Ciegamente Mío
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Capítulo 4 4

- Me mandó a la friendzone -le dijo Jace a sus amigos, de forma dramática-. ¿Quién se cree ese ciego de mierda?

- Debió de ser algo digno de ver -se burló Theo-. Por lo visto ese niño tiene agallas y muchas, pero al parecer tus encantos no tuvieron efectos en él.

- Créeme que si no es por las buenas, será por las malas -entró a la cafetería-. Ese niño no sabrá quién lo golpeó -se detuvo frente a un letrero-. ¿Quiénes andan con un lapicero?

- ¿Qué pretendes hacer? -Colton le pasó un lapicero.

Había visitado Kenia, específicamente en Nairobi, pero eran en parejas. Vio su oportunidad de vengarse de Yeray, por lo que escribió el nombre de hombres. Si se ganaban el puesto de entre las diez parejas, el omega no podría negarse por más que deseara hacerlo, eso haría que sus notas bajaran un treinta por ciento. Pero, si iba, subirán.

- Listo -se pasó la lengua por los labios-. Veremos cuánto dura después...

- Ahí viene -Ezra estaba rodeando a Yeray con uno de sus brazos-. Tu hermano luce muy apegado a él-. ¿Crees que invite a Yeray a la fiesta de invierno?

- Ya lo hizo, lo escuché esta mañana hablar con él y dijo que iría sólo si lo llevaba -los siguió con la mirada-. Hagan correr la voz de que ese niño perdió su virginidad en los vestidores del equipo de lacrosse.

- Pan comido.

Colton se alejó de ellos al igual que Theo y en menos de lo que canta un gallo el rumor de que Yeray había perdido su virginidad en los vestidores.

Dos horas más tarde, Michael estaba en la dirección, mirando al omega que había causado tanto revuelo y que por su culpa su hijo estaba casi expulsado del lugar. Eliot le dijo que estaba en camino y que no hiciera nada de lo que después pudiese arrepentirse, sólo sabía que ese niño podía ser familiar de ellos, por el simple hecho de que tenía el mismo apellido, pero Eliot le dijo que sólo era una coincidencia.

- ¿Cuántos años tienes, niño? -preguntó Michael, y Yeray negó con la cabeza-. Ni que te fuera a matar.

- No dije eso, señor -murmuró en voz baja-. Tengo diecisiete.

- ¿Cuál es tu nombre? -Yeray negó-. Jodido mocoso.

- Mamá -llamó Jace-. Déjalo, es un ciego de mierda.

- No hagas eso -Michael golpeó su brazo-. Si no hubieses iniciado ese estúpido rumor ahora mismo estaría en el hospital revisando que todo estuviese bien.

- O molestando a papá -Michael lo miró indignado-. No te pongas así, sabemos que es verdad.

- Lo llamé temprano y me dijo que me traería comida...

- ¿Yeray? ¿Estás bien? -Aiden caminó lo más rápido que pudo hasta llegar hasta donde estaba su hijo.

- ¿Mamá? -el omega menor levantó sus manos buscando el tacto de Aiden-. No sé qué pasó.

- ¿Te hicieron daño? -tomó el rostro de su hijo entre sus manos.

- Estoy bien -dejó que Aiden lo abrazara-. ¿Y papá?

- Viene en camino -besó su frente-. Estaba tan asustado cuando me llamaron a la casa, creí que te habían hecho algo.

- ¿Aiden? -el mencionado giró el rostro hacia donde estaban los alfas y casi se cae contra el suelo sino hubiese sido por el asiento que está a detrás de él-. ¿Pero qué mierda es esta?

- ¿Qué demonios haces aquí, Michael? -Yeray abrazó a su madre-. Responde.

- Bájale dos rayas a tus reclamos -Michael se puso de pie-. El que debe de hacerte esa pregunta soy yo.

- Aléjate de mí, estúpido alfa -también se puso de pie- ¿Te crees que por ser un alfa te tengo que tener miedo?

- Oh, sí, claro que debes -llevó sus manos a sus caderas-. Eres inferior a mí en todos los sentidos...

- ¿Crees que por que te acuestas con otro alfa debo de tenerte respeto? -rió sin gracia-. A la única persona que debo de tenerle respeto es a mi alfa, el cual es el único que ha podido borrar cada cosa por la cual tu maldito esposo... -señaló la alianza de Michael-. Me hizo pasar, pero por lo visto todavía tienes esa marca en tu brazo.

- Eres un...

- Mira, Michael, nuestros hijos no deben de saber nada de lo que pasamos en esa cárcel, así que mantén a tu perro rabioso lejos de mi hijo o me olvidaré de que eres un alfa y te golpearé.

- ¿Quién te crees que eres, estúpido omega? -agarró el cuello de Aiden, quien no borró su sonrisa.

- Es el esposo de mi hermano Frederick -Eliot tomó a Michael del brazo-. ¿Te acuerdas de mi hermano?

- ¿El mismo al cual le pateé las bolas hace diecisiete años? -Eliot asintió-. Maldito omega con suerte. Pero eso no impedirá que te mate...

- No, no lo vas a hacer -Frederick se colocó frente a ellos-. Aquí no hay nadie quien pueda salvarte de lo que te haré si vuelves a colocar tus asquerosas manos sobre mi esposo o de mi hijo -ayudó a Yeray a ponerse de pie-. Ya el director nos dijo que estarán suspendidos por una semana...

- Pero, papá...

- Nada, Yeray -le dio una última mirada a Eliot y a Jace-. Te advertí que no quería que algo malo le pasara a mi hijo y es lo primero que hace este mocoso.

- ¿Sabías que ellos estaban aquí? -dijeron Michael y Aiden al mismo tiempo.

- Lo sé desde hace semanas, desde que Yeray ingresó a este lugar -rodeó los hombros de su hijo-. Eres mi hermano y se supone que no debo de querer matar a tu alfa hormonal, pero te advierto que no tengo mi paciencia siempre como para estar aguantándolo.

- Al menos debió de hacer algo bien -se defendió Jace-. Mire que procrear a un hijo ciego...

- Pregúntale a tus padres, mocoso -lo detuvo Aiden-. Ellos te dirán la historia.

- Me quiero ir, por favor -pidió Yeray-. Vámonos, papá.

- No volveré a repetirlo, Eliot y Michael -suspiró-. Aléjense de mi familia y nadie saldrá herido. Eres mi hermano, pero mi familia es primero que todo en este mundo, y si la tuya no puede respetar eso será mejor que se larguen de Montenegro lo antes posible -salió del recinto, sin desear escuchar algo más de ellos.

- ¿Quién demonios se cree?

- El que puede matarte si alguno de tus hijos vuelve a tocarle un solo cabello a Yeray.

- Mi hermano controla Montenegro -vio a la familia de su hermano-. Contrólate, Jace. No tienes cinco años -se alejó de ellos, y caminó hacia la salida.

- No le hables así -Michael lo siguió-. No sabes...

- Sé absolutamente todo, Michael -dijo tomándolo del brazo-. ¿Es que no estás viendo la clase de hijo que has estado criado?

- No sé...

- ¡Lo sabes todo! -gritó, enojado-. ¡Por meterle cosas estúpidas a Jace en la cabeza, trata a los omegas como si fueran porquería sin importar que fueran parte de su familia!

- Yo creo que mejor me voy -Eliot le dio una mirada a su hijo, que le hizo quedarse en su lugar - No me golpees.

- No lo hago porque estamos en esta escuela -siguió caminando hacia la salida-. Por más que le decía a mis hijos sobre los omegas, tú le metías esas mierdas y el único que prestaba atención era Ezra. Pero tú, siempre llevándome la contraria.

- ¡No puedes hablarme así! -Michael golpeó su espalda-. Maldito viejo asaltacunas-. Jace se fue alejando poco a poco, hasta llegar al carro de su padre-. Eres su padre, tampoco...

- Día y noche les decía a mis hijos -dijo lentamente-. Pensé que habías dejado de ser el Michael que conocí en la cárcel, pero me equivoqué. Sigues siendo el mismo niño puberto inmaduro que sólo vive para hacerle la vida imposible a los demás y meterse en problemas.

- ¿Por qué me dices eso? Eres muy cruel... soy tu pareja...

- Sé lo que eres -Eliot desvió la mirada hacia el cielo-. Jace no controla sus impulsos, hace todo sin pesar.

- Jace no es así...

- Deja de estar justificando a tu hijo -dijo severo.

- También es tu hijo...

- No, no lo es. Mientras esté con esa actitud, dudo mucho que logre llegar a tener mi afecto y lo sabes -abrió la puerta del piloto-. Será mejor que comiences diciéndole las consecuencias que lleva ser de esa forma-. Michael lo miró confundido-. ¿No sabes? -negó-. Dile lo que te llevó a la cárcel.

- Eliot...

- Sube, los llevaré a la casa -entró al carro-. No tengo todo el día.

- ¿A dónde vas? -Michael entró al carro, y miró a Eliot de forma cautelosa.

- A pensar en las cosas estúpidas que hace esta familia.

*****

- Omega -lo llamó Frederick-. Detente -ayudó a Yeray a salir del carro, junto con sus pertenencias-. Dile a tu madre que me espere.

- No en hablen ninguno de los dos -gruñó-. Me ocultaron que ellos estaban aquí.

- Somos tu familia -entraron a la casa.

- Mi única son los gemelos y Mathew -miró a sus hijos dormir en la sala-. No entiendo porque no me dijeron sobre eso.

- Mamá...

- ¿Por qué no dijiste que esos niños te molestaban?

- No sé, creí que podía manejarlo -confesó-. No estarán para mi toda la vida al igual que los gemelos.

- Lo sé, cariño, pero debías de decirnos lo que estaba pasando, ahora estás suspendidos por una semana.

- Lo siento, pero debo de hacer las cosas por mi mismo -bajó la voz-. Papá trabaja y tú estás en cinta, y debes cuidar a los gemelos... La tía Mary, Manu o Mikel no están aquí...

- Ven, te daré un abrazo -rodeó sus hombros-. No estoy enojado contigo, es sólo que sigues siendo mi hijo y debo de protegerte de todo -besó su mejilla-. Si tengo que volver a ensuciarme las manos de sangre por ti, lo haré.

Frederick frunció el ceño. Yeray le contó todo a su hermano Mathew, quien escuchó todo atentamente, hasta que Yeray le dijo que ya estaba solucionado; sus padres no mencionaron nada durante la semana que fue suspendido, tampoco les preguntó sobre qué fue de sus vidas antes de que entraran a la cárcel.

Cuando regresó a la escuela, creyó que todas las personas le tirarían objetos la cara. Zac era el único de ese lugar el cual no tendría problema alguno en acercarse a él, porque por lo visto Frederick no tenía la menor idea de que era cercano a Jace y Ezra.

- Te gusta Ezra -fue lo primero que salió de su boca cuando los murmullos de los estudiantes no se escuchaban a mayor cantidad.

- ¿Qué? -preguntó nervioso-. ¿De qué me estás hablando?

- Mi mamá me enseñó a cómo detectar a una persona cuando está enamorada -confesó-. Me di cuenta cuando estábamos en la cafetería, hablabas conmigo de una forma distinta a la de él.

- Estás alucinando - pellizcó su brazo-. Te dejaré en tu salón de clases. Tengo que buscar unas cosas en la dirección, Ezra no vino a la escuela.

- ¿Por qué?

- Le llegó el celo -abrió la puerta del salón de clases en donde estaba el omega-. Nos vemos y trata de darle un golpe en las bolas a Jace si te molesta otra vez.

- Creo que esta vez será él quien me dará ese golpe.

Yeray sacó su libro y un cuaderno, suspirando pesadamente cuando sintió el olor de Jace a su lado. Arrugó la nariz, tratando de no matarlo como su madre le había dicho si lo molestaba.

- Hola, novio -pasó uno de sus brazos por los hombros del omega-. ¿Cómo amaneció tu trasero después de nuestro encuentro en los vestidores?

- Lo que dijiste es una mentira y lo sabes -quitó su brazo-. No sé qué es lo que pretendes hacerme.

- Olvida eso, novio -besó su mejilla-. ¿A que no adivinas lo que ganamos?

- No me interesa...

- Hemos ganado un viaje a Kenia...

- No iré contigo a ningún lado -frunció el ceño-. Puedes ir con alguno de tus amigos.

- No, no puedes negarte -colocó su cabeza en el hombro del omega-. Nos inscribí la semana pasada y nos iremos en una semana más, así que será mejor que comiences a empacar porque serán unos quince días muy buenos en Kenia.

- Debes de estar bromeando, ya te dije que no iré...

- No puedes decirme que no, si dices que no tus notas bajaran -suspiró-. Te repruebas el año o irás conmigo.

- ¿Qué? ¿Por qué me haces esto? -masculló-. No te hice nada y tampoco me interesa tener algo que ver contigo, ¿Es que no entiendes que somos primos? ¿Te gusta hacer incesto?

- Sólo contigo, bebé -las mejillas de Yeray se pusieron rojas-. En nuestra familia en incesto es permitido siempre y cuando sea afirmativo en las dos partes, y tú y yo sabemos lo mucho que deseas esto.

- Eres asqueroso -le dio un empujón-. Sabes que nuestras madres se odian y sigues molestándome, no voy a tener sexo contigo y tampoco seré tu novio.

- Eso está por verse, no eres el primer omega que me niega algo, bebé -puso su atención al profesor que terminaba de entrar-. Y sobre nuestras madres, me fascina el drama que estas dos hacen y el que harán cuando les diga que tú y yo somos novios.

- Deja de decir eso -se aclaró la garganta-. No vamos a...

- Si fuese Zac la persona que te pidiera esto...

- Le diría que si, al fin y al cabo no somos familia ni lejana ni cercana como para que haya algo que nos impida estar juntos -lo interrumpió, encogiéndose de hombros-. Lo siento, pero digo la verdad.

- También digo la verdad cuando digo que vas a hacer mío -acercó sus labios al oído del menor-. Recuerda que esta noche es la fiesta de invierno y será mejor que estés preparado.

Sin más que decir, dio por terminada la conversación.

            
            

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