- Si, se durmió hace un rato -se sentó a su lado-. Le di una camiseta de Zac que robé de los vestidores de la escuela -Michael lo miró confundido-. Zac fue el primer celo de Ezra, mamá. Su cuerpo no pudo seguir resistiéndolo y terminó por aceptarlo antes de cumplir los dieciocho.
- Pero...
- Sabemos que han crecido juntos, han estado en todo juntos. No veo nada de malo en que ambos sean pareja, aunque con lo estúpido que es tu hijo, dudo mucho que sepa que es el amorío de alguien que no sea su espejo -bromeó-. ¿Por qué estabas llorando? ¿Dónde está papá?
- No era nada -acarició su mejilla-. No sé dónde puedo estar a esta hora.
- ¿No quieres que me quede?
- No, ve y diviértete, estaré bien -besó su frente-. Sólo no cometas los mismos errores que cometí cuando tenía tu edad.
- ¿Qué errores?
- Errores que me llevaron a conocer a tu papá -suspiró-. Vete, verifica si tu hermano está, tengo que hacer la cena.
- De acuerdo, nos vemos mañana.
Le dio un último beso a su madre, y luego salió de la habitación. Olió el aire, y sonrió para sí mismo, su hermano debía de estar durmiendo. Abrió la puerta, y miró todo a su alrededor antes de tomar el teléfono de éste y entrárselo en el bolsillo.
Por otro lado, estaba Yeray en el auto de Zac mientras iban hacia la famosa fiesta de invierno que se iba a realizar en la casa de uno de los amigos de Jace, todos en la escuela estaban invitados, pero obviamente sólo algunos entrarían. Fue una completa odisea para que sus padres lo dejaran salir, Aiden estaba más que dispuesto en dejarlo salir, pero pudo convencerlo antes de que su padre llegara y viera a Zac.
El alfa aparcó en unas casas antes, ya que toda la calle estaba llena de autos por montones. Le abrió la puerta al omega e hizo que éste rodeara su brazo.
- Si te pierdes, estoy en el tres de mercado rápido -le pasó el teléfono, bueno era una antigüedad, ya que éste tenía teclas-. No aceptes bebidas de nadie más que mías o de alguien que yo conozca lo suficiente como para saber que no intentan drogarte.
- Entiendo -asintió varias veces-. Sabes la razón por la cual siempre hacen este tipo de fiestas.
- Son cosas de la escuela, cuidado hay un pequeño hoyo, salta -Yeray hizo lo pedido por éste-. Aquí está el viejo confiable -le pasó el bastón-. Siempre trata de darle en las bolas.
- No creo que nadie se me acerque estando contigo, además, fuiste tú quien decidió traerme -mordió su labio-. Estoy considerando el irme a mi casa y olvidar esta estúpida fiesta que solo me traerá problemas.
- Nada de eso, Yeray -Zac suspiró, esquivando a algunas personas-. Ni siquiera sé porque vine tampoco. ¿Quieres ir a algún otro lugar?
- ¡Hola! -Yeray apretó con más fuerza de la necesaria el brazo de Zac-. Al fin llegaron.
- Ya nos íbamos -Zac se dio la vuelta, pero Jace se colocó frente a él.
- No se vayan, tengan esto. Es para que vean que somos buena gente -le pasó dos vasos a Zac, quien lo miró desconfiado-. Descuiden que no tiene ningún tipo de drogas.
- No puedo confiar en ti -arrugó la nariz- No eres la persona más honesta del mundo -tomó la mano de Yeray y le pasó el vaso-. Toma, amor.
- ¿Amor?
- Somos novios desde hace unos días -le dio una sonrisa ladina-. Me dijo que sí cuando se lo pregunté y sus padres me dieron la bendición.
- Que su relación sea de provecho - le sonrió a ambos, de forma hipócrita - Disfruten de la fiesta y espero de todo corazón que su amorío florezca.
- Gracias, es bueno escucharlo de alguien que no se rinde...
- Vámonos, Zac -Yeray jaló su brazo-. Gracias por las bebidas, Jace.
- No es nada, omega -sin más se dio la vuelta hacia el interior de la casa.
Yeray suspiró cuando dejó de sentir la presencia de Jace. Zac lo llevó hacia el interior de la casa, bebiendo de su vaso y Yeray hizo lo mismo. Se sentaron en el sofá junto a otros chicos que estaban besándose, las cejas de Yeray se elevaron cuando Zac tomó una de sus piernas y las colocó encima de las de las suyas.
- Actúa normal que Jace nos está mirando -le susurró en el oído, y Yeray sonrió-. Eres bueno fingiendo.
- Dijiste que estaba mirando -se acercó-. No deseo que Jace sepa que no todo se puede conseguir cuando se desea.
- Estoy cien por ciento seguro de que...
- Espera un momento -sacó su teléfono de su bolsillo-. Parece que tengo que irme, ¿Quieres que te lleve a tu casa?
- Si, no me estoy sintiendo muy bien -bebió el último sorbo de su bebida-. ¿Me puedes llevar al baño antes?
- Si, pero no vayas a vomitar en el camino -se puso de pie y dejó los vasos sobre la mesita-. Vamos a la segunda, deben de tener un baño por ahí.
Ayudó al menor contando los escalones, abrieron habitación por habitación hasta que encontraron una que estaba limpia.
- Mi hermano te necesita -le mostró su teléfono-. Tiene complicaciones con un no sé qué, y dice que eres el único que puede ayudarlo.
- ¿Por qué no me escribió a mí?
- No respondías -se encogió de hombros-. Creo que es una emergencia.
-Tengo que llevar a Yeray a su casa...
- Si quieres yo lo llevo -metió sus manos en sus bolsillos- No le haré nada si piensas que lo voy a violar.
- No, lo llevaré -señaló, la puerta del baño.
- Puedo llevarlo -repitió-. Mi hermano te necesita más a ti que a mí que soy su familia, mis padres están peleados por mi culpa y quiero hacer las cosas bien.
- Supongo que te creo, escríbeme cuando lleguen a su casa -se puso de pie-. Nos vemos en un rato.
Jace asintió y se hizo a un lado, dejándolo salir. Se paró frente a la ventana y lo vio irse, miró la puerta del baño, la cual estaba entreabierta. Sonrió para sí mismo, cerró la puerta de la habitación, caminó hacia el baño viendo a Yeray con la cabeza agachada junto al lavamanos.
- ¿Estás bien? -se posicionó detrás de él-. Te ves fatal.
- No me siento muy bien -buscó como pudo la llave de paso del agua-. Nunca debí venir aquí, ¿Dónde está Zac?
- Se tuvo que ir -abrió la llave-. Baja un poco la cabeza -el omega hizo lo pedido, dejando su bastón en el piso-. Estás caliente, ¿Seguro que no quieres que te traiga algo de tomar?
- No, no me gusta beber -dejó que Jace secara su rostro-. ¿Puedes llevarme a mi casa?
- No, todavía no -lo ayudó a salir del baño, tomando el bastón de éste y tirándolo por algún lado de la habitación.
- ¿Por qué no? Quiero irme a mi casa -se pasó las yemas de sus dedos por los ojos-. No me estoy sintiendo bien, mi mamá se va a enojar conmigo.
- No lo hará -lo cargó entre sus brazos-. Te voy a acostar en la cama, debes dormir.
- ¿Me llevarás a mi casa después?
- Si, te llevaré después a tu casa, lo prometo -lo dejó en la cama-. Si te llevo como estás de seguro te mataran.
- Hace mucho calor -se pasó las manos por el rostro-. ¿Por qué hace tanto calor?
- No lo sé -buscó el botón del pantalón del omega-. El aire acondicionado está encendido.
El omega no respondió, levantó sus caderas para que el alfa le quitara los pantalones y los zapatos. Se sentía con tanta calor, que no estaba pensando con claridad lo que estaba pasando a su alrededor. Jace lo ayudó a sentarse en la cama para terminar de quitarle la camiseta.
Jace vio los ojos y labios del omega entreabiertos y tomó estos últimos entre los suyos, dejando caer la camiseta del otro en el piso. Estaba sentado a horcajadas sobre las piernas del otro sin dejar caer todo su peso. Estaba saliendo como lo había planeado, aunque se suponía que lo que se tomó el omega debía de hacer efectos después de unas horas y no antes. Se alejó del omega para quitarse la camiseta al igual que los pantalones junto con la ropa interior, se subió encima de Yeray, posicionándose entre sus piernas y besándolo nuevamente.
Algo dentro de él se removió incómodo al recordar las palabras que le dijo Zac, que eran pareja desde hace unos días, pero ver a Yeray de esa forma le hacía ver que tal vez era mentira después de todo.
- ¿Qué estamos haciendo? -Jace comenzó a dejar besos en su cuello-. ¿Por qué me estoy sintiendo así?
- No lo sé -dejó un casto beso en sus labios-, pero supongo que es porque eres un omega que necesita atención de un alfa.
- ¿Por qué me la estás dando tú? ¿No se supone que nosotros los omegas somos unas escorias?
- Te dije que estaba dispuesto a que me enseñaras a cambiar.
Capturó los labios del menor antes de que pudiera seguir hablando. Fue bajando sus besos poco a poco por el cuerpo del omega, sin dejar de mirar las reacciones de éste, sentía bajó sus labios como el cuerpo del menor se tensaba, colocó sus manos a cada lado de las caderas de éste.
Se detuvo en el miembro del omega, tomándolo entre sus labios y apretando su agarre sobre éste, cuando trató de esquivarlo. Dejó pasar que tal vez dejaría marcas en esa parte de su cuerpo, pero necesitaba que el omega estuviese lo suficientemente húmedo, luego tomó las piernas de éste y las colocó sobre sus hombros, tanteando la entrada con uno de sus dedos.
- Espera -bajó sus piernas de los hombros de Jace, y se apoyó de sus codos-. No creo poder hacer esto... tu dijiste cosas.
- Lo estás disfrutando -dejó un camino de besos por una de sus piernas y se detuvo en la parte interna de su muslo-. No hay porque detenernos ahora que estamos conscientes de lo que está por pasar.
- ¿Estás seguro? ¿Va a dolerme?
- Sólo al inicio -volvió a recostarlo-. Después pedirás más y más... y yo como un buen alfa te daré lo que me pidas.
- Entonces creo que está bien -envolvió sus piernas en la cadera de éste-. Puedo hacerlo... ¿Puedo tocarte?
- Si...
Pensó que el omega se refería a algo sexual, pero el menor tocó su rostro y lo delineó con sus dedos. Se mantuvo quieto sin hacer ningún movimiento esperando a que el omega terminara. Cuando pensó que seguiría, tomó sus labios.
- Espera, el condón -bajó de la cama y buscó su pantalón, de donde sacó un condón y se lo colocó- Vamos a iniciar-. se posicionó de regreso entre sus piernas.
Yeray suspiró y retuvo el aire cuando lo sintió entrar, se sentía como si algo lo estuviese partiendo a la mitad. Enterró sus uñas en los antebrazos, Jace dejó que el omega mordiera su labio también, sabía que el chico iba a reaccionar de esa forma cuando comenzó a entrar sin una preparación, lo único que le permitía entrar de esa manera era el lubricante que su entrada dejaba salir.
Mantuvo sus ojos en los del menor, olvidando la sangre que comenzó a salir de su labio; pasó sus pulgares por las mejillas de éste para buscar de una forma u otra como pudiese disfrutar la intromisión a su interior. En el instante que estuvo todo dentro de él, sólo duró unos segundos y los movimientos de sus caderas no se hicieron esperar.
Yeray lo abrazó tanto con sus piernas como con sus brazos, en el instante en el que su cuerpo reaccionó a todo lo que estaba pasando; su parte racional estaba bloqueada a tal punto que la razón se encontraba en otro mundo, y sólo su parte animal estaba al tanto de lo que sucedía. Soltó el labio del alfa, cuando la sangre llegó a su paladar y supo que se había sobrepasado con su fuerza.
Jadeaba, todo su cuerpo temblaba a las leves embestidas que el alfa le estaba dando, sin saber que quizás, se arrepentiría después de ir a esa dichosa fiesta.