¡Mierda! Para ser una principiante, lo ha hecho bastante bien. Abro el grifo y me meto bajo la ducha. Inhalo y exhalo lentamente mientras apoyo las manos en las baldosas y dejo que la presión baje gradualmente.
La última vez que me masturbé fue hace mucho tiempo y no hay manera de que lo vuelva a hacer hoy. De todos modos, esta noche lo haré en un coñito que seguro que estará húmedo y caliente para mí.
Cierro los ojos y cuento hasta diez. Lentamente, me bajo la cremallera dejando que mi polla caiga al suelo de forma adecuada. Bueno, normal... para mí.
A pesar de mi reciente visita a la esteticista, cojo mis pinzas y me quito los pocos pelos que han conseguido crecer en mi pecho y alrededor de mi sexo.
Hay que reconocer que a las mujeres de hoy les gustan los hombres totalmente depilados de arriba a abajo. Sin embargo, en el pasado, el vello de un hombre lo hacía sexy y viril. Ahora, un hombre peludo es considerado un cromañón. Cómo cambian las costumbres.
Después de comprobar mi piel a fondo, cojo mi gel de ducha y lo froto por todo el cuerpo, creando espuma.
Algunas burbujas de jabón se escapan, dando la impresión de estar bailando al ritmo de la música de Kings of Leon: "Closer".
El aroma almizclado llega a mis fosas nasales y aspiro el olor a madera. Me froto enérgicamente y luego paso a mi herramienta de trabajo, que lavo cuidadosamente. Me deslizo bajo el agua para enjuagarme por completo, el cabello, el cuerpo y mi pene que mimo como una joya preciosa.
Poco después, cojo una toalla de baño bien doblada, me seco enérgicamente y la tiro al cesto de la ropa sucia. Luego me froto el cuerpo con crema y con paso decidido y desnudo camino hacia la cama, imitando a un guitarrista tocando una guitarra eléctrica. Parece que ser guitarrista es una actividad que genera dinero y se organizan concursos en Francia y en todo el mundo. Quizá tenga que pensar en ello si alguna vez quiero cambiar de carrera, aunque de momento no está en la agenda.
Miro mi polla moviéndose en todas direcciones y sonrío al espejo de pie donde se refleja mi imagen.
Tras acomodarme en la cama, me pongo los calcetines, un pantalón gris, y la camisa asegurándome de que está bien abotonada -no vaya a ser que esté torcida-, y luego la chaqueta a juego con el pantalón.
Hago una última comprobación en mi gran espejo para ajustar mi corbata borgoña. Quiero que esté centrada, que el nudo sea recto y que no sea demasiado grande.
Me reviso el cabello, me pongo un toque de "Le Male" de Jean Paul Gautier, luego mis zapatos italianos y estoy listo para la noche. Al pasar por la sala, me detengo treinta segundos para mirar la foto de la boda de mi prima Judith y Luke. Ella se mantiene orgullosa a su lado.
Gracias al amor de Luke, finalmente puede caminar de nuevo. Claro que tiene un bastón, pero el amor puede hacer milagros.
Miro rápidamente mi reloj Cartier, que me indica que ya es bastante tarde. Por cierto, debo mencionar que odio llegar tarde.
Agarro las llaves de mi último modelo de Camaro, una pequeña locura que me he comprado y que mimo aún más que a una mujer. Luego salgo de mi apartamento en Trocadero -el barrio más elegante de París- con paso rápido.
¡Y sí, señoras! Vista de la Torre Eiffel y su parque.
Acomodado en el asiento de mi coche, lo enciendo y emite un gruñido que me encanta escuchar. Pongo la primera marcha cuando la voz mecánica del coche resuena y anuncia la llegada de un mensaje de texto en mi teléfono del trabajo:
"¡Hola, chico sexy! ¿Cómo estás?"
¡Joder! ¿Qué les pasa a todas estas mujeres hoy? ¿Acaso están todas locas por mi polla? Verdaderas perras en celo parecen.
Miro por el espejo retrovisor antes de zigzaguear por el familiar tráfico de mi querida capital, mientras aprieto el mando a distancia del volante para enviar un mensaje de texto de vuelta. Dicto mi texto, que se transcribe inmediatamente en un mensaje.
-¡Buenas noches mi sexy dama! Yo estoy muy bien, ¿dónde estás?
Déjeme explicarte. En mi trabajo, hay todo tipo de mujeres. Las ninfómanas, las viciosas y las que hacen valer su sexualidad y luego las bribonas. Los que no se atreven a mostrarse, las reservadas en cierto modo. Nunca las veré. Sí, porque aman a sus maridos y no quieren engañarlos. O porque sus maridos han muerto y esta es una forma de mantenerse fieles a ellos. En resumen, en pocas palabras: mujeres complicadas.
La que me manda el mensaje ahora es una pequeña bribona fiel a la que nunca veré. Mientras mi cuenta reciba su dinero, no veo ningún problema. Si ella es feliz así, si encuentra placer en ello, entonces yo también.
"Saliendo de una reunión familiar que no fue muy bien, por cierto."
Realmente no me importa su reunión familiar, pero si quiero mi recompensa, tengo que mostrar algo de interés.
-¡Oh... eso no es bueno! ¿Quieres hablarme de ello?
"No importa. Hay un viejo dicho: Tú eliges a tus amigos, pero no a tu familia."
Puedo ver por su texto que no se siente bien. Quiero consolarla, pero tampoco soy un buzón de quejas o debería decir de lamentos.
-¡Inhala y exhala! Vas a estar bien, mi sexy dama.
"No tengo ganas de respirar. Solo quiero gritar fuerte. Si estuvieras frente a mí, me lanzaría sobre ti y tendríamos sexo enfermizo."
¡Ah! Esto está mejor. Una pequeña palabra mágica y todo vuelve a estar en orden. Sigo dictando mi texto mientras presto atención a los vehículos que tengo delante.
-Sí, mi sexy, ahora te estoy conociendo bien. Como estás en un estado de fastidio increíble si te tuviera en frente te pondría a cuatro patas en el sofá. Entonces comenzaría a usar tu coño como a una pequeña perra mientras te abofeteo el trasero.
Sonrío, contento con mi mensaje de texto, y me dirijo a la circunvalación interior.
Voy, a por los atascos, los moteros que se entrecruzan con los coches y los malos conductores.
"Y yo no habría dejado que sucediera. Hay demasiada ira en mí. Demasiada rabia. Así que te habría poseído a mi manera hasta que gritaras mi nombre de placer, con tu polla entre mis labios."
¡Oh! Una verdadera tigresa esta noche.
-Mmmm..., me encanta cuando me dominas especialmente si es para llevarte mi polla a la boca. Eres mía, mi cerdita.
"No. Esta noche solo quiero palabras dulces. Palabras que me digan que soy importante para ti."
¿Importante para mí? En definitiva, como todas mis pequeñas clientes que me pagan bien.
-¡Sí, mi princesa! ¿Qué quieres? En cuanto me dices que me la chupas, el resultado es...
Un coche me sigue de cerca y al notar que es una mujer la que conduce, exclamo con rabia.
-¡Puta! ¡No puedes prestar atención!
Luego me doy una palmada en la frente al notar que me devuelven el mensaje.
-¡Mierda! -digo en un susurro.
"¿Qué? ¡Lo estás llevando demasiado lejos! Te dije que solo quería palabras dulces."
-Lo siento, sexy, estoy en el coche y le gritaba a una mujer que quería chocarme. Mira, hoy no estoy en la mejor forma. No te preocupes. Te compensaré la próxima vez.
"Vale, lo entiendo. Que tengas una buena noche, chico sexy."
Otro texto viene rápidamente después de éste.
"¿Cuánto le debo?"
¡Ya ves! El tipo de cliente perfecto que no se olvida de darme mi recompensa por mi bonita perorata.
-Valida mi cuenta por 50 euros. La próxima vez, prometo que te haré vibrar por mensaje de texto. Hasta pronto.
Entonces cancelo la opción de los mensajes de texto mientras conduzco sin esperar su respuesta.
Detenido en un semáforo en rojo, miro rápidamente mi GPS y tomo la dirección indicada por la hermosa voz femenina que imagino alta, rubia y glamurosa.
Cuando llego a la dirección anunciada por la hermosa voz, busco un lugar, aparco y miro mi reloj que muestra que estoy justo a tiempo. Perfecto.
Pongo unas monedas en el parquímetro, coloco mi billete en el parabrisas y me dirijo con paso suave hacia el número 8 de la rue du désir (calle del deseo).
Subo por la calle bordeada de álamos y me detengo frente a la puerta de mi cliente. Me paso la mano por el cabello, me arreglo la chaqueta y golpeo la puerta del gran puño colgando de ella.
Espero treinta segundos y tomo el puño para repetir la operación. Todavía no hay nada.
¡Mierda! ¿Por qué me hace esperar?
Saco mi libreta del bolsillo delantero de la chaqueta para comprobar el día, la hora, el nombre y la dirección. Doy un paso atrás y veo que no me he equivocado. De repente, el sonido de cuatro cerraduras que se abren me indica que la puerta se está abriendo.
Cuando la puerta se abre, un monstruo con los labios colgando y una mirada no muy amigable se para frente a mí.
¡Oh, mierda!, exclamo en mi mente, sorprendido y ligeramente aterrado. ¿Qué raza es este perro?
La mujer gira sobre sus talones, me deja como un imbécil en la puerta, y con un chasquido de dedos su perro la sigue sin olvidarse de mirarme por última vez.
¡¿Está bien?! ¿Puedo preguntar qué estoy haciendo? ¿Debo entrar o quedarme fuera? Después de pensarlo, atravieso la puerta y la cierro tras de mí.
-Discúlpame, me he tomado la libertad de entrar -digo mientras entro en su salón, donde todo está impecablemente ordenado.
No me llega ninguna respuesta. ¿Me está tomando el pelo?
-Coucou, je suis entré?! Mademoiselle! (¡Hola, he entrado! ¡Señorita!)
Bueno, tal vez no habla francés. Así que lo intento en inglés, alemán, pero todavía nada. Cuando el perro coge con delicadeza la muñeca de su ama, ella se da la vuelta y se lleva la mano a la oreja para indicar que no oye y luego me hace una señal.
¡Mierda! Miro a la chica que tengo delante, con la cabeza un poco inclinada, como si lamentara no poder oír.
Hace mucho tiempo que no utilizo el lenguaje de señas. De hecho, desde que mi hermano pequeño fue atropellado por un coche, que él no escuchó venir.
Levanto las manos delante de mí y empiezo a formar lentamente signos con los dedos.
-Lo siento.
Me sonríe y sus manos se mueven para empezar a hacer señas.
-No pasa nada. -Luego añade con una gran sonrisa-. Buenas noches Cyril.
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Un nuevo capítulo con Cyril 😈😈😈