a través de la ventana del carruaje, había olvidado lo hermoso que era el territorio de Lisbon... este es un mediano pueblo a solo 20 minutos de lo que realmente es la capital de Arcadia y el mismísimo Imperio, conoce solo la academia puesto que nunca salió de ella en el tiempo que estuvo dentro del imperio.

El Gran Duque frunció el ceño. -¿Y tu apellido?- preguntó a lo que Miryam negó. -¿No tienes?- afirmó. -Imposible, debes tener apellido... quizá no te lo dieron a conocer siendo que eres... olvídalo- el silencio ocupó el espacio por algunos minutos hasta que finalmente avistaron el enorme portón que protegía la mansión Rosevelt,

Melilah estaba tomando el té junto a su hija Aristia, cuando llegó apresuradamente su dama de compañía Susie. -Gran Duquesa, Su Gracia a regresado de la zona rural- La Gran Duquesa tomó un último sorbo de su té y se puso de pie.

-Vamos a dar la bienvenida a tu padre- Melilah no tardó en llegar a la entrada principal y lo había hecho justo a tiempo, a tan solo un minuto de diferencia su esposo cruzó el gran portón.

-¡Cariño!- se aproximó lentamente, la besó y abrazó, justo en ese instante un pequeño detalle no pasó desapercibido.

-Bienvenido cielo, ¿la compraste? no crees que está muy pequeña, no será de gran ayuda...- una mano tosca selló sus labios.

-Ella es Miryam, se quedará con nosotros, no es una esclava- ¿Que? ¿se había vuelto loco? ¿Qué no era una esclava? por Dios, si todos esos inmundos negros no son nada más si no que esclavos, no son seres humanos, son más bien como animales... fue lo que pasó por la cabeza de Melilah Rosevelt.

-Ah... ya veo- Melilah se aproximó curiosamente para analizar a la pequeña alimaña y quedó perpleja ante el verde esmeralda de sus ojos ¿Cómo podía ser posible? ¿una esclava negra con ojos verdes? ¿solo la realeza posee ojos de tal magnitud? quizá ella... No, es imposible, no hay forma que sea tan alta la probabilidad. -Oye tú... ¿De que finca ganadera huiste?- Miryam fingió temor y corrió tras el Gran Duque, así que otra vez tu Melilah Rosevelt... esta vez te haré mi pieza más importante para iniciar con el pie derecho.

            
            

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