- ¿Mamá? -Yeray olió la mano de Aiden, quien se mantuvo en silencio-, ¿Por qué no hablas conmigo?
- Eres igual que Frederick -dejó de acariciar su cabello-. Me ocultan cosas que al final terminan diciéndome.
- ¿Qué? -el menor se sentó en la cama-. No te estamos ocultando nada, mamá. Además, sabes que papá nunca te dice mentiras.
- Claro que me las ha dicho al igual que tú -Yeray hizo un gesto de confusión-. Como por ejemplo, decirme que no ibas a ir nunca a la escuela y ahora llevas unas semanas yendo, ¿Qué tienes que decir en las defensas de ambos?
- Nada, es sólo que me aburro mucho aquí en la casa sin hacer nada, mamá -tomó la mano de Aiden- No te estamos ocultando algo de vida o muerte, mejor dicho, no estamos diciéndote las mentiras a medias.
- Si, lo están haciendo -alejó la mano de su hijo-. Y voy a saberlo antes de que se den cuenta.
- ¿Cómo estás tan seguro de que te estamos ocultando algo? -ladeó la cabeza-. Papá te ama, y sabes que nunca te será infiel con alguien.
- No hablo de eso -caminó hacia la puerta-. Sé que Frederick me oculta algo cuando llega y se va a correr al bosque para que los olores de su cuerpo no lo delaten, créeme cuando te digo que los conozco más que cualquier cosa en esta vida.
Jace estaba en su habitación, se había dado una ducha y ahora miraba sus redes sociales. Se quedó pensativo durante unos segundos, preguntándose si Yeray poseía alguna red social, pero descartó esa idea dejando salir una carcajada.
Miró su horario de clases y luego el de su hermano, había conseguido lo que deseaba. Michael para ese momento debía de estar regañando tanto a su hermano como a Zac por ser tan metiches. Estaba a varios pasos delante de ellos, ahora debía de hacer su parte de la apuesta para tener al menor en sus garras. Jace siempre conseguía lo que deseaba, no había acepción alguna a sus gustos, sus padres los consentía, pero todo fue bajando cuando se mudaron a esa parte del mundo.
- Lo has conseguido, Jace -Ezra entró enojado a la habitación de su hermano-. Mamá ya sabe lo que intenté hacer y ahora está enojado conmigo por tu culpa.
- Te dije que no te metieras en mis asuntos porque terminarías mal -se sentó-. Yeray es mío, si tu novio y tú no lo entienden son sus problemas.
- ¿Novio? ¿Desde cuándo tengo novio?
- No te hagas el estúpido, todos sabemos cómo te mira Zac y tú te haces el estúpido para ignorarlo -se colocó frente a él-. No te metas en mi vida y todos estaremos felices y contentos.
- Deja a ese niño en paz, Jace -dijo serio-. No te ha hecho nada como para que estés jodiéndole la vida simplemente porque te molesta que sea ciego.
- Eres tan predecible, hermano -se pasó la lengua por los labios-, pero para que estés más tranquilo, lo dejaré en paz, no lo molestaré y tampoco lo golpearé, sólo si no se mete en mi camino.
- ¿Qué harás?
- No te importa, ahora sal de mi habitación o le diré a mamá -apuntó la puerta.
- Siempre eres una perra chismosa que se oculta detrás de mamá -le dio un empujón que lo mandó directo al suelo-. Será un placer verte caer por alguien como él, pero para que veas que soy un buen hermano, no me voy a meter en tu vida con ese omega. Seré su amigo como hasta ahora, y tú verás en primera fila como alguien ciego, inútil, como lo llamas, hará que caigas.
- Tienes dos segundos para salir de mi habitación y no lo voy a repetir más. Ezra salió de la habitación de su hermano con una sonrisa divertida en su rostro.
Al día siguiente, Jace estaba de brazos cruzados en la entrada de la puerta, se mantenía recostado para evitar que alguien lo viera o mejor dicho, que Frederick lo viera. Su hermano se acercó al omega en cuanto tuvo oportunidad de hacerlo.
- ¿Cuánto tiempo crees que te tome cumplir la apuesta? -Colton se colocó a su lado-. El tiempo corre.
- Dame hasta final del año escolar, las cosas irán lentas -suspiró-. Mi hermano parece lapa detrás de ese niño.
- Escuché que son primos de sangre -Theo se puso a su lado-. ¿Todavía quieres hacer eso?
- Ya dije que lo haría y no hay marcha atrás -dijo sin dejar de mirar a Yeray-. No me importa que seamos familia, sólo es sexo y nada más, no hay de qué preocuparse -se encogió de hombros y ajustó su mochila-, pero necesito que esto se quede entre nosotros.
- Lo sabemos, Jace -Colton imitó su acción-. Si alguien se entera puede llegar a los oídos del ciego y arruinar el plan.
- Lo sé -caminaron hacia el salón de clases-. Nos vemos en el receso, recuerda todo lo que hablamos.
Jace le dio un asentimiento, se mantuvo en su casillero buscando nada. Tomó a Yeray del brazo, viendo como todos los libros que su hermano le había ayudado a buscar se cayeron al suelo por el susto.
- Suéltame, por favor -trató de agacharse para tomar sus cosas, pero su brazo fue apretado con más fuerza - Me estás lastimando.
- Tú -señaló a uno de sus compañeros de clases que iban pasando-. Recoge eso, ahora.
- Suéltame...
- ¿Puedes callarte? Tu voz me irrita -tomó los libros de Yeray y los dejó sobre uno de los escritorios que estaban más alejados de todos-. Siéntate, no me hagas repetirlo.
- No tienes porque tratarme de esa forma -hizo lo pedido por el alfa- ¿Por qué haces esto?
- No hay un porqué -se sentó en el pupitre que estaba a unos metros de él-. Quiero hacer las cosas bien y más aun que sé que mi hermano quiere protegerte.
- Si vienes a decirme que me aleje de tu hermano lo haré -se encogió de en su lugar-. No quiero tener problemas...
- En ningún momento te he dicho que deseo que te alejes de él -pegó su pupitre al de Yeray-. Quiero hacer las paces contigo.
- No sé si eso estaría bien -murmuró-. Ni siquiera sé a dónde pretendes llegar con todo esto.
- A que seamos algo más -posó su mano en una de las piernas del menor-. Sé muy bien el efecto que tengo en las personas y tú no eres la excepción.
- Aléjate de mí -quitó la mano de Jace de su pierna-. No me gusta a donde quieres llegar con esto.
- No quiero llegar a ningún lado, omega -besó su mejilla de forma lenta-. Eres muy hermoso y fácil de doblegar, veremos cuanto duras sin caer en mis manos.
Yeray torció los labios, estaba claro de que ese niño sería un dolor en el culo después de todo. Una loca idea pasó por su cabeza, el profesor no había llegado aún, por lo que buscó la forma de salir de ahí. Tomó al menor del brazo, y lo sacó de ahí, dejando las cosas de éste en el aula. El timbre sonó, y tuvo que caminar más rápido hacia el baño más cercano.
- ¿Qué me vas a hacer? ¿Por qué me traes aquí? -arrugó la nariz al sentir el olor de los vestidores-. ¿Me vas a golpear?
- No digas estupideces -se aseguró de que no hubiese nadie-. No te traje para hacerte daño a menos que eso quieras.
- ¿Entonces por qué me has traído a este lugar? -mordió su labio- ¿Estos son los vestidores?
- Si -caminó pasillo por pasillo buscando el lugar más alejado de todo-. ¿Alguna vez has besado a alguien?
- No... Dios... ¿Me vas a violar? -trató de quitar la mano de Jace de su brazo-. ¡Suéltame!
- Deja de gritar, ni que fuera tan estúpido para hacer algo como eso -lo estampó contra los casilleros-. Acabas de comprobar que nadie te ha tocado, de ninguna forma sexual, omega.
- ¿Eso tiene que ver?
- Muchas cosas -delineó desde su cadera hasta su pecho de manera lenta-. Te daré tu primer beso aquí.
- No quiero -se encogió-. Por favor, no me hagas esto.
- Recuerdas cuando te dije que seríamos algo más que amigos -el omega asintió, cohibido-. Pues de eso se trataba, dulce omega.
Jace pegó sus labios a los del omega, y apegándose más a él. Sonrió al sentir lo tenso que se encontraba el menor, el niño estaba tieso sin poder moverse entre su cuerpo y el de él.
- Será mejor que comiences a cooperar, mueve tus labios o los morderé tan fuertemente que no podrás comer por lo hinchados que estarán -volvió a pegar sus labios a los del menor.
Yeray trató de alejarlo, e incluso buscó la manera de darle en sus partes nobles. Pero, el alfa fue mucho más astuto y colocó una de sus rodillas entre las piernas del menor y lo obligó a quedarse quieto y a cooperar. Sacó la camisa de entre sus pantalones y metió una de sus manos por debajo de la ropa del omega, agarrando con su otra mano las muñecas del omega.
- Por favor -el omega ladeó el rostro para alejarlo-. Detente, no me hagas daño.
- No te estoy haciendo daño, omega -mordió la nariz de éste de forma leve-. No hay razón para que te estés quejando.
Dio pasos hacia atrás, sin soltar las muñecas del menor e hizo que éste quedase sentado sobre una banqueta, tomó el rostro del menor entre sus manos y volvió a besarlo, sin sentir ni oír ningún movimiento de su parte.
- ¿Ves? No fue difícil -lo ayudó a ponerse de pie-. Volvamos a clases...
- No creo que nos dejen pasar...
- ¿Quieres que te dé más besos? -bromeó, y Yeray se sonrojó-. Camina, y trata de arreglarte el uniforme si no quieres que nadie piensen que acabas de tener sexo conmigo.
- Pero si no hicimos nada -se arregló el uniforme como pudo y también su cabello-. No me dejes aquí -dijo cuando no sintió la presencia de Jace a su alrededor.
- Estoy aquí -lo ayudó a acomodarse el cabello y el cuello de la camisa-. Ya está todo bien arreglado, como tu madre te arregló en la mañana.
- Mi mamá no hace eso -rodeó el brazo de Jace-. ¿A dónde vamos a ir?
- A las canchas, estoy seguro de que no habrá nadie cerca para lo que quiero hacerte -se pasó la lengua por los labios-. Cómo estás tan cooperativo conmigo, espero que no lo seas...
- ¿Jace? ¿Yeray? -Zac salió del aula donde estaba con su hermano-. ¿A dónde van?
- Me cago en no sé donde -gruñó bajito, y se giró hacia el amigo de su hermano-. ¿Qué quieres?
- ¿Qué pretendes hacer? -preguntó de regreso-. ¿Estás obligando a Yeray a hacer lo que deseas?
- No seas estúpido, ya está más que claro de que se está pegando lo de tu novio -enarcó una ceja-, pero ya que estás aquí, te quiero presentar a mi nuevo novio. Yeray, él Zac, el novio de mi hermano, aunque digan que no son nada -el otro alfa caminó hacia ellos, sin poder creer lo que estaba escuchando-. Zac, te presento a Yeray, mi novio oficial.
- Eso es mentira, tu eres el primero que dice que los omegas son la cosa más asquerosa que has visto en tu vida -tomó el brazo de Yeray y lo alejó de él-. Aléjate de él, búscate a otro juguete o algún omega de los cuales desechas cuando te aburres.
- Pero yo quiero a este omega -tomó el brazo de Yeray y lo atrajo a su cuerpo-. Por si no te habías dado cuenta, no tiene una sola marca de golpes en su cuerpo y lo estoy tratando bien en nuestro primer día de novios.
- Y yo te dije que no me importa -volvió a quitarlo de sus garras y colocarlo detrás de él-. Descubriré que estás tramando con todo éste jueguito estúpido de novios.
- Creo que es mejor que vaya a clases -Yeray interrumpió a Zac-. ¿Puedes llevarme?
- Yo lo llevaré, al fin y al cabo estamos en el mismo lugar.
Yeray no tuvo tiempo a quejarse o de decir algo en su defensa para quedarse con el otro alfa, estaba en una especie de shock por lo que Jace había dicho. ¿Desde cuándo eran novios? Ni siquiera había salido del trance después de los besos que se dieron en los vestidores, no entendía cómo era que Jace estaba con él después de que juró delante de toda la escuela que los omegas no eran más que una buena follada y nada más.
- ¿Somos novios? -preguntó de golpe-. ¿En verdad somos eso?
- Si, espero que puedas hacerme cambiar de opinión sobre ustedes, por lo que creo que es buena idea que seamos novios -se detuvo frente al salón de clases-. Nadie va a molestarte y si lo hacen yo estaré para matarlos por ti.
- No creo que sea buena idea, no quiero ser tu novio y mucho menos que se repita lo de hace un rato -quitó la mano de su cuerpo-. No deseo ser tu novio, no me inspiras confianza alguna.
- Pero...
- Pero nada, no deseo ser tu novio -buscó como pudo el pomo de la puerta-. Lo siento, pero no puedo confiar en alguien que hace unas semanas decía que nosotros los omegas somos unas escorias que no debimos nacer.
Yeray entró al salón de clases, tanteando las paredes y dejando a Jace con la palabra en la boca.