Corazones de hielo
img img Corazones de hielo img Capítulo 2 II
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Capítulo 6 Estudiante nuevo img
Capítulo 7 Misterios de la vida img
Capítulo 8 Flor de origami img
Capítulo 9 Rogando por un beso img
Capítulo 10 La última sonrisa sincera img
Capítulo 11 Una buena acción inesperada img
Capítulo 12 El traje misterioso img
Capítulo 13 Encuentro furtivo img
Capítulo 14 Todo normal img
Capítulo 15 Verdades que duelen y rumores que matan img
Capítulo 16 Un día para olvidar img
Capítulo 17 Pacto img
Capítulo 18 Buscando problemas img
Capítulo 19 Encuentro clandestino img
Capítulo 20 Mía img
Capítulo 21 Venganza img
Capítulo 22 Un mentira peligrosa img
Capítulo 23 Repercusiones indebidas img
Capítulo 24 Siempre ella img
Capítulo 25 Atravesando su armadura img
Capítulo 26 Secretos bien guardados img
Capítulo 27 Más preguntas y menos respuestas img
Capítulo 28 Una verdad cruda img
Capítulo 29 Prejuicios justificados img
Capítulo 30 Las palabras duelen img
Capítulo 31 ¿Adiós img
Capítulo 32 De lejos img
Capítulo 33 Amiga img
Capítulo 34 Consciencia img
Capítulo 35 Día de lluvia y carnaval img
Capítulo 36 La primera vez - Parte I img
Capítulo 37 La primera vez - Parte 2 img
Capítulo 38 La primera vez - Parte 3 img
Capítulo 39 La primera vez - Parte 4 img
Capítulo 40 La primera vez - Parte 5 img
Capítulo 41 Epifanía - Parte 1 img
Capítulo 42 Epifanía - Parte 2 img
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Capítulo 2 II

Hace un año.

Miro a mi alrededor un poco agobiada por la fuerte música. Mamá había dicho que sería buena idea acercarme al lago por el cual la ciudad llevaba su nombre, donde los adultos jóvenes de la ciudad se juntaban a sociabilizar. Nunca había tenido demasiados problema para sociabilizar, pero tampoco jamás había estado en una fiesta mixta. Las chicas de vuelta en Quebec eran fáciles de conocer; simpáticas y tranquilas. Aquí, casi parecía la mala copia de Proyecto X, y ya varias personas me habían mirado como si supieran que era una extraña. Nuestros nuevos vecinos ya nos habían advertido que esta era una de esas pequeñas ciudades donde todos conocen a todos, y donde todos hablan mal de todos. Los forasteros no son bienvenidos tampoco.

Me estoy sirviendo jugo en la improvisada barra cuando dos chicos se ponen junto a mí, bromeando sobre alguna chica que acababa de tirarse al lago congelado en ropa interior. No les presto mucha atención porque los chicos aún logran ponerme nerviosa; nunca aprendí a tratar con ellos.

Gracias papá por ponerme en una escuela de chicas.

Uno de ellos me mira con curiosidad y cometo el error de mirarlo de vuelta. Los más impresionante ojos azul cielo que he visto en mi vida atrapan mi mirada y es casi como si me hipnotizaran. ¿Han escuchado esa frase "amor a primer vista" y pensado que es la estupidez más grande en la tierra? Por un pequeño segundo, yo lo sentí.

El chico de ojos azules le susurra algo a su amigo y este se marcha sin decir una palabra. No aparto mi vista pensando que él se marcharía luego de servirse un trago, pero en cambio, dirige su atención hacia mí.

-Hola, extraña. No te conozco. ¿Nueva en la ciudad?

Me cuesta un poco encontrar mis palabras. Su voz es cruda y ronca, casi como si apenas hubiera rodado fuera de la cama. Es tan profunda que cala hasta el fondo de mi pecho, y tengo que evitar soltar un suspiro.

-Hola -respondo con menos voz de la que en realidad tengo-. Me mudé con mi mamá hace unos cuantos días.

-Interesante -dice como si estuviera evaluando la situación, pero entonces esboza una sonrisa y me extiende su mano-. Soy Damon Hunter. Mucho gusto.

Miro su mano y dudo un momento. Su mano es grande y tiene elegantes y largos dedos de pianista. Me parece un poco agobiante, pero me las arreglo para estrechársela.

-Blakely. Puedes decirme Blake.

-Qué lindo nombre tienes, Blakely.

Le sonrío tímidamente, pero no sé por qué lo hago. Quizá estoy demasiado nerviosa.

-Gracias, Damon.

-Cuéntame un poco de ti, Blake, ¿de dónde vienes?

-Solía vivir en Quebec.

-¿Quebec? -pregunta, casi con confusión-. ¿Por qué alguien de Quebec vendría a vivir a este lugar abandonado por la decencia y los buenos modales?

-Digamos que no fue una situación convencional.

-Comprendo -parece pensativo un momento.

-¿Tú eres de aquí?

-Como la mayoría -se encoje de hombros-. ¿Puedo invitarte a una cerveza, Blake? Bueno, será solo jugo para mí. Vine en mi auto.

Nunca he tomado cerveza. Quizá he probado un poco de vino en una que otra cena familiar, pero jamás algo real. Miro a Damon y no puedo pensar en parecer una aburrida niña de ciudad para él que no es capaz de salir de su zona de confort, así que acepto y me digo que no puede ser tan terrible.

Damon asiente y pide una cerveza y un jugo al chico que está junto a lo que parece un mini refrigerador. Él se los tira y se saludan con un gesto extraño. Damon me entrega la cerveza y ya se está tomando su bebestible mientras yo batallo para abrir mi lata. Cuando finalmente lo logro, no puedo evitar mi cara de asco cuando la pruebo. Espero que Damon no me haya visto, pero él se está riendo.

-Lo siento, es la única cerveza que tenía el único mercado que nos vendía alcohol sin pedir identificaciones.

-No, no. No está mal, es solo que... no suelo tomar cerveza -admito un poco avergonzada.

-No pasa nada. De todas formas, tienes que estar un poco ebria previamente para pasar esta cosa por la garganta sin querer vomitar.

Sonrío ante su amabilidad. Este chico no es solo el chico más guapo que he visto en mi vida; musculoso, alto, sexy, y con los más hermosos ojos que he visto, sino que también es encantador, ¡y me está hablando! De pronto, ya no odio tanto las circunstancias que me trajeron a esta horrible ciudad.

-Imagino que irás a la secundaria pública, ¿no?

-Imaginas bien -le doy un sorbo a mi cerveza y me las arreglo para no poner más caras.

-¿Algo más que deba saber de ti, Blake?

Me sorprendía un poco que estuviera interesado en mí, considerando que se veía como el tipo de chico que podría ganarse a cualquier chica en una fiesta.

-Uhm... patino. Hago patinaje artístico en hielo desde los cuatro años, así que me he enlistado en el equipo de la ciudad.

-¿Hablas en serio? Nos estaremos viendo en la pista entonces a menudo.

-¿También patinas? -pregunto, sorprendida.

-Por supuesto, pero no hago patinaje artístico -se ríe-. Soy parte del equipo de hockey de la escuela. Entrenamos también en las pistas de hielo de la calle Kennedy.

-¿Hockey? Eso es genial. He escuchado que los Lobos Blancos son uno de los mejores equipos del Estado. ¿Es cierto?

-Si te lo digo sonará como que solo estoy presumiendo -me muestra una sonrisa toda dientes blancos y siento que mis piernas tiemblan un poco-. Pero sí, lo somos. Podrás ver los partidos cuando empiece la temporada.

-No me los perdería.

            
            

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