Corazones de hielo
img img Corazones de hielo img Capítulo 3 III
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Capítulo 6 Estudiante nuevo img
Capítulo 7 Misterios de la vida img
Capítulo 8 Flor de origami img
Capítulo 9 Rogando por un beso img
Capítulo 10 La última sonrisa sincera img
Capítulo 11 Una buena acción inesperada img
Capítulo 12 El traje misterioso img
Capítulo 13 Encuentro furtivo img
Capítulo 14 Todo normal img
Capítulo 15 Verdades que duelen y rumores que matan img
Capítulo 16 Un día para olvidar img
Capítulo 17 Pacto img
Capítulo 18 Buscando problemas img
Capítulo 19 Encuentro clandestino img
Capítulo 20 Mía img
Capítulo 21 Venganza img
Capítulo 22 Un mentira peligrosa img
Capítulo 23 Repercusiones indebidas img
Capítulo 24 Siempre ella img
Capítulo 25 Atravesando su armadura img
Capítulo 26 Secretos bien guardados img
Capítulo 27 Más preguntas y menos respuestas img
Capítulo 28 Una verdad cruda img
Capítulo 29 Prejuicios justificados img
Capítulo 30 Las palabras duelen img
Capítulo 31 ¿Adiós img
Capítulo 32 De lejos img
Capítulo 33 Amiga img
Capítulo 34 Consciencia img
Capítulo 35 Día de lluvia y carnaval img
Capítulo 36 La primera vez - Parte I img
Capítulo 37 La primera vez - Parte 2 img
Capítulo 38 La primera vez - Parte 3 img
Capítulo 39 La primera vez - Parte 4 img
Capítulo 40 La primera vez - Parte 5 img
Capítulo 41 Epifanía - Parte 1 img
Capítulo 42 Epifanía - Parte 2 img
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Capítulo 3 III

Presente

Cuando termino de vestirme me siento un rato en la banca a pensar. Sin poder contenerme, saco de mi mochila la flor de origami que me ha acompañado por más de un año. A esta altura, no sé por qué la conservo ni por qué me transmite tanta paz y tranquilidad cuando la persona que me la dio hace mi vida imposible y hace que los demás lo hagan también. Si Damon supiera que aún la conservo y aún la admiro en silencio en mis momentos de soledad me aplastaría como la cucaracha que siempre soy en su zapato.

Suspiro y la vuelvo a guardar, recordando con un poco de tristeza los momentos previos al inicio del año escolar anterior, anticipando el último que comenzaría el lunes. No quería volver a la escuela, un lugar que para mí era el centro de todos los males de mi existencia. Usualmente podía evitar a todos durante las vacaciones; el equipo de hockey no entrenaba y solo tenía que soportar a Evangeline y a sus secuaces. El resto de las chicas solo me hacían la ley del hielo.

Lamentablemente y para mi mala suerte, la escuela era un cuento completamente opuesto. Durante ocho horas diarias era el periodo de tiempo en el que cualquiera podría tener tiempo para ser un idiota. Generalmente no me importaba mucho lo que me decían, pero eso tampoco significaba que quisiera escucharlo.

Las cosas se ponían más difíciles cuando Damon estaba involucrado. Era gracias a él que todo el mundo me odiaba, porque al ser capitán del aclamado equipo de hockey de la ciudad tenía a toda la escuela comiendo de sus manos. Si Damon me odiaba, todos me odiaban, y considerando que él parecía tener una clase de repulsión especial hacia mí, todos estaban más que contentos con hacerme pagar por lo que sea que le hubiera hecho a su aclamado capitán.

Damon me ignoraba la mayor parte del tiempo, a pesar de que su gélida mirada de odio absoluto siempre estaba posada en mí cada vez que hacíamos contacto visual. El gran problema aparecía las pocas veces que decidía meterse conmigo personal y directamente. Sus palabras eran brutales y desestabilizantes.

Y yo tenía que ser masoquista, porque mi corazón jamás reflejaba lo que mi cabeza decía.

Mi cabeza decía corre, mi cabeza decía tenle miedo. Damon Hunter había arruinado una vida ya arruinada y la había hecho de alguna forma aun peor y cada vez que estaba cerca de él sentía que me iba a desmayar de la angustia. Su presencia me provocaba querer correr al otro lado del país y no volver, y todas sus acciones durante el último año habían cavado mi tumba social y me habían dejado en el abismo del cual intentaba cada día salir sin éxito.

Pero mi corazón. Oh mi estúpido, desesperado y asqueroso corazón que quisiera arrancar de mi pecho.

A mi corazón no le importaba el tipo de atención que le diera Damon Hunter. Negativa o positiva, era atención al fin y al cabo, y latía por cada una de sus miradas y palabras. Mi corazón se había quedado estancado en el primer día en que nos conocimos y en aquellas pocas horas previas al inicio escolar que había esperado para reencontrarme con él en las que me había ilusionado a tal punto que era insano.

Esas expectativas se vieron rápidamente no solo aplastadas, sino que lapidadas contra el duro y frío suelo. Damon no era quien yo había creído, y como si no pudiera ser peor, me odiaba.

Damon me odiaba, y no tenía idea por qué.

            
            

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