Capítulo 2 Un cliché.

*Gabrielle*

Ostias, ahora estoy más que segura de que era un tres.

Una buena pregunta, ¿de quién es el número al que envíe el mensaje?

Tía Carol: ¿Te he dejado sin palabras? Sé que me amas y que quieres ser mi novia, yo ya tengo, pero podemos jugar de vez en cuando. ;)

Yo: Que no sé quién eres, además, de que, ni te conozco y no quiero estar contigo.

Bloqueo ese número y agrego el verdadero número de mi tía Carol, asegurándome de que sea ése el correcto.

Cuando estoy segura de que el el verdadero, le envío un mensaje felicitándola por su cumpleaños y disculpándome por no poder ir. Una mentira piadosa no hace mal, siempre y cuando no haga daño a nadie.

Dejo mi celular en la encimera y busco en la nevera algo que sacie mi ansiedad. Sé que no puedo comer tanto porque entonces volveré a estar como antes y no quiero pasar de nuevo por esa situación.

En esa temporada... cuando me hacían bullying por mi sobrepeso caí en una terrible depresión -sé que han habido peores que la mía-, en ese momento me deprimí tanto que no salía de mi cuarto, ni para ir al baño, no comía, sentía la necesidad de alguien que llenará un vacío que no podía expresar. Quería hablar pero no sabía cómo, ni con quién. Me quejaba de falta de sentimientos, no... no podía sentir nada, más que asco por mí misma. Sufrí una infección en los riñones, me ingresaron por eso y me suministraron un montón de pastillas y antibióticos en vena para superar la falta de vitaminas y mi sistema inmunológico deprimido.

Sam fue y es mi salvación, no sé cómo conociendo todos mis demonios puede aún estar a mi lado. En ese entonces ya conocía a Sam y a las chicas, pero solo éramos compañeros de aula. Sam vivía al doblar la esquina de mi casa, y bueno, él me prestó su hombro y me animó. Nos convertimos en mejores amigos, y sinceramente, creo que sin él no hubiera podido salir adelante con la depresión. El me escuchó atentamente, todo lo que quería expresar el supo cómo hacerlo salir. A veces pienso que no lo merezco...

-¿Qué no mereces que, petite? -¿por qué siempre hablo en voz alta las cosas más relevantes que pienso?

Me giro hacia él y le dedico una sonrisa, pero es una sonrisa triste que no me llega a los ojos.

-A tí, Sam. -él se acerca a mí a paso lento, coloca sus manos en mis mejillas y seca algunas lágrimas que brotaron de mis ojos.

Me siento... mal... de nuevo. Y él lo sabe.

-Sabes que yo soy el que tiene que decir eso. Te quiero tanto, petite. -no le digas eso a mi corazón, por favor, no creo que pueda aguantar cuando me digas que no me correspondes.

-Yo también te quiero, Sam -y no cómo mi mejor amigo...

Nos quedamos así unos segundos, es reconfortante.

Cuando nos separamos besa mi frente, dejando sus labios posados ahí más de lo normal.

-Gracias, Sam -vuelvo a repetir por millonésima vez.

-No me lo agradezcas, sabes que eres como una hermana menor para mí. -Oyeron eso, mi corazón se rompió más y ya lo sabía.

-Ya lo sé -murmuro.

Lo separo de mí, tengo que alejar esos pensamientos y tratar de ir borrando mis sentimientos por Sam, cosa que no va a ser fácil, pero tampoco imposible. Creo.

-¿Quieres algo, Sam? -pregunto, girándome nuevamente a la nevera.

-Si, una Coca Cola. ¿Puedo tomar tu teléfono prestado? -me pregunta.

-Claro.

Agarro dos Coca Cola y las abro, me siento en la banqueta al lado opuesto de él, luego de entregarle lo que me pidió.

Todo se queda en silencio.

Estoy tomando un sorbo de mi bebida hasta que posa mi teléfono frente a mi rostro, no bel ni hostias, así que me alejo un poco para ver mejor.

-¿Qué pasa? -pregunto aturdida, que tiene que ver la conversación del loco que dijo que quería estar con él.

-¿Quién es? -¿eso es enojo en su voz?

-No lo sé, cuando le iba a escribir a mi tía me equivoqué en el último dígito del número. ¿Por qué? -frunzo el entrecejo.

No entiendo a que viene esto.

-¿De verdad que no lo conoces? Por favor no me mientas, petite -esta vez fue más como una súplica.

De veras no entiendo nada.

-Te lo juro, Sam. No sé ni cómo se llama.

-Lo siento, no debí ponerme... así. No se que me pasó por la cabeza sinceramente -pasa su mano derecha por su cabello, despeinándolo más aún.

-Ok... -habo, dubitativa-. ¿Me dejas peinarte? -hago un puchero y pongo ojos de corderito.

-Ok, pero no me hagas dos moños. -Hago un saludo militar hacía su dirección y me dirijo a mi habitación, seguida de él.

Antes no lo dije, pero Sam tiene una llave de la casa, ya es como de la familia. Yo también tengo una llave de su casa -es útil para halloween-.

Abro la puerta de mi habitación, dejándola abierta para que Sam entre.

Luego lo acomodo en el asiento que está al pie de mi cama, agarro mi teléfono de las manos de Sam y lo conecto con mi bocina y pongo a nuestra cantante favorita, Indila. Específicamente la canción: Dernière Danse, y comenzamos a cantarla.

De veras que me divierto mucho cantando. Comienzo a tejerle trencitas a Sam en el cabello luego de desenredarlo. Se quejó por los nudos, yo le decía que aguantará.

Luego de que esa canción se acabará, la siguiente fue WAP de Cardi B y Megan Thee Stallion. Yo solo sabía reír por las caras que ponía Sam al oiyr y entender la letra de la canción, fue realmente épico.

-¿No te gusta esa canción? -pregunto con un poco de burla.

-Muy graciosa. ¿Sabes lo que dice?... no la cantes en público, ¿Ok? -asiento con la cabeza.

Me duele el abdomen lo reír tanto.

Leí que sí se puede morir de la risa y yo no quiero eso.

-Si, sé lo que dice la canción. Y no la voy a cantar en público, solo para tí y poder ver tu cara. Fue épica. -Vuelvo a reír de la nada, recordando su expresión facial.

-¿Ah, si?, Quieres ver mi rostro, ok. -Oh no, esa mirada me la conozco.

Me alejo de él, no quiero que me haga cosquillas, más bien, es como que me incrusta sus largos dedos en las costillas.

Corro por todo alrededor de la habitación esquivándolo e intentando llegar a la puerta para ir a un lugar más grande donde no me pueda atrapar -cosa que es imposible, ya que él es más rápido que yo-.

Salgo de mi habitación, dirigiéndome a la sala.

Pude esquivarlo varias veces, hasta que me jala del buzo que me había puesto cuando llegué, cayendo sobre el sofá que está situado en el living de la casa. Él cae encima de mí, apoyándose en sus antebrazos para no aplastarme.

-Te atrapé -dice con tono victorioso y yo me quedo extremadamente quieta por la cercanía-, ahora vas a ver mi cara de victoria mientras eres atacada a cosquillas.

-No, eso no. Sabes que tu no haces cosquillas... -no pude seguir diciendo lo que pensaba ya que incrustó sus dedos en mis sensibles costillas.

-Yo creo que sí, mira como te ríes, estás roja de la risa -yo creo que mi rubor no es de la risa...

-Pues para, por favor -pido en tono de súplica. No puedo más.

Parecía que me fuese a faltar el aire de un momento a otro, cosa que le hizo darse cuenta y detuvo su ataque.

-¿Estás bien, petite? -acomoda mi cabello rebelde detrás de mis orejas y me mira con sus ojos azules cielo; esos que hacen que me pierda en ellos en cuestiones de segundos.

Esos ojos azules que saben hacerme llorar y a la misma vez me enamoran.

Asiento y aparto la vista de él, no quiero que vea a los ojos; sé que los ojos son el espejo del alma y mi alma está enamorada de él.

Me toma de la barbilla con los dedos y me hace mirarlo:- ¿De verdad estás bien?¿No me estás ocultando nada?

Niego levemente dedicándole una pequeña sonrisa y no puedo evitar que mi mirada se desviara a sus labios, tan delgados pero apetecibles e inconscientemente me muerdo el labio inferior.

Él desvía la mirada de mis ojos y la posa en mis labios, noto que su rostro se acerca cada vez más al mío, quedando a centímetros de distancia.

Nos volvimos a mirar a los ojos y...

Siento el sonido de mi celular en el bolsillo delantero del buzo y Sam se aparto instantáneamente de mí, encaminándose a la cocina, mientras se pasaba las manos por el rostro.

Torno la vista a mi celular y puedo ver qué es mamá, lo descuelgo y respondo:- ¿Si, mamá?

-Gaby, te llamé para avisarte de que te quedes en casa, ¿Te acuerdas que te dije que la situación en el hospital estaba complicada?

-Si, me acuerdo. ¿Qué pasó mamá? me estás empezando a asustar.

-Bueno, hay un virus y aún no sabemos cómo contrarrestarlo. Si Sam está ahí dile que cuando se vaya que se ponga una mascarilla facial y que la use en todo momento. Es muy contagioso y provoca muchas cosas. Por favor... cuídate, no sé cuando vaya para la casa. De verdad te amo.

-Yo también te amo mamá, cuídate mucho, ¿si?

-Ok, nos vemos luego. Adiós.

Me quedo atónita con lo que me dijo mamá. Aún tengo el celular sujeto en las manos, cuando no advierto que Sam se acerca y me besa...

No sé que hacer.

Estoy tratando de reaccionar, y de verdad que lo intento... pero lo único que logro es cerrar los ojos y disfrutar el beso de Sam.

Me atrae hacia sí mismo agarrándome por la cintura, yo estoy inmóvil. Sus labios son suaves, he soñado tanto con esto.

Nos separamos y nos volvimos a mirar a lo ojos y lo único que veo en sus ojos es arrepentimiento.

-Lo siento... yo... de verdad no sé lo que hice... fue un error... -dice, apresurado, apenas nos separamos.

Me quedo callada y el me mira esperando una respuesta... pero no sé que responder.

-No te preocupes, se queda entre nosotros. Nadie tiene por qué saberlo -murmuro con tono derrotado, dándome cuenta de lo que el piensa sobre lo que pasó.

-Creo, que mejor me voy.

-Sam... dice mi mamá que te pongas una mascarilla facial. Hay un virus peligroso en el ambiente y no quiero que te pase nada -intento no decir su nombre completo, porque sino sabría que algo anda mal.

-Esta bien... no sé si en el coche tenga alguna, ¿me das una por si acaso? -asiento.

-Déjame buscarla.

Camino hacia la cocina y busco en las gavetas, donde mamá guarda muchas cosas importantes.

Encuentro un paquete desechable y vuelvo donde está Sam, entregándoselo.

-Ok, mmm... nos vemos mañana en la mañana.

-Si, nos vemos mañana.

Nos despedimos de forma que parece que fuésemos desconocidos.

Sabía que iba a pasar esto, sabía cuál iba a ser su reacción... pero él fue el que me besó primero y yo le seguí la corriente. Anhelaba que me besara pero no pensé en cuál sería su reacción después.

Soy tonta.

¿Por qué tenía que enamorarme de mi mejor amigo?

Ahora todo va a cambiar y eso es lo que temía. Yo quiero que todo sea igual que antes, sin sentimientos míos de por medio. Esto es una locura.

¿Por qué te enamoras de alguien que te ve como una hermana pequeña, corazón? ¿Por qué?

De veras esto no puede ser más cliché.

            
            

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